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mellamosebi · 7 days
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GIRA A CHILE 2024
Estaré en Chile para cantarte :)
¿Veámonos en:
Santiago el 20/06 y 29/06.
Concepción el 22/06.
Rancagua el 28/06.
Cartagena el 12/07,
Reñaca el 18/07,
Valparaíso el 19/07
Y en más lugares por confirmar?
Escríbeme a [email protected] para asegurar tu cupo.
Muchas gracias y sueño vernos.
Sebi.
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mellamosebi · 5 months
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Conciertos 2024
GIRA A Chile
¿Qué pasa después del final de un animé? ¿Qué sensación te queda en el cuerpo cuando todo se acaba y quedas con ganas de más, sin saber si habrá una nueva temporada?
¿Veámonos en:
Santiago el 20/06 y 29/06.
Concepción el 22/06.
Rancagua el 28/06.
Cartagena el 12/07,
Reñaca el 18/07,
Valparaíso el 19/07
Y en más lugares por confirmar?
Para tu entrada 📥 escríbeme a [email protected]
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19 DE ABRIL, Salamanca (Latveria)
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9 DE MARZO, Bilbao (en el Café Vía de Fuga).
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25 DE FEBERO, zamora (en el escondite). Concierto mágico y secreto en un escondite zamorano, lleno de canciones música y poesía, en la luna llena.
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25 DE ENERO. ZAMORA.
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mellamosebi · 9 months
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Próximos conciertos *2023.
Si quieres reservar una entrada a cualquier concierto, escríbeme a [email protected] y mis ositos productores (o yo) te responderán con la información. Los conciertos están ordenados del futuro al pasado:
Diciembre 2023:
15 de diciembre en MADRID. Calvario, bar. Reserva tu entrada en [email protected] (son poquitas).
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Noviembre 2023:
28 de noviembre: En la biblioteca pública de Zamora.
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3 de noviembre: Canto de Sirena en la "Federica".
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Octubre 2023:
21 de octubre: Una flor que crece en Bilbao, en el café Vía de Fuga.
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Septiembre 2023:
29 de septiembre: Concierto de Luna Llena (segunda edición) en la Marimala, Madrid, Lavapiés.
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8 de septiembre: NueveValles - V edición (Cantabria)
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Agosto 2023:
31 de agosto: Madrid, Lavapiés (celebración de la Luna llena):
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mellamosebi · 9 months
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La patita atrás es un detalle (extracto)
La Nube apareció un día así sin más.
Estaba despejado y fuimos con el Amador a comprar sopaipillas para el desayuno porque por alguna razón extraña nos encontrábamos los cinco en la casa y por una más extraña razón, eso era motivo de celebración para todos. En la calle había una ventolera ensordecedora y vengativa como de la biblia que casi nos toma de rehenes y nos lleva volando a otra dimensión que de seguro sería más entretenida que ésta, tan aburrida, con la felicidad tonta de mis papás, con un tecito que no me podría importar menos y con esta caminata al lado de mi poco novedoso hermano. Así empiezan los tornados de fin de mundo en las películas de internet, pensé. Las plantas jugaban al ula-ula, la gente madrugadora se agarraba los abrigos con fuerza y unas pobres palomas eran arrastradas con mugre y todo, implorándole al vendaval que las dejara en paz mientras él, ignorando imponente, se retorcía sobre nuestras cabezas despeinadas ¡Van a llegar tarde a donde quiera que vayan! increpo mentalmente ¿No tienes criterio? ¿Cómo se te ocurre soplar tan temprano, tan arrebatadamente? ¿Qué te han hecho esas pobres palomas? ¿Te gustaría que unas palomas te soplaran a ti tan de madrugada, viento desgraciado, impidiendo que llegues a tu destino? Mi cerebro aún bajo los efectos sicotrópicos de ayer crea argumentos para no quedarse dormido en el rítmico devenir del trayecto más tedioso del planeta Tierra.
<Si saltamos fuerte, salimos volando. > Resumí todos mis pensamientos al Amador.  
Llegamos de vuelta cargados de dulces y fritangas. La Victoria había puesto una mesa mezquina por primera vez en su vida (no el ser mezquina – ella siempre es mezquina-, el poner la mesa. Eso sí que era la novedad): Tazas sin platillos, panera y lo indispensable. Mis papás ya estaban sentados y devoramos rápidos y diligentes, sin más miramientos superfluos. La primera parte del desayuno no se trata de conversar, eso es de mala educación. Se trata, en vez, de alimentarse y de engordar en silencio, despertando y ordenando los sueños de la noche anterior. El Amador come kétchup con marraqueta, la Victoria mastica delicadamente un empolvado mientras mira la tele con una expresión ausente y mis papás toman café y descuartizan sutiles una masita con manjar entre los dos. Los miro pero no me interesan nada ya, aunque ayer sí los echaba de menos por la necesidad de sentirme querido, supongo. Ahora mi ojo interior está en las palomas abusadas que vuelan en contra de la corriente y que tienen más actividades mañaneras que yo porque – sí, familia querida, tienen razón. - soy un vago. Distingo al viento que le pone color, harto, chocando contra la palmera de pésimo gusto que mi mamá plantó en el jardín. Después de un rato divagamos, como emergiendo del letargo:
<Oye, mira cómo se mueven los cables de la luz. > Mi mamá. Todos miramos. Seguimos comiendo.
