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lalistadeannalagos · 4 months
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¿Me contradigo? Muy bien, me contradigo. (Soy amplio, contengo multitudes). - Walt Whitman
Amigos, 2023 fue rudo. Aprendí muchísimo. Lo primero, que un año es mucho tiempo. Al menos, suficiente para que contenga muchas vidas. Este año lo recordaré por siempre porque comencé una nueva vida: renuncié muy valientemente a un trabajo que significaba mucho para mí y que consideré por mucho tiempo mi sueño (?). Y por la muerte de mi abuela paterna. Por consecuencia, de la desaparición definitiva del hogar de mi infancia que me duró, para mi enorme fortuna, unos treinta y tantos años. Eso me dejó la segunda lección: el hogar son las personas que quieres, que te quieren, que te cuidan, que te escuchan, y con quienes puedes estar cómodamente en silencio. Tengo una tercera lección: los sueños no deben ser un trabajo. Yo contengo multitudes. Escúchenlo bien, yo contengo multitudes, como dice Ed Yong, y no soy ninguna de ellas, y al mismo tiempo todas ellas. No soy mi familia, ni mi trabajo, ni mis amigos, ni mis viajes, ni mis libros, ni todo lo que me gusta hacer. Pero, soy todo eso al mismo tiempo. La cuarta lección: uno está obligado a formar su propio hogar, con esas personas con las que puedas estar cómodamente en silencio.
Va una breve lista para afrontar el fin de una era:
Tengo la intuición de que las cosas que realmente valen no deben costar trabajo. La vida fluye cuando estás en el lugar correcto. No cuesta nada. Se goza y, quizá se sufre, pero poquito. Casi nada. Muchas veces nada, nadita. Si hay que forzar, intentar, dar más de lo que tienes o empujar. Señor, señora, muévase pronto de ahí. Libérese de ser quién no es. No oculte su verdadero yo por encajar. No lo intente de nuevo. Tome sus cosas y vaya a un mejor lugar. Hay muchos. Muchísimos. Pongamos el ejemplo de una mosca que intenta entrar por una ventana, sin ningún éxito, porque hay un cristal que se interpone. Por más que lo intente, no va a entrar. Está cerrada. Lo que no sabe esa mosca es que, por una parte, hay un cristal, y por otra - la más importante. Hay muchas ventanas, con muchas casas, de muchos lugares increíbles. Y, lo mejor, tiene alas para volar. Úselas para volar. No para chocar. Ok? Es cierto, uno aprende equivocándose. Ya sé. Todo un cliché. Uno enorme. Pero, es muy cierto. La piel se hace gruesa cuando uno toma el camino menos recorrido. Se enfrenta a sus propios monstruos y enfrenta la vida desde otro lugar. La mirada se vuelve aguda, los brazos más fuertes, se llora, sí. Pero, se entiende más pronto que tarde, que no pasa nada. Que el mundo está lleno de lugares increíbles, de personas espectaculares, de oportunidades fuera de serie, y pronto el miedo de intentar algo nuevo… desaparece.
Mi capacidad para hacer lo que puedo hacer está intacta y se expande por el cambio. Como me escribió mi papá: “Your life doesn’t get better by chance. It gets better by CHANGE”. Me di cuenta de que puedo hacer amigos igual de buenos que antes, y quizá mejores. Que puedo conocer a gente fuera de serie, y quizá más que antes. Que mi vida se extendió a lo largo y lo ancho gracias al cambio, a moverme. El agua tiene que fluir. Si no se estanca. Yo igual. Moverse y cambiar nos devuelve a la vida. Nos mejora el aire. Nos oxigena. No he parado de aprender estos meses, y eso me tiene sorprendida por el mundo, y lo que contiene.
Sí tengo que alzar la voz, y pedir lo que quiero. Sí tengo que ponerme al frente. Me enseñaron a ser buena y a quedarme callada. A no pedir lo que quiero. A esperar. Error. Tengo que exigir al mundo y a mí misma lo que quiero obtener. Nadie va a verme si no me muestro, no hay forma. Amigas, hay que alzar más la voz, hasta que nos escuchen. Gritar o golpear más puertas. No es momento de rendirse ante las circunstancias. Nos merecemos un mejor sitio. Uno más cómodo. Más lleno de cosas que nos gustan. Más bonito. Ser valientes, comernos al mundo. Salir de la madriguera. Somos un dinosaurio con plumas multicolor.
Lo importante siempre será lo importante. Lo dice el famoso estudio de Harvard, y lo sabe nuestro cuerpo. Los otros son lo importante. Nuestra familia (no toda), nuestros amigos (no todos) y la gente nueva que nos cruzamos por la vida (no siempre) son las que nos dan la felicidad. Los viajes, los trabajos, las películas y los libros, son tan significativos porque los compartimos con los otros. Porque nos reflejan, como espejos. Porque nos limitan, como piedras. Porque nos dan lecciones. Los otros, lo otro es lo que, por ahora, encuentro más importante.
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lalistadeannalagos · 1 year
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Una lista para construir el futuro (uno que sí nos guste).  Este 2022 fue, sin que yo lo esperara ni un poco, el año de los cambios más profundos. Casi todos ocurrieron en lo que llamaré mi interior. Luego, sin que yo lo notara del todo (pues ocurrieron tan lentamente, que incluso resultaban desapercibidos hasta para mí), brotaron hacia afuera. Para explicarme mejor, haré una lista:  1. Cambie de adentro hacia afuera (aunque duela) y comprométase con su deseo más íntimo. Luego, vuelva a nacer. Cambié de formas tan-bonitas-tan-auténticas-conmigo-misma-y-mi-interior que más de una vez me he preguntado por qué me tardé tanto en tomar algunas de mis decisiones más valientes: cuidar mi cuerpo, mi alimentación, ir a terapia, hacer yoga, correr, renunciar al que creía era el trabajo de mis sueños, elegir-me y alejar-me; no forzar ningún tipo de relación, ninguno en absoluto. Y el más difícil: comprometerme con mi deseo y volver a hacer lo que más me gusta en la vida: leer, escribir, viajar y compartir todo aquello. Con todo el esfuerzo que requiere y comprometiéndome con mi pulsión de vida. (el deseo, ¡qué concepto!). La decisión más importante consistió en tomarme en serio la tarea de conocerme, reconocerme y hacer algunos ajustes en ciertas características de mi interior que ya no me hacían ningún sentido, que me estorbaban tanto que no sabía que hacer con ellas más que hablarles y, con ese simple acto amoroso, dejarlas ir. Con compromiso y no sin poco sufrimiento y lágrimas, fui a las partes más oscuras o las que más me dolían para ver con mayor claridad quién era y por qué era así. Entendí tantas cosas. Todo se fue acomodando sin que lo notara realmente. La consecuencia de esa exploración se tradujo en una libertad y una seguridad que no había experimentado nunca antes. Se fue la Anna indecisa y todo se volvió tan ligero, tan natural… tan simple. También se fue casi todo el miedo al futuro oscuro. Y lo mejor: corté el cordón umbilical. Dejé ir. El ‘deber ser’ me abandonó y yo a él. ¡Qué maravilla! Qué momento más espectacular. ¡Qué descubrimiento!  Fue como volver a nacer. Es que... tengo que citar a Neruda:  “Tengo coraje para empezar de nuevo: fortalecido en mis fragilidades lloro de dicha, de dolor… Lloro de parto. Lloro disculpas a quienes no me amaron, por el maltrato, el frío, el abandono: lloro la herida de todo lo llorable. Y lloro de ternura y de alegría por tanto recibido y encontrado: lloro las gracias por el amor nutricio, por la bondad de los que me ampararon. Lloro de luz, y lloro de belleza por poder llorar: lloro gozoso. Bienvenida es vuestra bienvenida. Sin más queja, dolido y reparado por la caricia de este útero abrazante, aquí estoy: recíbanme. Soy digno. Me perdono y perdono a quien me hiriera. Vengo a darles y a darme íntimamente una nueva ocasión de parimiento a la vida que siempre mereciera. Me la ofrezco y la tomo. Me redimo. Con permiso o sin él, YO me lo otorgo: me doy permiso para sentirme digno, sin más autoridad que mi Conciencia”.  Tener el coraje de empezar de nuevo es una gracia que todos tenemos. La bendigo. Bendigo nuestra capacidad de comenzar todo otra vez. 
