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GALERÍA DE AUSENCIAS
Ausencia nº 1
Porque estás en mí,
estás en todas las cosas:
tu ausencia es la que más se repite.
Ausencia nº 2
Si jamás tuve cuerpo de pájaro,
no me reconozco tampoco
en esta estructura de oruga
que me crece y me habita.
Ausencia nº 3
Lo que un día fue un corazón,
hoy ha mutado en una vorágine
ciega de espasmo y silencio.
Ausencia nº 4
Las paredes de la casa se estrechan
y aplastan la carne.
Carne, cuerpo, masa plastilínica
en forma de silla, cama o tumba:
fuera de estos muros, nadie puede verte.
Ausencia nº 5
Tu cabeza, a mi derecha, reposando sobre la almohada;
mis ojos multimedia, acotando los detalles de la escena:
el antifaz azul marino de tus sueños,
el edredón que deja tu torso al descubierto,
la respiración profunda, henchida de calma y paz.
Me volqué y recorrí, como una oruga, tu cuerpo
buscando una zona de tu piel —montículo de esperanza—
donde poder enroscarme.
Ausencia nº 6
El perro, con los ojos tristes y el rabo aburrido,
se acurruca en el suelo y se hace un ovillo
y espera, espera, espera.
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DISERTACIONES SOBRE EL SER Y LA TIERRA
1. El desarraigo no tiene nada que ver con la esterilidad o fecundidad de la tierra.
2. Tampoco es un estilo literario. El desarraigo se padece en los términos de la enfermedad y obedece a un error de crianza. Alguien se olvidó de regar las flores con afecto. Alguien arrancó el tallo de una pequeña flor y la dejó secarse sin más, sin tierra ni tiesto, impidiendo sus raíces.
3. Se busca tierra para arraigar.
4. Me ocupo de regar mis raíces invisibles. Apenas se ven, pero a veces las oigo pedir nutrientes y un apellido.
5. Puesto que creció sin él, la flor se sale continuamente del tiesto.
6. He echado raíces en tu ombligo. Sé que el mundo es más ancho y la tierra mucho más larga, pero esta diminuta oquedad me ofrece el agua, la paz y el oxígeno que necesito para ser.
7. Los niños y los animales son plantas necesitadas de manos-tierra y de agua.
8. Mis abuelas siempre han regado las plantas con amor.
8.1. Mi abuela paterna no se iba de vacaciones si antes no encontraba a nadie que, durante su ausencia, regara sus plantas.
8.2. Una vez podé los rosales de mi abuela. Mi abuela lloró la muerte inminente de las rosas.
8.3. Hasta su último aliento, mi abuela se empeñó en morir por una herida de rosa. Yo, en cambio, quiero morir en tu ombligo, sin que me arranquen la raíz de la tierra que amo y hasta que se caigan todos los pétalos de mi rosa.
8.4. Quiero tocar el mundo con la misma delicadeza con la que mi abuela trataba a sus plantas. Extenderme. Ver sus raíces. Comprender lo que está por debajo de la tierra.
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L'AMOUR II
Uno se vuelca en el otro
y deja que el otro
se vuelque en uno
rebasando las distancias,
haciendo estrecho lo ancho
y ancho lo que es estrecho.
Uno se agarra
al cuerpo del otro
y deja que el otro
se agarre
al cuerpo de uno
como a una tabla de salvación
en mitad de una masa oceánica
amenazante y fría:
no fue así como sucedió en Titanic.
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NIHIL NOVUM SUB SOLE O LA VOLUNTAD
Aprieto la cafetera con mano de hierro.
Ni ayer ni hoy —y seguramente
mañana tampoco—: nada extraordinario.
En palabras de Azorín: solo calles
y papeles. Edificios, ataúdes y gente.
Nada extraordinario.
Si acaso, la tira de la sandalia
que se me rompió en plena avenida.
Un pie desnudo sobre el asfalto.
Un improvisado amarre que me permita
llegar a casa sin mucha ruina.
A cascobombo y platillo resuena
aquello que tanto me repetía mi padre
calzando botas de hierro:
«¡¿Tú qué te crees que es la vida?!»
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LO PARÁSITO
«los buenos tiempos del milagro del amor [...],
tú me lo has traído,
cuando te lo lleves
hazlo despacio y con cuidado,
como si me estuviera muriendo mientras duermo
y no en vida, amén» (Charles Bukowski)
El amor nos hace débiles,
nos ataca,
nos invade,
nos aliena.
El amor es un parásito-reno
que se pega a la oreja
con violencia
y se alimenta del ideal,
del tiempo y de la sangre
de su víctima.