<Se va a nublar pronto. Nada de días veraniegos. > Mi papá. Nadie toma cuidado: El calor nos carga. Somos gente de invierno y de sopaipillas.
<¿Y qué te trajo por aquí? > La Victoria, irreverente y sin entender nada de la vida. Metida, fea, tonta ¿Qué te importa por qué estoy acá? Agradece que los vengo a ver y que no me he olvidado de ustedes del todo, mierda, y deja de mirar esos programas estúpidos de la farándula que te van a hacer más bobalicona y con menos tino de lo que ya eres.
<Porque los echaba de menos. > Digo con voz de víctima. 
<¿Cómo está el Leal? > Mi mamá. Recibe un codazo discreto de mi padre. <¡Ay, Marci! Si quiero saber no más…>
<¿Amparo, es necesario? > Mi papá es prudente o al menos desinteresado. Me gusta que sea así hoy. El Leal debe estar bien, mamá. Ni se debe acordar de mí. Debe estar infinitamente drogado, metiéndosela a algún chiquillo, o durmiendo en la cama de alguien y no es mi problema, ¿Por qué eres así de preguntona, mamá? ¿Y si te tiras de un edificio para abajo, mejor? ¿No sería más ameno este desayuno para todos? Estas mujeres son tan entrometidas que no me dejan seguir reflexionando sobre las palomas, así que vuelvo a la realidad y me obligo a escuchar el murmullo de los árboles que silban como coro de ritual maligno. Continuamos la monótona tarea de rumiar el desayuno cuando un periodista igualito al esposo de la barbi (dentro del armario de Narnia, según mi instinto), aparece en la pantalla plana del living para arrebatar de mi hermana el programa matutino. Dice que la ventolera es la más fuerte registrada en la historia de Chile y del mundo entero, y que en Valparaíso hizo volar casas enteras y el mar se tragó al puerto completo, y que debemos mantenernos en los hogares porque se dirige a Santiago implacable y brígida. No hay música de fondo, no hay fanfarrias que anuncian la vuelta del matinal farandulero, no hay nada que seguir viendo en la televisión y nadie entiende si fue un chiste o qué chucha lo que acabamos de oír de la boca de ese pobre ser enclosetado.
Impactado y mucho antes de empatizar con la gente porteña que perdió casas, palmeras y panes de huevo, me lamento de las pobres palomas perseverantes que están fritas porque no tienen vivienda que las refugie. Y me lamento, sobre todo, antes de sentir pena por cualquier otro ser vivo, por la casona antiquísima que estaba en la subida del Cerro Concepción ¿Te acuerdas, Leal? Esa, la que rebosaba gringos lindos y hétero-conversables. Nunca más ir a la costa destartalada ni a la ciudad de dos pisos para nuestros fines de smenas de destrucción.
Una sensación extraña me revuelve el estómago al mirar por la ventana y ver que una bicicleta atraviesa el paisaje con complejo de bolita del oeste hasta estrellarse en la reja de la casa de enfrente, quedando ensartada cual jesucristo transformer pidiendo perdón por todos nuestros pecados ¿Estaré drogado todavía?.
Me meto al cíber-espacio y le dejo un mensaje al Leal: Que por favor se cuide, que no salga, que junte agua, que no trate de probar si se va con el impulso del aire de lo flaco que está después de su dieta, y que, por fi, me guarde rápido la marihuana que dejé en la mesita roja para que no se vaya a perder en la ventolera. Por favor, Leal, quédate en el departamento, mira unas pornos tranquilo, sin moverte mucho, hazte una o mil pajas, pero no salgas. Prende el escaldasono y no te muevas hasta que yo llegue. No vayas a buscarle pololeo al huracán con tu insoportable jipismo y conexión con la Madre Tierra, que no soportaría si te engulle por completo y no te vuelvo a ver más. Te amo. Cruz pal cielo que escucho una risa huracanada fuera de la casa, como de naturaleza rencorosa, burlándose de mi preocupación, de mi amor tan colihuacho y de mi desaforada petición electrónica. Soy una hormiga universal.