2. Si usted es mujer es su obligación ser feminista: empodera y libera. Un hermoso día de otoño tuve la fortuna de escuchar el último disco de Aurora. Ahí hay una canción que se llama Heathens (paganas). No puedo dejar de escucharla. Ni entonces, ni ahora. Es una nueva y refrescante narrativa sobre Eva, la mujer que mordió la manzana en el jardín del edén, desobedeciendo nada más y nada menos que a Dios. Su acto rebelde nos dio a todos la oportunidad del libre albedrío, de la voluntad y del deseo de hacer-y-ser-lo-que-queramos-ser. Bendigo a Eva y a su decisión. También a todas las mujeres valientes que se atrevieron a cuestionar la norma. A no conformarse y a rebelarse en un mundo de hombres que nos han usado, históricamente, para cumplir sus propios deseos a nuestra costa. También leí a la maravillosa Siri Hustvedt, una mujer fuera de serie que me ayudó a ver el mundo con nuevos ojos. Me sentí profundamente identificada con su interés por la ciencia, el arte y el feminismo; también con la psicología y su sinestesia tacto-espejo. Sus ensayo que relacionan la menta y el cuerpo me volaron la cabeza. Leí a muchas mujeres y vi, activamente, obras de ellas. Escribí más sobre el tema y mis ojos lo ven todo de nuevo. Agradecimientos especiales a Mercedes Alvarado que me mostró un montón de poemas de ellas y a hablar más fuerte. 🔥 3. Hay belleza en los defectos. Abrácelos.  “There’s beauty in your beast”. Hasta hace algunos meses creí que lo mejor que podía hacer era reconfigurarme, cambiar por completo. Diseñarme una nueva yo desde cero. Descubrí más temprano que tarde, que aquello era imposible. Tendría que volver a nacer, pero esta vez de verdad. En realidad, somos un árbol. Es la metáfora que más me gusta. Podemos cambiar las hojas, pero el tronco... Entonces, nuestra única esperanza, dada nuestra finitud, nuestra corta vida, es conocernos y aceptarnos tal cual somos. Cambiar lo que podamos y lo que no usarlo a nuestro favor. En nuestros defectos está la magia.
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lalistadeannalagos · 4 years
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Una lista para nombrar las 100 cosas que disfruto de estar en casa
Anna Lagos
Casi nadie habla de lo bueno. Perdí la cuenta de los días que he permanecido en casa. Los he vivido como un sueño hermoso, tengo que confesarlo. Llevaba años, de verdad, años sin parar. Me di cuenta el día en el que, luego de caminar por una necesidad enorme de llenar mi día de no sé qué y echar un vistazo a la nueva vida de la ciudad, no había nada más que hacer. Así que la vida me obligó a detenerme, por primera vez en unos 10 años, me senté en una banquita a ser: vi los pájaritos que estaban comiendo a mi costado, a una señora barrer las hojas que se caían de los árboles, a un vagabundo vagando, me vi a mi misma parar y respiré. Al fin y al cabo no había playas abiertas ni vuelos a sitios inexplorados. Tenía que parar. Estaba cansada. Sigo un poco cansada. Estos días he recordado también la vida de mis abuelos. No puedo dejar de pensar en ellos. Nunca llevaban prisa, la vida era lo que era, siempre se preocuparon (si es que lo hacían) por las cosas realmente importantes. Nada de lujos, nada de deseos inalcanzables, los viajes necesarios para reencontrar la casa más linda que nunca, nada de excesos. Siempre lo justo. La vida era lo que era: despertar con el sol (un poco después), ir por pan para todos, desayunar con uno de la canasta, conversar, la sobremesa era lo larga que tenía que ser, luego, mi abuelo se iba a soldar y mi abuela dedicaba la tarde entera a cocinar, siempre le ayudábamos. El momento cumbre llegaba cuando nos reuníamos todos a la mesa y conversábamos de nuevo, jugaba con mis primos y, luego, cada uno se iba a terminar el día a su casa. Y todo comenzaba otra vez.
Por primera vez, en mucho tiempo, siento que lo tengo.
Puedo respirar sin mucho esfuerzo.
Puedo comer todos los días con Héctor en la fondita de por la casa.
Puedo hacerme tés en la tetera que mi mamá me regaló.
Ahorro.
Puedo escuchar todos los discos de acetato de Héctor
Me siento en paz.
Tengo tiempo para pensar mucho más que antes.
Y para leer. ¡Para leer!
Puedo usar mis pantuflas de lana por más tiempo.
No tengo que hablar con quien no quiero.
Valoré, como nunca antes, los placeres sencillos de la vida.
Como cortar la fruta o sentir el viento de la tarde y de la noche.
Vi las estrellas.
Caminar por las tardes.
Escribir un diario.
Platicar con los amigos - amigos, de cerca y de lejos.
Ver entrevistas de Villoro.
Usar más tiempo mis lentes de armazón.
Sentarme en una banquita a ver a la gente.
Priorizar lo que vale la pena y lo que no.
Encontrarme un poquito más.
Escuchar más explicaciones de Héctor sobre virus y transistores.
Hacer un poquito de Yoga para relajarme.
Hacerme mi desayuno y mi cena.
Tener una vida sencilla.
Pensar menos en el futuro y más en el presente.
Extrañar la vida que tenía y no tanto...
Comerme un mango con chilito.
Las pequeñas fortunas: el hot cake no se quemó, el edredón huele bien, los grillos, un colibrí se asomó a la ventana, le atiné al bote de basura.
Sentir miedo.
Reír para no sentir miedo.
La risa de mi abuela diciendo que “no pasa nada” vestida de amarillo. Más de 80 y con más vida que cualquiera...
Mi mamá abrazándome.
Mi mamá abrazando y besando a todo mundo a pesar de pedirle que no abrazara a todo mundo.
El té negro que sabe a cardamomo y jengibre.
Mi pants negro cuando me cambio a “modo flojo”.
La sensación de que le tiempo pasa muy lento.
La sensación de que tiempo pasa muy rápido.
Las zarzamoras en su punto.
El aguacate perfecto.
Una cerveza.
Los platos limpios.
El olor a menta.
El sol en la ventana; luego en mis piernas.
El sonido de los botones de los amplificadores cuando se encienden y luego, cuando se apagan.
La tarde que parece infinita e imponente.
Las calles vacías.
El silencio.
Sentir que mi vida se parece, a veces, a la de un gato.
Profundas reflexiones sobre la vida en mi mente sin poder compartirlas.
Descubrir nuevos libros.
Navegar-en-internet.
Explorar las posibilidades del fin del mundo.
Tomar un paracetamol.
Una copa de vino o un tequila.
Un helado.
Encontrar nuevas recetas (de vida).
Explorar nuevos escenarios por si todo falla.
Pensar en el peor escenario.
Vivir para no morir en vida.
Imaginar teorías de la conspiración.
El agua del purificador.
Sentirme afortunada de estar en casa mientras el sol es infame; sentirme rara por no estar dentro de una alberca. Pensar en las quemaduras de piel.
Ver memes.
Leer noticias compulsivamente.
Dejar de ver noticias.
Pensar en las pandemias en la época prehispánica.
Sentirme vulnerable.
Sentirme una plaga.
Sentir que no es necesario llenar la vida. Atascarla.
Pensar en los museos cerrados.
Luego, en las librerías.
Ver si alguna sigue abierta.
Comprar algunos libros que quizá no leeré.
... porque el fin del mundo está cerca.
Cantar varias canciones en la regadera.
No cantar ninguna.
Esperar nada. Nunca.
Contagiar... la risa.
Pensar en mi abuela. Solo en ella.
Luego, en por qué mi papá tiene miedo de festejar su cumpleaños.
Posponer.
Intentar no posponer nada.
Recordar que no hay nada para posponer.
No hacer planes. Dejar de planear.
Quizá, hasta aterrizar.
No viajar.
Viajar solo si hace falta.
Ver el mapa del mundo y pensar en Italia y en Bolivia. También en Oaxaca.
Correr si hace falta.
Mejor caminar, hay tiempo.
Recordar a mi abuelo.
Pensar en cómo vivieron mis abuelos.
Creer que su vida se parecía un poco a la mía, pero con 4 hijos.
Pensar en el futuro.
Mejor no.
Llorar.
Dormir más de lo que necesitaba.
Descubrir que estoy viva.
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lalistadeannalagos · 6 years
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“Me interesa todo”. Una lista para disfrutarlo, aunque el mundo quiera especialistas en nada Amigos, tengo que confesarles algo: me interesa todo (o casi todo). Lo mismo la ortografía que la manera en que funciona un arduino. Lo mismo la administración que la investigación de mercados; la arquitectura y los pistilos de las flores. Los mensajes publicitarios que los misterios de la psicología; las teclas negras en los pianos que las estructuras de los puentes vehiculares. Los documentales y el diseño de interiores: el fútbol, la receta de un plato árabe rarísimo. La historia de la lengua y el último chisme de la televisión local. Lo que le pasa a las personas cuando fuman que la historia de las uvas y los jitomates, la última canción de Shakira que las cantatas de Bach; el SEO y las cartas del siglo XVIII.