Usurpa su carne,
sorbe su atención,
roba su energía
y crece sin miramientos a sus anchas.
Tengo este parásito-reno
pegado a mi oreja.
Oír sus afilados dientes duele.
Preveer la siguiente mordida duele.
Pero tratar de quitarlo duele aún más.
Atacarlo a él
es atacar ya a una parte de mí misma
—se alimenta de mi sangre.
Engorda por mis venas—.
Señor,
si ha de caer este amor-reno
que sea por su propio peso
y no por la fuerza.
Señor,
si ha de caer este amor-reno,
que sienta alivio
y no la ausencia, amén.
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Un poema de Yolanda Ortiz Padilla en Manotazos al aire.
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SANTA LUCÍA (COMUNICACIÓN NO VERBAL)
«No fue un sueño,
lo vi:
La nieve ardía» (Ángel González).
Cuando busco tus ojos
y quiero que veas los míos,
me los saco
y los llevo
al modo de Santa Lucía:
expuestos en una bandeja.
Pero acaso tú te acercas
—tímido, torpe y en silencio—
y coges indeciso uno de ellos
y escrutas el tamaño de mi pupila
y acaricias con el dedo mis pestañas
y suave las peinas arriba y abajo
al modo de un cepillo de rímel.
Luego, devuelves de nuevo
mi ojo a su bandeja
y te alejas en silencio
—sin mediar palabra—
mientras yo devuelvo de nuevo
mis ojos a su cuenca
y los hago dirijirse
—en silencio y sin mediar palabra—
hacia el monte de tus trapecios.
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OTRA FORMA DE COMUNICACIÓN
El mordisco destruye
la pureza del beso
la caricia plisada del labio.
El mordisco comprueba
verifica,
con la eficacia del diente
con la violencia del diente,
la fragilidad de la carne del otro,
la realidad de la carne del otro.
Agresivo y tierno lenguaje no verbal.
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EL SEXO EN LA LENGUA
Acumulas en la lengua
palabras y fonemas
que se vierten sobre mi cuerpo
como la alcuza con aceite
se inclina y se vuelca
—dulce y delicada—
sobre la base del pan.
Y yo me vuelvo así
como la tostada,
tierna, humeante y crujiente,
impregnada y manchada
del chorro de tu palabra
esperando impaciente
a que me lleves a tu boca
—al lugar del origen—
y me muerdas
y me tritures
y me saborees
hasta hacer de mí
una masa lisa y homogénea
húmeda y envuelta
solo
en la saliva de tu lengua.
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LO PERSONAL ES POLÍTICO
Cuando las mujeres ovulan
el pelo y la piel se vuelven
más luminosos y brillantes.
El rostro se torna, sutilmente,
más simétrico,
la voz más dulce
y los labios y los pezones
adquieren —de forma natural—
una tonalidad más rojiza.
Pero primero fue el instinto
y luego la cultura:
andar bajo el yugo
del carmín de labios
y del coche de morro largo.
¿Cómo no creer que el ser humano...?
—¡Oh animal racional
de complejísima estructura cerebral
y manual clínico DSM-5
con infinitos trastornos mentales!—
¿Cómo no creer que guías
la mayoría de tus pasos
enfrascado en partículas
de copulina y androsterona
—hasta en lo más ínfimo
y sexualmente implícito—
hacia la llamada
hacia el instinto
hacia la carne en alza
—la sociedad te avala en erotismo—
del libre mercado del sexo?
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«Pienso en tu sexo»
Pienso en tu sexo
creciendo
expandiéndose
justo aquí
para mí
por mí.
Tu virilidad y vulnerabilidad
sujeta a mis manos,
merced a los designios
de mi boca y de mi lengua
que obran sobre tu carne
—viril y vulnerable—
como un dulce sedante
que te induce
que te sumerge
que busca
—fugaz y momentáneo—
la gloria de tu ascensión
hacia la pequeña muerte.
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L’AMOUR
“L’amor i les paraules que són armes” (Aspencat)
Únicamente amaré al hombre
que se postre
y me ofrezca,
no anillos ni grilletes,
sino la palabra desnuda
la libertad en la lengua
y el fuego y el fusil
—y yo diré que sí—
y sellaré en sus labios
el compromiso
conmigo
y con el mundo.
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NON SERVIAM
“El cap i el cor sempre en obres” (Zoo)
En su magnífica labor,
el desarrollo y el desempeño
de una buena conciencia
exige, necesariamente,
una buena dosis de cáustica.
Así, en todo caso,
si decides limpiarte
el culo con ella
servirá, al menos,
para abrasarte el ojete.
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