Ya todos nos estamos asustando sin remedio, porque al final no nos parecemos en nada a las palomas trabajadoras que salen osadas a la calle para cumplir sus sueños. Somos gallinas: La familia entera pone un huevo maloliente por puro miedo, acurrucados en la pieza grande. La tele ya no se ve, únicamente puntitos del trance, así que la nefasta de la Victoria se aloca de aburrimiento o de terror genuino y nos pronostica muerte cual pitonisa histérica y el Marci trata de calmarla con una cachetada. “Violencia intrafamiliar”. “ni una menos”, debería alegar con mi ironía característica, pero estoy muy muerto de la impresión y nada me parece digno de un chiste. La risa del viento se está transformando en un canto a garganta pelada que retumba en las superficies descascaradas sin piedad, que se lleva a la perra bien alto y hasta el infinito (qué bueno, la pobre estaba vieja y enferma. Esto pondrá fin a su sufrimiento) y que seca toda la piscina enmohecida de un zarpazo. Mis papás se abrazan y el Amador es un bebé todavía, porque se pone a llorar. Yo también quiero llorar un poco y le agarro la mano a la Victoria, y nos apretamos los cinco como tratando de fusionarnos a lo gema de cristal y volver a entrar todos a la guata de mi mamá. Ahora pienso en Dios y lo imagino con mayúscula, porque puede ser la última vez que lo considere y prefiero que se quede con una buena impresión de mí. Pienso en el Espíritu Santo (mayúsculas también, por si acaso), que siempre me lo pintaron como una paloma blanca, que también debe tener alguna razón para salir en la mañana y luchar contra el clima adverso aunque, en teoría, en el cielo no hay climas adversos porque todo es una tarde soleada perpetua y eterna, o al menos así lo corroboraban los folletos de los testigos de jehová que parecen saber todo del asunto. Tocando este tema sensible ¿No es obvio que si el paraíso cristiano existe realmente es, en efecto, el lugar más somnoliento de la Galaxia? Ahí sólo llegaría la gente que nunca usó ácidos, que nunca tuvo sexo anal, que nunca se emborrachó, que nunca lo pasó bien por la punzada de la culpa. Vuelvo a pensar en dios en minúscula, entonces, para que, si existe, me vaya a festejar con los roqueros y todos los chicos lindos de la aplicación cochina y no con los aburridos que ahora deben estar muy felices predicando sobre el inminente apocalipsis en la Plaza de Maipú. Una estrepitosa alarma de bomberos empieza a sonar a lo lejos y me saca de mi cabeza para situarme frente a los ojos desorbitados de mi familia otra vez.
Me convenzo de que éste no puede ser el fin, de que el sonido eléctrico de disparos a lo lejos no puede alcanzarnos acá, de que éste es el lugar más seguro que conozco en la faz del planeta. Mi papá está callado y trata de tener brazos gigantes que nos envuelvan a todos, pero no lo logra, así que lo ayudo. Mi mamá da espasmos y el Amador deja de llorar para consolarla y se pone a murmurar una canción y todos le seguimos la onda, así es mejor morir cantando, y el Leal quizás tiene a algún gordito encima que lo está protegiendo de este torbellino, y se escucha la hecatombe del primer vidrio y el viento veloz entrando por el comedor, quizá, revolviendo todo, destrozando los libros y las maderas y rompiendo los vasos y el mueble de la salita y llegando a las otras piezas riendo a grandes zancadas, y yo corro y cierro la puerta, pero la corriente es más fuerte y me empuja, y el Amador salta hasta el techo, mi mamá grita, el Marci tiene tentáculos y nos agarra y dice que juntos, que amor, que despedidas y yo no soporto que todos nos convirtamos en unas palomas víctimas de los bailes del viento, hasta que el cristal que está a mi lado se revienta también rasguñándome la cara, y siento que un gigante invisible se lava sus partes con todos nosotros en todas las direcciones posibles, haciendo sodomía, ejecutando todas las posiciones sexuales que he experimentado, usándonos de consolador, violándonos en grupo. La corriente nos absorbe como muñecos traposos sin voluntad, entregados a la danza de la destrucción de la mañana más extravagante que me ha tocado vivir, mientras entra una cocinilla copuchenta que no sé de qué vecino será e irrumpen hojas y quizás un poco de agua de la costa sin puerto, y ahora alcanzo a percibir que todo se oscurece súbitamente y podría atestiguar que el suelo tiembla peor que en el terremoto. El temporal nos arrebata, nos azota y nos vence sin esfuerzo alguno: Mi hermano se mueve ligero como una virgen ascendente, calmo, con sus párpados cerrados como meditando. Mi mamá está aferrada a lo que queda de la cama y llora con ojos abiertos de portales mágicos. Mi papá tiene sus extremidades esparcidas por el suelo y sólo percibo a lo lejos los gritos de soprano dramática de la Victoria. Constato chispas fugaces, muchas, como cuando herían a un págüer ránller, como fuegos artificiales, como el broche de oro más bonito que podría imaginar para mi mediocre existencia. Me gusta que mi vida termine así de conmovedora, pero algo me golpea en alguna parte retumbando todos mis huesos y es todo lo que sé. 