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lalistadeannalagos · 7 years
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                                  Una lista para retomar el camino
 Amo escribir. Desde hace mucho tiempo que lo sé. Pero, últimamente lo hago cada vez menos y ese hecho me tiene absolutamente contrariada, decepcionada conmigo misma, enojada y triste. Sobre todo triste. Siento que fui muy poco honesta conmigo misma en los últimos… casi dos años. Me guíe por cosas ajenas a lo que algunos llaman pasiones y otros vocaciones. Decidí, en cambio, creer en los terribles números rojos el periodismo actual, en las dificultades de la vida cotidiana, en los créditos bancarios, en las estúpidas cuentas que no acaban, en el futuro sin pensiones que valgan, en las comodidades y los viajes de placer. No me culpo, todo eso es cierto. El periodismo de los clics que busca llenar a una insaciable masa ávida de contenidos (buenos, malos y más o menos) existe y está en una severa crisis que se antoja insostenible por mucho tiempo más, por lo menos con el modelo actual; la vida para los que nos etiquetaron como “millennials” está cada vez más cabrona: la exigencia de tiempo, conocimientos y productos – lo que eso signifique para cada quien - terminados es casi esclavizante, no hay tiempo que alcance y el hecho se generaliza y, por lo tanto, se normaliza, al grado tal que los que nos estamos convirtiendo en adultos (los que no somos youtubers) agradecidos por tener un trabajo que nos dé para vivir más o menos (y ese más o menos significa rentar – con roomies, claro- o depender de un crédito bancario de risa loca por más de 25 años… en pareja, tomar café por $60 pesos el vaso y viajar de vez en cuando, en el mejor de los casos) y no aspirar a tener una vejez digna si no se ahorra lo suficiente, ver y escuchar en streaming y… pasarla bien – en el sentido más hedonista de la palabra- mientras duremos en esta breve, pero hermosa vida. Les decía: amo escribir, pero me preocupé por lo que hasta hace poco no me había interesado en absoluto: el porvenir, el dinero y la comodidad. Elegí mal. Se me olvidó todo lo que me había quedado claro hasta hace poco, me olvidé del hecho casi universal sobre hacer lo que nos gusta. No hay otro camino que hacer lo que nos gusta. No existe y si existe está lleno de frustraciones, cancelaciones de sueños e insomnio generalizado, sólo interrumpido con pastillas para dormir.
 Así, en vez de seguir haciendo lo que me gusta, abandoné mi blog el día que murieron mis abuelos y dejé de escribir hasta por hobbie. Me enlisté en una Maestría sobre Publicidad, decidí aprender todo lo posible sobre Social Media, SEO y hasta Audiencias, sobre Mercadotecnía, Branding, SEM, Marketing Digital … y otros tantos términos en inglés. Y al abandonar lo que en serio me gusta como las revistas culturales; la literatura de vanguardia, la poesía con y sin métrica, las maravillosas columnas de Villoro, Roberto Zamarripa, René Delgado y Rosa Montero, las clases donde se discutía sobre todo, menos sobre uno mismo… me abandoné. Ahora, que volví a mis listas en tiempo de crisis, me gustaría retomar el camino original ese que me llevó a escribir la primera lista, el camino donde escuchaba a esa voz que me decía por dónde continuar, que me hacía dormir tardísimo y despertarme tempranísimo, el camino donde sentía que el tiempo no pasaba y que me hacía sonreír y sentir que mi vida era maravillosa. No importa el precio que tenga que pagar.
 1. Conocemos la vieja lección literaria: atesoramos mejor lo que perdemos. Creo que era 2015 cuando dije: “estoy cansada de escribir”. Lo decía en serio. Las articulaciones de mis dedos me dolían después de un día laboral cualquiera e inventarme cualquier cosa para llenar las páginas blancas me daba fatiga, por eso tomé la oportunidad que me daba la vida para dejar de hacerlo. Pero, tan pronto como lo vi perdido, más lo valoré. Me acordé de lo mucho que lo disfrutaba y de lo bien que lo pasaba. Quizá sólo tenía que experimentar la pérdida para continuar y con más fuerza:
 “No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!”
 2. Con el tiempo, la tierra del origen se transforma en un sitio más cercano a la ilusión que a la realidad. De pronto, los últimos meses, recordé que el origen era más brillante: hacer entrevistas, escribir en vivo, tomar apuntes, proponer temas, salir y comerme el mundo; resumir, anotar, investigar, denunciar, y volver a empezar. Pocas cosas me hacían tan feliz, no sentía nunca que estuviera trabajando y creo que ese es el punto para sentirse en la vida menos infelices que el resto. “No puedo admitir la verdad como inferencia de la consistencia”. La consistencia es pues, para mí, que lo que uno sienta, esté directamente relacionado con lo que uno piensa, por lo tanto, con lo que uno hace en el día a día, esa es la verdad y ahí hay que permanecer estoicos.
 3. El lugar común de las paralelas que se encuentran en el infinito tiene una larga historia. No es fácil descubrir una solución cuando no se ve el problema, mucho menos cuando se está en él, pues todo resulta intenso y hasta irresoluble, quizá hasta imposible. Tampoco es fácil reconocerla si aparece donde no era de esperarse. Es decir, la historia de la ciencia está llena de reconocimientos tardíos, de precursores inesperados… como la vida. Uno tiene que volver a su línea paralela que camina sola, pues no tiene que encontrarse con nadie (ni con nada) para seguir su camino infinito…
 4. Prefiero la voz baja, el tono de quien conversa y hace una pausa para que intervenga el otro. No disfruto de los gritos, ni del protagonismo. Tampoco de ser el primero en advertir algo, prefiero la voz baja; me he encontrado en la vida con tantas personas que se pierden en las ilusiones del poder o la fama que se transforman en monstruos indelebles: no quiero. No me interesa eso que llaman “liderazgo”, que siempre está disfrazado de tantos males condenables como la avaricia, la presunción y la egolatría;  no me interesa eso otro que llaman “poder”, pues está lleno de pesadillas y responsabilidades de otros. Me interesa el otro sin máscaras (muy difícil de conocerlo si uno se pone en el papel de jefe, superior u observador que juzga), me interesa escuchar y la cooperación genuina, no por conveniencia o lambisconería. Prefiero la voz baja, el tono de quien conversa. El trato entre iguales.
 “Como una sola estrella no es el cielo,
ni una gota que salta, el Océano,
ni una falange rígida, la mano,
ni una brizna de paja, el santo suelo:
tu gimnasia de jaula no es el vuelo,
el sublime tramonto soberano,
ni nunca podrá ser anhelo humano
tu miserable personal anhelo.
Qué saben de lo eterno las esferas?
de las borrascas de la mar, las gotas?
de puñetazos, las falanges rotas?
de harina y pan, las pajas de las eras?...
¡Detén tus pasos Lógica, no quieras
que se hagan pesimistas los idiotas!”
 5. Asumo el fracaso como un triunfo secreto. Me equivoqué, pero asumo el fracaso como un triunfo secreto. En el camino me encontré con herramientas valiosísimas para lo que de verdad me apasiona, me encontré con un mundo de más anchas dimensiones y descubrí la ambición de lo perfecto. Descubrí que uno no aprende nada en vano: todo sirve, además, gracias a mis “errores” descubrí a personas fuera de serie, pero es momento de retomar el camino.
 6. Reconocer es un palíndromo, como mi nombre, se puede leer de ida y de vuelta y siempre se encontrará la misma palabra. Reconocer que me equivoqué puede ser el camino de ida, ahora viene el de vuelta: ir por lo que me gusta asumiendo los costos extra.
“Nunca tendrá tiempo libre, en la medida que nunca tendrá tiempo esclavo. Tendrá un sólo tiempo porque al reconocer al oficio como una forma de vida, reconocerá que el trabajo es deber y placer, es realización plena. A diferencia de otros oficios, la comunicación integra al profesional de ella, nunca lo desintegra y lo mantiene, valga el aparente absurdo, vivo en vida...”
 ¡MOLTO PIU AVANTI!
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lalistadeannalagos · 9 years
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                    Una lista para superar la vida y la muerte
Es cierto, todo el tiempo estamos muriendo. El escritor Ramón Gómez de la Serna, reconocido por promover la vanguardia y después ser parte de ella en España, se burló de ese hecho cuando escribió su libro ‘Automoribundia’, pues en vez de escribir la historia de su vida se lanzó al vacío para escribir la historia de cómo, cada día, iba muriendo: como todos.
Me hubiera gustado no escribir esta lista. Pero, uno necesita escribir para sanar. Al menos a mí así me pasa, yo no lloro, escribo. Es mi forma de llorar.
Justo hace un mes murió mi abuelo paterno, hace siete días mi abuelo materno. La muerte ha estado cerca, los ciclos que se cierran. Lo sé porque también murió un cactus, el más pequeño de la casa, el más gracioso, el que adoptamos con amor, pero le faltó un poco más de sol, de pláticas, de alegría, de agua, quizá. Como a mis abuelos que se fueron, para nunca más volver.
Por ahí leí que uno tiene un poquito de culpa cuando alguien se muere, lo creí cierto.
A mi abuelo Froylán le faltó un poquito más de sol, faltó que le platicáramos más, que le dijéramos todo lo importante que era para nosotros, pero, como siempre, no dijimos nada. Cuando leí eso realmente creí que las personas pueden ser inmortales si se les quiere como se debe, si uno no escatima en dar amor. A mi abuelo Jesús también le faltó algo de sol, aunque siempre lo buscaba por las tardes sentado en una banca que improvisó con tabiques en el patio de la casa, pero no fue suficiente. Él ya casi ni quería vivir, le faltó amor.
 La muerte es cabrona. De verdad que lo es. Uno ya no vuelve a ser el mismo después de la muerte. La verdad, nunca había experimentado muertes tan cercanas, nunca alguien tan querido se había ido de mi lado, yo ya no puedo ser la misma. Me falta algo. Mi error fue dar todo por perdido cuando aún no estaba del todo perdido, meses y meses antes de la muerte de mi abuelo paterno, cuando él pasó a una etapa crónica de su enfermedad, yo ya sentía el vacío: las caras largas, la ausencia de los domingos en familia, la tristeza por ver a quien más quieres sufriendo. Uno sabe cuando se acerca el final, en ese momento supe que se había acabado una maravillosa etapa de mi vida en un instante. Cuando me di cuenta de que esa etapa había terminado, no paraba de llorar, cuando él murió sentí una tristeza brutal que hasta ahora me recorre, pero, al menos sé que ya no está haciendo esfuerzos por respirar. Creo que eso es lo que me da una paz agridulce.
Por ahí también leí que todos estamos luchando una batalla diaria, que por eso hay que ser amables siempre. Es cierto. Cada uno debe llevar a cuestas lo que se debe llevar a cuestas cuando se está vivo: las muertes, las cuentas, las confusiones, los sueños, la vida, la vida.
Ahora que mis introducciones son más largas que las listas, quiero aprovechar para decir que aún no me acostumbro a esta etapa nueva llena de ausencias y de ciclos que terminaron y que sobreviven como fantasmas. No me gusta, pero no puedo negarla. Supongo que me ha hecho fuerte y que he podido seguir sonriendo a pesar de las lágrimas, de ver a los míos tristes. A veces, ser fuerte sirve para seguir viviendo.
En fin, les dejo una breve lista para superar la muerte cuando a nosotros nos toca seguir viviendo:
 1.- Después de la muerte, sólo queda vivir. Lo único que se me ocurrió después de que mis abuelos se fueron de la tierra fue vivir, lo que sea que eso signifique. Retomé mi lista de sueños, dejé en el librero la tristeza y decidí andar por el mundo para que me tocara el sol, para sentir el amor, para experimentar la risa. Observé con más ahínco los pistilos de las flores, las nubes y los insectos; me dediqué a hacer lo que me gusta y a olvidarme un poco del ‘deber ser’. Me dediqué a ser: a dormir sin despertador, a comer lo que me gusta, a abrazar fuerte a mi mamá, a mi abuela, a mi papá. Es que sí, sólo queda vivir. Desperdiciar el tiempo en rezos, entierros, lloriqueos y pésames es un desperdicio total, lo único que queda es el momento y nada más.
 2.- La vida es un ciclo (in)finito. Cuando crees que no encontrarás el amor, llega alguien que te emociona como si nada hubiera dolido antes. Cuando alguien muere, alguien nace. Cuando alguien se va, alguien llega. Cuando un trabajo se termina surgen nuevas oportunidades. Cuando crees que todo ya acabó, todo vuelve a comenzar. Así funciona, ciclos y ciclos que no dejan de surgir como la vida que nace hasta en el concreto. Una vida conteniendo muchas vidas. Nuestro ciclo terminará cuando la última de nuestras vidas se haya ido, se desvanezca para siempre, y eso quien sabe. Quizá ser polvo sea un forma de ser y de permanecer en el ciclo interminable, uno nunca sabe. La cosa es que todo se renueva, nada perece. Nada se estanca, somos como un río.
 3.- ¡Al diablo con los rituales! El séptimo cielo, los rezos, las largas caminatas con un ataúd, los pésames, los llantos, el querer hacer algo cuando se acabó ya no cuenta. No tiene sentido. Eso lo supe cuando no terminé la carta que le escribí a mi abuelo, la dejé a medias, pues él ya no podía escucharme. Lo supe también cuando me asomé a ver su cadáver, él ya sólo era un cuerpo y un cuerpo sin su alma y sin su risa, sin su ejemplo y sin su lucidez no era nada. Llorarle a un féretro no tiene el menor significado. Aventar flores y repetir oraciones sin fin es un desperdicio. Como dice mi prima: él se queda aquí, señalando su corazón y su cabeza. Sí, mis abuelos siguen “aquí” y de ahí nadie me los quita.
 4.- Si uno perdió algo es porque ya lo había ganado.  La primera sorpresa que experimenté fue cuando mi frijol que, entre dos algodones húmedos, creció en un frasco de Gerber membretado con mi nombre junto a la ventana del salón de clases de la primaria Sor Juana Inés de la Cruz. Al principio, parecía una naturaleza muerta en el recipiente donde mi mamá guardaba los frijoles y lo era, pero lo rescaté. Elegí el más bonito para que diera vida después de la muerte. Sólo necesitaba un poco de sol y humedad para sobrevivir, quería rescatar a todos los frijoles que mi mamá guardaba en la alacena, pero no tuve éxito. Vi como, poco a poco, brotó un tallo verde y lo cuidé como a mi vida, lo regaba, lo ponía al sol, lo resguardaba de los vientos fuertes y hasta un día le hablé, pero murió. No sentí tristeza porque no me habían dicho que debía sentir, pero sí entendí cosas, quizá que todo lo que nace, muere. Como cuando olvidé cambiarle el agua a mi charal y a mi regreso ya estaba panza arriba. Como cuando se murió mi bonsái, como cuando mis abuelos se fueron. Pasa que no existe felicidad sin costo, ¡qué lástima!
 5.- Me gusta pensar que morimos como mueren las estrellas. Una estrella muere cuando en su interior dejan de existir las reacciones nucleares (cuando dejamos de sentir, cuando dejamos de hacer, cuando dejamos de soñar, pues como las estrellas, esas reacciones [nucleares] evitan que colapsemos). Las reacciones nucleares llegarán a su fin cuando su núcleo esté compuesto por carbono, rodeado por una capa de helio y un envolvente de hidrógeno. (o, en nuestro caso, cuando nuestro corazón se llene de soledad, de enfermedades, de sinsentido) Cuando llega este momento la estrella se habrá expandido hasta 200 veces más que su tamaño inicial (fase denominada: gigante roja) y después, como ya no habrá presión generada por las reacciones nucleares la estrella comenzará a reducir su tamaño. Una vez que esta presión ha logrado frenar el colapso la estrella original es ahora un cuerpo celeste llamado enana blanca: sin luz propia y entre cien y mil veces más pequeño que el Sol, un cuerpo nomás, sin alma ni nada, pues.
 Lo bonito de la analogía de las estrellas es que todos aquellos elementos del sistema solar con masas atómicas mayores a la del hierro se produjeron en el momento en que estrellas más masivas que el Sol murieron. Es decir, la muerte deja huellas. La muerte deja vida. De hecho, el Sol (una impresionante estrella) nació de la explosión de supernova de una estrella masiva. Me gusta pensar que mis abuelos se expandieron y explotaron para dar oportunidad a que nuevos ciclos se presenten y nos emocionen, ¿no?
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lalistadeannalagos · 9 years
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Una lista para el amor (carta abierta a quienes me enseñaron que sí existe y vale todo lo que cuesta)
A mis abuelos:
A mis papás:
A Héctor:
No tienen idea de lo mucho que he aplazado esta lista. Desde hace ya algunos meses tenía la profunda necesidad de escribirme,  pero este día ya no pude más: tuve un ataque de ansiedad que no me dejaba respirar. Después de tomar un poco de té, poner un incienso de lavanda, comer chocolate oscuro y nueces de la India… tuve que llorar. Esta vez no fue ‘por nada’, la razón de la presión en mi pecho era porque me había convertido en una adulta con todo lo que ello implica.
Ese fue el diagnóstico de una o dos mujeres que me han llevado, para mi suerte de principiante, de la mano por este pedregoso camino. Ella me dijo lo del chocolate 90% cacao, pero también me ha dado algunas lecciones de vida que no olvidaré; paciente y amorosa, me ha escuchado y visto llorar. Gracias infinitas por eso.
Les decía, tomé una decisión, una de las más valientes (aunque no lo parezca) que he tomado, elegí lanzarme a la aventura con la persona que más amo en el mundo, pero de pronto y de la nada los miedos me invadieron, también las dudas y, como un par de semanas después, ya quería mi espacio de vuelta, mi música a todo volumen, mis sueños de estudiar 2 (o 5) licenciaturas más y 2 maestrías extra, hasta quería mi desorden y las veces que sentía frío o soledad. 