(éste es el primer capítulo de la novela que postulé a un fondo de cultura el año 2012 y lo gané jijjii. Si quieres leer más déjame un comentario).
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mellamosebi · 9 months
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Audición final (extracto)
Todas las semanas de alguna manera, pienso en morir. En matarme o morir. Pienso en el Solcito y no lo hago, porque está solo y para ser muy franco también me da miedo. Qué tonto que me de miedo ese paso que es seguro que lo puedo dar, es una audición en la que no se puede fallar. Morir es un paso de nunca volver, pero cada vez pienso que cualquier paso dentro de la vida termina siendo exactamente eso: Algo de lo que no puedo volver. 
Añoro, triste, volver a tener una oportunidad de audicionar para “la voz”, pero cuando me invitaron, fui más pajero que otra cosa y preferí quedarme en la casa de un amigo del curso jugando a su nintendo 64. Me acuerdo de la época del colegio y me siento un total asqueroso ¿Nos amamos? O más bien ¿Te amé alguna vez? Siempre hablo de que seguro que tú eres gay pero nunca hablo de que quizás era yo el gay que quería de todo corazón, que tú también fueses gay y que hiciésemos una banda y tocáramos lejos de san miguel, lejos de maipú, que llegáramos lejos, tú poniendo la inteligencia y yo poniendo el corazón. Eres como el Harry potter que siempre ando persiguiendo, quizás. Eres una encarnación más de la misma idea, de la misma parte que siento incompleta de mí, de admirar a alguien, de tener cerca a un humano que sepa algo más que yo en cualquier cosa, que me enseñe, que me guíe o que simplemente me diga: Haz esto.
Todo es tan difícil porque lo tengo que decidir yo: Yo he tomado las decisiones que me llevaron hasta aquí, sin haberme dado ni cuenta de que no podía no elegir. Siempre estuve escapando a la elección, eligiendo no elegir o creyendo que otros elegían por mí, cuando siempre pude decir yo lo que yo iba a ser. 
Esta emoción es un don que me pertenece a mí y a nadie más. Al principio el torrente me derriba o me deja inmovilizado, pero tengo que aprender a conocerle, a comunicarme con él, a que seamos el mismo ser, sincronizados: Que cuando sea que sea que venga una emoción: por un examen de vih, por una audición de cantantes, por una cita de grindr, por una reunión del futuro, por un colega artista que te ve por primera vez, etc. Todo eso, me hace una emoción tan potente que trataré de escribirlo: Me tiritan las puntas de los dedos, Hay un movimiento hacia adentro en mi pecho, algo que me quiere hacer recoger, pero también abrirme, para que se vea. Un cosquilleo que a veces empieza en las orejas y camina por mi rostro como hormigas mágicas que suben y se posan en un pozo, en la cabeza y se quedan ahí, zumbando. Mis oídos puede que se tapen y que mis ojos se pongan húmedos. El agua se va de la boca a los ojos, y a las axilas y a las palmas de las manos. Es como si me tuviera que defender porque están a punto de ver mi parte más vulnerable. 
¿Será eso?
(este relato sigue pero lo pongo hasta aquí por ahora)
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mellamosebi · 9 months
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Quiero cantar para ti.
Si quieres que concretemos una fecha, escribe, por favor, a [email protected] y mis ositos productores (que a veces soy yo mismo, o a veces, existen) te responderán.
Mi voz es lo único que tengo y nada me haría más feliz que seguir conociendo el mundo y viajar hasta ti, para cantarte. Para convencerte de que me lleves hasta tus brazos, me puse a buscar videos en internet y encontré algunos que me dan risa y que me ponen nostálgico. Ojalá te gusten.
Aquí, por ejemplo, en el año 2017:
youtube
Aquí un pedacito de otro que estuvo bueno:
youtube
Aquí un cortometraje musical que hice de mano de Matías Bize:
youtube
Aquí, una vez en mi juventud, que me invitaron a hacer una charla TED:
youtube
Cantando a Víctor Jara, con Valentín Trujillo
youtube
Compartiendo una tarde con Monlaferte hace años atrás
youtube
en un noticiario mexicano, haciendo el ridículo
youtube
Y así, hay miles de videos. Si pones "me llamo sebastián" puede que aparezca yo si aún la internet me reconoce.
Aquí, otra aparición televisiva:
youtube
Espero encontrarnos y vivir el poder inexplicable de la música, juntos.
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