“¿Annie está consciente de que las relaciones terminan, que son por un rato?”, algo así le dijo mi papá a mi mamá cuando (en un peculiar día) tuvieron que regresar a casa juntos; dicho sea de paso, mis padres están separados desde que yo tenía 8 años. Repetir su historia (que también fue la mía) es mi principal miedo.
Ya que les hice otra confesión, quiero escribirles esta lista, una para el amor, ese que hace que uno lance otro de esos horribles adjetivos cursis, ese que logra que la vida sea maravillosa, ese que nos inventamos a cada rato; para aventar los miedos justo ahí donde desaparecen y no vuelven, para construir algo mejor de lo que ha sido antes:
1. Buscar ejemplos donde el amor triunfa sobre la estupidez. “¿Y tus abuelos?”, me dijo Héctor cuando le conté lo que mi papá le había dicho a mi mamá. Mis abuelos son el ejemplo más próximo que tengo, un documento vivo que me grita que eso del amor para toda la vida no es una utopía, que construir un mundo mejor (aunque sea pequeñito e insignificante como un granito de arena) merece la pena (y la felicidad y los abrazos y los besos y la magia y todo).  
 2. Olvidar el futuro. Yo que vivo siempre en el mañana, me cuesta trabajo concentrarme en el día a día y siempre pienso que por decidir algo me estoy perdiendo de otras tantas cosas, que si no pienso en lo que viene, la vida me tomará con los brazos en los bolsillos y caeré de frente, que tengo que planear, que tengo que hacer más listas, que tengo que estudiar más y leer más y escribir más para que el futuro sea mejor. Pero, en mi afán (sin ton ni son) pierdo los detalles y… me pierdo, sin darme cuenta, de la vida. Por eso, ¡para qué pensar en el amor para toda la vida si no sé lo que sucederá en el minuto próximo! Más vale que nos concentremos en lo que podemos (que no es poco) y disfrutar, pues no queremos llegar a viejos y darnos cuenta que no hemos vivido.
3. Es cierto. Las relaciones (y todo) acaba, perece. Mi mamá y mi papá duraron 6 años de novios y 8 años de casados y sé que se amaron profundamente, lo sé de cierto y aunque todo acabó, cada uno por separado me ha dicho que lo volverían a vivir de ser necesario pues la sensación de flotar, amar y ser correspondido, tomarse de las manos y dar y recibir cartas es “indescriptible”. Mis abuelos tienen hijos de más de 50 años y caminan juntos a pesar de su vejez y sus humores impredecibles, una amiga se enamoró a primera vista y se fue a otro país, lejos de su familia, su idioma y sus amigos… sólo por amor. Supongo que nadie piensa en los finales cuando todo está apenas comenzando, supongo que todo vale y no importa cuanto dure, al final, parece que lo menos importante es si dura un día o 14 años, si todo tiende a sucumbir más vale que en el camino, antes del fin, hayamos aprendido mucho, amado mucho y llorado hasta secarnos. De eso va un poco la vida.
4. Porque amar es revolucionario. Todo esto es un invento, uno muy bonito. Por ello, tenemos la oportunidad de desechar lo que nos dijeron que era el amor, tenemos la posibilidad de romper paradigmas y armar otros modelos para que lo que estuvo mal cambie por algo mejor, no sabemos qué, ni dónde, ni cuánto tiempo nos tomará, pero, finalmente, es nuestra tarea más urgente, porque en las relaciones humanas se construyen sociedades más justas e igualitarias, porque es nuestra oportunidad: la de olvidar lo que fue para otros y armar nuestro camino, de no temer a nuestra imaginación y desafiar algunas reglas llenas de vestidos blancos y música melosa, para construir algo que nos ayude a crecer, lejos de los anillos de compromiso y los ramos de flores artificiales, quizá lejos de los “para toda la vida” y las promesas. Eso: revolver, revolverse, cambiar violenta, rápida y profundamente eso que nos enseñaron, pues, finalmente, nosotros lo construimos… pero ya no nos sirve como antes.
5.  Para complementarnos. ‘Ya no sé dónde concluyes tú y dónde comienzo yo: somos un mismo nudo de amor’, diría el buen Ramón López Velarde y me pasa todo el tiempo. Después de algunos años de relación, Héctor y yo nos hemos convertido en un poco de los dos y eso ha hecho que mejore algunos de mis aspectos más defectuosos y más cuestionables, y, aunque a veces me extraño, me gusta ser un poco de lo que fue alguna vez él, pero que ya no es más, pues ya somos una sílaba inseparable. Es curioso convertirte en lo que amas.
6. Para jugar con el azar. Enamorarse sigue siendo entrar a un territorio arcaico y mágico que no depende sólo de nuestra voluntad. Uno no decide enamorarse o encontrar al amor de su vida, esas cosas pasan igual que como muchas otras cosas, con un poco de suerte, un poco de ganas y un poco de sueños. Quedarse en una realidad tal como la conocemos, es una pérdida de tiempo. No queda tiempo, hay que transformar.
7. Porque cada quien hace lo que quiera con el amor. Porque el amor es ambivalente y cada quien tiene derecho a celebrar y honrarlo como mejor le parezca (con anillos de compromiso y vestidos blancos, si quieren). Invéntense su mundo, aunque aún no exista y porque aún no existe. Aviéntense al vacío y digan esta oración al final de la semana: “Deja ya de temblar, cuerpo”.
 8. Un sitio donde de veras sea cierto el amor. “Los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”, dijo Gabriel García Márquez y yo también quiero tener el derecho a creer en las cosas en las que nadie cree.
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lalistadeannalagos · 9 years
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“Invisible: todo eso que siempre ha estado allí. Invisibilidad: superpoder
que sólo se adquiere haciendo lo mismo durante mucho tiempo y en el
mismo lugar”.                                         -Fernando Rivera Calderón, Diccionario del caos.
  Una lista para ver lo invisible y alejarse de la invisibilidad
  Existen cosas que no vemos y de pronto, cuando se van, aparecen. Luego, hay otros que comienzan a desvanecerse en su rutina al grado de parecer un mueble más. ¡Qué lástima! Pero, yo no quiero añorar lo invisible, ni acercame, de a poco y por el paso de los años, a ser parte del paisaje habitual.
Por eso, quise hacer esta lista, una nueva para terminar el año con más sueños en el tintero, con algunas sentencias para alejarnos de la invisibilidad, para que la vida no se nos vaya en unas cuatro paredes, frente a una computadora, entre bancos, cuentas o trabajos sin sentido.
1.- Ver lo invisible aunque la rutina no nos permita ver lo realmente valioso. Hace no mucho, me di cuenta que el tiempo había pasado demasiado rápido, me di cuenta porque vi a mi abuelo, mi querido abuelo, sentado en un sillón con un tanque de oxigeno. En ese momento, tuve que hacer una pausa a la vorágine, a las ambiciones, a la rutina aplastante, a mi trabajo, a la escuela, a los pendientes… porque ese hecho me gritaba: ¡Anna, la vida está pasando y te la estás perdiendo! En ese momento, me di cuenta de lo invisible, me di cuenta que nada es para siempre y que mi abuelo, el de siempre: el de la voz fuerte que casi grita, el de las anécdotas interminables, el del humor ácido, el hombre que más quiero en el mundo, el que amaba soldar, podar el pasto, córtanos fruta, hacer comida, enseñarnos a jugar, regañarnos, muy a su manera, porque no estábamos tapados, el que nos preguntaba si estábamos satisfechos, el que salía a la calle a saludar a medio mundo, mi abuelo, está sentado en una silla respirando gracias a un tanque de oxigeno, ese hecho me puso de frente a la muerte, a los finales y sé que él se irá (quizá yo me vaya antes, de la vida no hay que fiarse) y con él se están yendo las reuniones familiares, la alegría en la casa de mis abuelos, la inocencia de mis primos, la sonrisa de mi abuela, las sobremesas de los domingos que parecían interminables, la vida… se está yendo y no hay nada que hacer contra el implacable tiempo. Por eso, (como dice mi mamá) no queda más que disfrutar cada momento invisible, es decir, las pláticas con los que quieres,  las reuniones familiares, respirar profundo, comer la comida de la abuela, cantar hasta que duela la garganta, bailar porque sí… porque, de pronto y de la nada, la muerte te acechará y eso que creías interminable, sólido y firme, será endeble y se te irá de las manos sin previo aviso. Es en serio.
2.-  Moverse y hacer cosas diferentes para no poseer ese indeseable superpoder de la invisibilidad. Hay que huir de la rutina como quien huye de un oso hambriento en medio de un bosque embrujado, hay que alejarla, no permitir que nos aplaste, para eso hay algunas fórmulas que me he inventado: probar un nuevo camino, salir a caminar, reunirse con personas que no hayas visto de hace tiempo, cometer una locura de vez en cuando, brincar aunque el resto te mire con desprecio, llorar sin motivo aparente, acudir a museos, cenar algo exótico, creer en el amor, armar un mundo ideal (aunque sea chiquito), leer historias extraordinarias y luego imitarlas… ¡hay tantas cosas que hacer para no parecer un mueble, para no morir de invisibilidad! 
3.- No fingir aprender, trabajar, soñar o amar. A ver, a ver, es cierto que la vida es sueño y los sueños, sueños son, pero… no hay llegar a fingir que se siente, ni pretender que se vive. Eso es para los actores y los mejores, no fingen nada en absoluto. Si vas a amar, que sea con todo el corazón y entregando todo, si vas a aprender que sea con los cinco sentidos, si vas a soñar que sea algo grande, si vas a abrazar que sea un abrazo entrañable, las cosas no se pueden dar a medias, así no funciona. El momento es hoy y no existe nada mejor que sentir que lo diste todo y que no te arrepientes de nada. Ir a fingir no es sano para nadie y, al final, las personas que rodeamos a los que fingen, nos damos cuenta que fingen y eso no sirve de nada. El que cree que engaña a los demás se está engañando a sí mismo y, no vale nada que no valga realmente, es decir, la vida no pretende ser vida: es. Y entrega sus manjares todos los días, ¿por qué nosotros tendríamos que armar un teatro emulando vivir, amar o soñar, como no queriendo la cosa? Nacimos para vernos y que nos vean, no para ser un holograma descolorido de nosotros mismos.
4.- Cumplir con las promesas de escribir una canción y de viajar por el mundo. Tengo una lista de sueños, en esa lista tenía una deseo profundo: que mi abuelo me enseñara a soldar. Lo dejé para después, porque primero compré un telescopio y luego fui a un país donde hablaran una lengua desconocida, luego me subí a un globo y después cumplí mi deseo de que me pagaran por escribir, y olvidé ese sueño y ahora, será difícil cumplirlo. Entonces, no hay que olvidar las promesas, no hay que hacerlos mal y tarde, no hay que renunciar a nuestro sueño de viajar, no hay que renunciar a nada, si seguimos renunciando a las cosas que realmente nos importan nos toparemos con lo invisible y será ya muy tarde, pero, hay cosas que pueden esperar y otras que deberías hacer mañana en la mañana. La vida es corta “y esta flor que hoy sonríe, mañana morirá”.
5.- No perder de vista lo realmente importante. Hace no mucho tiempo le platiqué a mi papá mis planes: terminar mi segunda licenciatura, seguir con la maestría, estudiar inglés, francés e italiano, hacer entrevistas más ambiciosas, viajar, hacer diplomados en periodismo o letras… y él me puso algunos ejemplos de vida que pusieron mis sueños en perspectiva. Me dijo que uno de sus amigos tenía graves problemas de salud, aunque tiene un doctorado y ha viajado por el mundo; otro de ellos se divorció y su vida personal es un desastre, pero está a punto de terminar una importante maestría, me dijo, en fin, que la vida está en otro lado y que no hay que olvidarse de ella. Él, amante de Los Beatles enunció la mitad de una de las frases más famosas de uno de sus integrantes: “la vida es eso que pasa, mientras…”. Y, creo que tiene razón, no hay que perder de vista lo realmente importante. El éxito profesional, sobresalir en la academia o los títulos valen menos que nada si perdemos la salud o a los que más queremos. Pero, ojo, no hay que perder de vista nuestros sueños personales e íntimos, que las relaciones y la vida se nutren de ellos. Todo en su justo balance.
6.- Hacer una pausa cada vez que sea necesario. “Afilar la sierra”, le llaman. A veces, nuestra vida es un completo desastre, no sabemos por dónde continuar y qué es lo que haremos de aquí en adelante, por eso, es momento de hacer una pausa y organizar todo de nuevo: revisar y cuidar tu cuerpo, tu mente, tu corazón y tu alma. Abandonar un mal hábito, suscribirse a una revista, salir con alguien de tu familia, contemplar una puesta de sol, mantener viva la esperanza, hacer tu lista de deseos, pensar en cómo serás en cinco años, y esas cosas que nos hacen tomar aire de nuevo y reiniciar todo otra vez.
7.- Tener una identidad distinta cada día. ¡Qué aburrido ser uno todos los días! “Yo soy un coctel de personalidades”, dijo Oliverio Girondo, y suscribo.  ¿A quién le interesaría ser uno si se pueden ser todos? Lo sé, es impráctico, muchas veces difícil y hasta confuso pero es un gran antídoto contra la invisibilidad, ¡garantizado!
8.- Dejar a los miedos a un lado. No hay nada que temer, hay que ser valientes, el futuro es de los que arriesgan, pues nada han de ganar los que siguen temiendo. Por la dudas, una buena fórmula contra el miedo puede ser la que dejó escrita el bueno de Pessoa: “Espera lo mejor y prepárate para lo peor”. 
9.- Empezar de nuevo cada vez que sea necesario. “Con los años no se aprende nada; con la muerte se aprende que nada es para siempre y esa sabiduría se va acentuando conforme el panteón personal se hace más amplio. Cuántas muertes carga cada quien da una aproximación más cierta de la edad verdadera, pues la muerte se va anotando en el carácter y en el ánimo; las muertes son muescas indelebles, cincelazos que atemperan y doblegan, destartalan y calman, todo a la vez. Así se nutre la experiencia”, escribió Óscar de la Borbolla en La libertad de ser distinto y le creo. Yo he sufrido algunas pérdidas que han parecido muertes que me han dolido tanto que la recuperación de una me llevó poco menos de 10 años y de otra más de un año, han sido pérdidas insustituibles y profundamente dolorosas, que me han invitado a comenzar de nuevo, como si nada y todo hubiera pasado. Comenzar de nuevo cada vez que ha sido necesario es una manera de decirle al mundo que estás vivo y, ahora, puedo gozar del aprendizaje, pero sé que vienen “muescas indelebles” que me harán empezar todo otra vez.
  10.- Celebrar la vida y los ciclos que inician y terminan. “Si además de entender el concepto infinito (lo que no tiene fin) supiéramos lo que realmente implica, no usaríamos con tanta frecuencia palabras como siempre, nunca, eternidad, o todo. Porque infinito no es como la palabra perro que, por un lado, se entiende y, por el otro, se puede imaginar el referente. Nadie imagina nada cuando dice: “infinito”; a lo más piensa en “mucho”, que es un término extraordinariamente vago”, dice De La Borbolla en el mismo libro cuando habla de infinitos, y es que, es cierto, la vida se trata de ciclos y hay que disfrutarlos mientras duren, aunque uno desearía, en algunas ocasiones afortunadas, que las cosas quedaran estáticas y que la vida fuera tan feliz como en esos momentos mágicos, lo cierto es que todo cambia y hay que estar acostumbrados a ello, al tiempo que celebramos estar vivos y los milagros que presenciamos a cada rato. Pero, hablando de “infinitos”, Óscar termina ese libro con un párrafo memorable:
“Si el inifinito no está al alcance de nadie, ¿no será sensato olvidarnos de él y regresar – como El Principito a su asteroide – a cuidar una flor? Sensato sí; pero no me conformo, pues el único infinito del que no he desertado es el de mi inconformidad”.
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lalistadeannalagos · 10 years
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Una lista para mantener viva la esperanza, sin que la rutina aplaste
 “Existen dos causas que producen las confusiones: no decir lo que pensamos y no hacer lo que decimos”, eso fue lo que leí en una de las cientos de publicaciones que veo al día en algunas de las redes sociales que reviso, casi por impulso.
 Aprovechando que ya están por aquí, tengo que confesar que estoy confundida. Y sí, creo que es por alguna de las dos razones anteriormente citadas. Entonces, decidí acabar con mi autocensura inexplicable, esa que ha logrado dejar en mis archivos ocultos algunas listas que se veían esperanzadoras e inspiradoras.
 Pero, he decidido algo muy importante: dejaré de lado las confusiones y con ello las incongruencias, pues eso de no decir lo que se piensa o no hacer lo que se dice es un punto que no se le puede permitir al espíritu de nadie; dejaré que las listas fluyan y mi vida también, aunque los costos sean altos, pero no más altos que sentirse como en prisión.
 En fin, dicho esto y liberándome de otro de mis secretos comenzaré esta bonita lista, que pretende sacar a la luz todo eso que era (¿o sigo siendo?)  y también todo aquello que, todavía, deseo ser y hacer.  
 (Esta lista está inspirada en un par de pesadillas, una tiene que ver con un robo y otra con un terremoto en mi casa. Éste último sueño fue realmente revelador, pues veía como se derrumbaba el segundo piso de mi hogar y encontré que debía replantear algunas cosas, pero sólo el segundo piso, porque estoy segura de que la base es firme. Y lo haré. )
¿Y todo lo que he vivido, me pregunto,
toda el agua escurrida entre mis dedos,
 todo lo bailado, no es un sueño?
 -Luis Cardoza y Aragón
1.- Decir lo que se piensa, aunque el resto lo calle. He visto como muchas personas deciden ocultar algunas cosas, omitir otras y olvidar, como si los pensamientos fueran algo insignificante. Pero, eso sólo aplasta las pasiones y elimina la magia de la vida. Cuando se decide alzar la voz y cuestionar los paradigmas, algo cambia. Y si se habla con responsabilidad y con inteligencia, puede que resulte un grito desestabilizador que remueva un poco del polvo que todos llevamos a cuestas, entonces, como las columnistas más aguerridas, que, con el miedo en la pluma se expresan, he decidido escribir (decir, leer, promover) lo que creo, aunque el resto calle. Estoy cansada de que mi cara hable por mí, y luego mi estómago me reclame. Me armaré de valor y expresaré con ahínco (amo esta palabra) todo aquello que me preocupa y me ocupa, haciendo de mi bandera la palabra, pero también la acción.
2.- Hacer lo que se dice, aunque la mayoría elimine a su voz interior. Sé que mi voz interior me pide que haga cosas más atrevidas: que me lance a Francia a estudiar, que corra a Canadá a probar suerte, que termine mi carrera de Letras Hispánicas, que lea todo lo que he deseado leer, que vaya a abrazar a mis abuelos, que baile como en los viejos tiempos, que vaya con mis mejores amigas a Alemania, que olvide los miedos, que todo se dará solo, que me aviente así, sin protección a la deriva, que grite. Lo sé, la escucho todos los días, me dice que no es momento de sentarme frente a una computadora, que la vida es corta, que el dinero va y viene, que siempre encontraré alguien que me tienda la mano o que habrá otras oportunidades, y cada vez es más fuerte. Y no la evado, la escucho todos los días, dejo que hable, escribo, en mi lista de sueños lo que me dice y decido atender sus peticiones de a poquito, pero ella quiere más y entonces, sigue, sigue y sigue y no me deja en paz ni un segundo hasta que hago algo al respecto; el resultado suele ser emocionante, divertido y mi “yo” se libera. Entonces, haré las pases contigo, querida. Me lanzaré a la aventura, me volveré nómada, conoceré a más gente, platicaré cada vez más, bailaré por las noches y no renunciaré ni a mi derecho a renunciar, ni a las faltas de ortografía. Me equivocaré un millón de veces más, porque esa es mi naturaleza. La exactitud, la perfección y la obediencia me dan flojera y no pretendo ser un modelo a seguir. Cantaré con cepillo en mano y volaré a lugares que no conozco. Porque de eso se trata la vida, de descubrirla y de saborearla, ¡qué más da si muero de hambre escribiendo de mis aventuras! La aventura en sí misma me saciará y nada será más valioso que aquello.
3.- Insistir en mantener la sonrisa, aunque el resto decida borrarla. Soy simple, muy simple. Me río de todo, todo me causa risas, ahora mismo me estoy riendo y no dejaré de hacerlo, pues ser feliz es mi color de identidad. “Sólo te ríes”, me han dicho más de una vez. Y, sí, sí. Me gusta hacerlo y no lo finjo, no pretendo reírme, ni ser feliz, lo soy y no borraré mi sonrisa. Ella me acompaña dondequiera que vaya. No me tomo en serio nada, porque nada es serio. En serio, ¿alguien cree que esto tiene sentido y entonces todos tenemos que ponernos de uniforme una cara larga y un “sí, señor” para que el otro nos crea? “No, señor”, mi risa estará ahí, para demostrarle al mundo que estamos dentro de un absurdo sistema en un tiempo corto y que nada vale más que una sonrisa, pues como dice Quino, a través de Mafalda, es la mejor manera para desentonar con el mundo.
4.- Hacer lo que uno ama y estar con los que uno ama, todos los días de la vida. A mí me gusta escribir y lo hago cada día de mi vida, aunque aún lo haga mal. También me gusta compartir historias esperanzadoras, conocer gente extraordinaria, compartir sueños que parecieran locos, viajar para descubrir cómo se ven las nubes en otra parte del planeta, o las estrellas, porque hasta ellas se ven siempre diferentes, aunque sean las mismas. También me gusta el agua de horchata, los chiles en nogada y la cerveza, las burbujas de jabón y escuchar a mi papá cuando cuenta alguna anécdota, tanto como me gusta escuchar a mi abuelo. Ver como mi abuela me abraza y como mi mamá me dice por dónde seguir, mientras mi tía o mi prima me escuchan. Sé que hay cosa que no puedo hacer diario, pero procuraré que mi vida se llene de esto y todo lo que más amo en la vida, pues no hay nada como el hoyuelo de mi novio, ni la risa de Daniela, mi prima; ni los chistes de mi primo, ni los abrazos de la familia de mi mamá después de no habernos visto en meses. Esas cosas son tan valiosas, tan importantes, que no debería pasar mucho tiempo para que se repitan. 
5.- Afrontar la contradicción sin ningún miedo, saborearla, darle vueltas, desmenuzarla, revolcarse en ella. Tengo que aceptar que, después de todo, puedo estar contradiciéndome, cada día. Que los humanos somos contradictorios y que la única solución a ese hecho es revolcarse en ella, como si fuera lodo. Pues, bien dice esa frase hecha: “es de sabios cambiar de opinión”. Hoy pienso una cosa y mañana otra y es perfectamente valido y no sólo eso: sano, necesario. Siempre es buen momento para decidir cambiar el rumbo y encontrar nuevos caminos, aunque eso choque con lo que siempre habías pensado, con los que otros habían pensado. Cuestionarse es la clave, desde la forma en la que usamos los pantalones, hasta la manera en que nos relacionamos. Contradecirse sin prejuicios y saborear el cambio como si la vida fuera breve y yo decidiera ser un coctel de personalidades, por que lo es, por que lo soy.
6.- Seguir soñando y escribiendo listas de lo que uno quiera hacer alguna vez. Soñar es la clave, las grandes sociedades, así como las grandes personas se distinguen por el tamaño de sus sueños. En serio, trabajar en los sueños te mantiene vivo y radiante. Encontrar nuevas puertas, abrir los ojos y los brazos hacia nuevos horizontes, hacer listas de lo que uno quisiera hacer o ser… ¡eso es! Y hacerlo cada vez un poquito mejor y llegar cada vez un poquito más lejos.
7.- Reducir los miedos, aunque todos los demás teman. Ah, ¡cómo me han perseguido últimamente mis miedos! Extraño a una de mis amigas que decía que, para armar la revolución, debíamos de ser “rompemiedos”, un neologismo que me ha perseguido los últimos meses. Y, aunque la idea de la revolución social se ha desvanecido un poco en mí, tengo que confesar que sigue viva a nivel personal. Ahí está para decirme que no hay nada que temer, que hay que ser valientes, que el futuro es de los que arriesgan, pues nada han de ganar los que siguen temiendo.
8.- No buscar el rating fácil, ni nada fácil. Eso nunca ha sido, ni será el camino. Las cosas que funcionan, por lo regular, son las que apuestan a la inteligencia, al contenido, a los valores y principios. Si se busca el rating fácil, bastará con un poco de esfuerzo y unas fórmulas de baja calidad que alguien haya creado alguna vez. Pero, la cosa es que “si parece fácil, lo estás haciendo mal”. Es como en las matemáticas. Hay que buscar ofrecer un poco de esperanza, una visión, una idea, una solución. No lo de siempre. Claro, cuesta trabajo, y mucho, pero debo y debemos aceptar el reto, el riesgo, pues somos más fuertes, creativos y talentosos de lo que creemos.
9.- No renunciar a nuestra vida, ni a los que más queremos. De eso está hecha la vida: de los otros. De las relaciones, de los cafés, de las pláticas, de los abrazos, de la fraternidad, de la colaboración, de los afectos. No debemos renunciar a ellos, pues la amistad, la familia y nuestra vida sentimental tiene un peso importante y debemos seguirle dando el espacio y el tiempo que merece, y merece mucho. Pues la vida consiste en esas relaciones que te aportan nuevos puntos de vista, te invitan a conocer sitios y te dan una mano cada vez que lo necesitas.
10.- Seguir creando, aunque los demás digan que ya existe algo parecido. Quizá estas palabras ya fueron dichas, o lo que estás haciendo ya fue hecho. Pero, ¡qué más da! Siempre hacen falta más estudiantes universitarios, más inventos, más letras, más canciones, más cuadros, más vida. Necesitamos crear, es parte de nuestra naturaleza. Así que, lancémonos al ruedo y armemos algo nuevo, que las mentes se abran, que las generaciones hablen, que las personas expresen sus más profundos sentimientos, nunca sobra una creación, pues siempre tiene un nuevo sello personal y los sueños son intransferibles.
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lalistadeannalagos · 10 years
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Una lista para defender y desacreditar a los que decidimos tener más de una personalidad
Francamente, todo el tiempo estoy pensando en ser alguien más. Y muchas veces lo soy.
Para lograr defender mi empresa, la de ser muchas a la vez, opté por ser comunicóloga. Luego me encargué de que todos mis caminos profesionales desembocaran en el periodismo; para seguir en la línea, decidí estudiar Letras Hispánicas. No porque quisiera ser una u otra, sino porque estas ocupaciones significaban ser todo: llegar a muchos lugares, espiar desde muchas ventanas y escuchar muchas historias. Sólo una “Anna” no me bastaba, y no me basta todavía.
Poco tiempo después de que decidiera estudiar Letras Hispánicas escribí una especie de catarsis, porque muy dentro de mí sabía que esta vez iba en serio: tenía que decidir. Esto es lo que quería hacer para que me alcanzara la vida:
Imaginé que sería bueno clonarme (la verdad, ando buscando una definición similar, clonarme sería bueno, pero que siga siendo “yo” en otros, que sigan siendo “yo” misma), una se dedicaría a escribir, otra a estudiar teatro, otra sería periodista, otra sería una gran artista, otra terminaría la licenciatura que está en puerta y otra se dedicaría a conseguir dinero para todas las demás. Entonces “YO”, liberada de esas tantas “yo” que quisiera ser, haría lo que más me gusta en la vida: pisar hojas secas en el otoño, tomar agua de horchata, ver las nubes en el día y la luna al anochecer, leer, nadar, conversar con mentes geniales y caminar al lado del que amo. Todo eso, para que me alcance la vida.
Por eso, y por otras cosas más, decidí hacer esta lista. 
La vida es tan corta, que resignarme a vivir sólo una vida, nunca es, ha sido, ni será una opción para mí. Ni para las otras “yo”.
1.- ¿No les encanta la idea de ser parte de muchas historias? Entrar a muchas casas con diferentes puertas para escuchar historias diferentes, ¡de todo tipo!, probar sabores insospechados, oler delicias a distancia y coleccionar recuerdos. ¡Qué más da si uno ya no construye nada! El mundo es un lugar inexplorado dispuesto a ofrecer sus manjares a todos esos curiosos insaciables que disfrutan de lo nuevo y de lo viejo.
2.- Uno de mis escritores favoritos, Oliverio Girondo, escribió: “Yo soy un coctel de personalidades”, y suscribo.  ¿A quién le interesaría ser uno si se pueden ser todos? Luego, una cubetada de agua fría cayó sobre mi espalda en forma de esta frase: (escrita por otro de mis escritores favoritos, Juan Villoro)"Una felicidad es toda la felicidad: dos felicidades no son ninguna felicidad". Sentí que no podía ser feliz siendo un conglomerado de personalidades. ¡Qué lástima!
3.- Hasta hace algunos años, mi vida consistía en ser todas a la vez. Es decir, todo lo que podía ser al mismo tiempo. Además, era una nómada profesional. Cada día, con cada uno, era una distinta, por placer. Cada temporada decidía que el mundo era para explorarse y tomaba mis cosas para escapar a otras moradas, como en el paleolítico. Hasta que alguien me dijo: “no sé quién eres”.  Tenía razón, no era nadie. En mi afán por ser todas, había logrado ser nadie. ¡Qué ironía!
4.- La literatura tuvo un poco de culpa. Asomarme a mundos que no existen, creados por un ser humano que hacía y deshacía, que generaba situaciones inverosímiles en una atmósfera inspirada en la imaginación, me otorgaba una oportunidad, una válvula de escape, un ventanal: ser quien quisiera ser.
5.- "Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades. En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad. ¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan". Eso le tuve que leer un día a alguien para que me entendiera un poco, luego de una de nuestras crisis. Casi lloramos cuando se la leí, creo que algo había mal en mí y tenía que decidir ser una, pero no lo haría. ¡Qué hubiera dicho Girondo de mí! (Esa parte, es parte de mi canto y de mi encanto).
6.- Como no había decidido ser “alguien”, sino ser una simple testigo y escribana de la vida de otros, tuve una crisis personal. Sí, así es. El periodismo y la literatura son oficios que se sustentan en el otro (imaginario o real). Uno sólo es un don nadie curioso que escribe historias, el protagonista es el prójimo y yo tenía que pagar el costo de mi incapacidad para elegir. ¿Quién iba a decir que mis más grandes pasiones en la vida existían gracias a que otros sí decidieron ser uno y no un coctel de nada?
7.- Hace no mucho, fui a visitar a mis primos y tíos en la frontera norte de lo que alguna vez fue México. Decidí prescindir de mi cámara fotográfica. No quería ser más la testigo de nada, ni de nadie. No quería entregar reportes, ni reportajes de mi viaje. Yo era parte de la historia y no necesitaba de una pluma para demostrar que estuve ahí; no había cierres, ni cortes, ni nada. Yo era la protagonista y fui feliz. Luego, me arrepentí de no haber hecho alguna crónica, o haber fotografiado el hermoso paisaje nevado. Apenas me dio tiempo de vivir la experiencia siendo una yo, sólo una. La que conoce mi familia, la de siempre.
8.- Hoy, ya no quiero ser nómada, ni testigo. Encontré mi lugar, la que quiero ser. También encontré con quien quiero estar. Lo sé, es extraño que después de años de no encontrar un momento de tregua, haya encontrado… es decir, me haya encontrado. Cuando escribo esto, me da escalofríos; estuve tanto tiempo huyendo de esta especie de comodidad, que siento que la madurez me alcanzó y creo que ya no quiero huir de ella. Aunque sé que llegará otra "yo" a arruinar todo, como de costumbre. 
9.- A veces, me canto esta canción, como himno personal: “No soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad, ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad”. Sí, me gusta el sol, Alicia, las palomas y las canciones en francés.
10.- Cuando termina la canción de Facundo Cabral reflexiono y cambio de opinión. “Me gusta andar, pero no sigo el camino, pues lo seguro ya no tiene misterio. Me gusta ir con el verano muy lejos, pero volver donde mi madre en invierno; saltar ventanas y cuando llora una mujer”.*
*Disculpen, soy una ridícula. Como las palabras esdrújulas en una carta de amor, de esas que ya no me tocaron mandar, ni recibir. (Y que algún día, una “yo” enviará a algún afortunado)
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lalistadeannalagos · 10 years
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Una lista para NO ser un adulto de los típicos, esos de las caras largas y los sueños cortos.
Mis 25 están más cerca que nunca. El tema de abandonar la juventud para “aventurarme” a la edad adulta me abruma. Además, no es algo que se pueda decidir, simplemente está frente a mí, todo el tiempo, como algo ineludible.
Entonces, supe que lo único que podía hacer, antes de llegar a mi cuarto de siglo de vida, era decidir el cómo. ¿En qué tipo de adulta me quiero convertir?
Está claro que las decisiones que uno toma son cada vez más determinantes, no puedes renunciar a tener hijos si ya los tuviste. Renunciar a una carrera profesional para ser algo completamente distinto sería poco práctico, por decir lo menos. 
Por eso, decidí hacer una lista. Otra más. Una especie de manual personal para no convertirme en uno de esos adultos con las caras largas y las ideas cortas. ¡Al contrario!
Les dejo ésta, una catarsis, una reflexión y una guía para seguir creyendo que todo puede ser posible, ¡hasta cambiar el mundo!
1.  Quitémosle la etiqueta. La madurez y la edad adulta no van juntas, podemos decidir en cualquier momento tomar nuestras maletas para viajar al lugar que siempre quisimos para ver auroras boreales o comprar un departamento para establecernos, porque hay algunas cosas aún más importantes que no deben desaparecer a pesar de nuestra edad: la curiosidad, la capacidad de asombro, la necesidad de movernos por el mundo y nuestra habilidad para reírnos hasta que nos duela la panza.
2. "No sé si usted tiene treinta o cuarenta años, no importa. Pero usted es un hombre hecho, es decir deshecho, como todos los hombres a su edad cuando no son extraordinarios [...]", diría Juan Carlos Onnetti. Este fragmento nos obliga a ser extraordinarios. Las mejores personas del mundo buscan el camino menos recorrido para lanzarse a la locura, a pesar del resto. Por eso, hay que buscar hacer de nuestra vida algo extraordinario. Esa es una buena fórmula para alejarse la aburrida y poco estimulante adultez promedio.
3. Recolectemos recuerdos, memorias e ideas. En vez de televisiones de muchas pulgadas, ropa, bolsas y gadgets. La vida se trata de eso, de vivirla. Hay que estar vivos en vida, saborearla y no olvidar ver el cielo cada que sea posible. Siempre tiene algo bueno que decirnos, para inspirarnos, para recordamos que existimos y que somos pequeños, muy pequeños y nuestras decisiones son insignificantes desde esa perspectiva.
4. Lleven siempre un libro en la bolsa o nueva música en su reproductor favorito. A veces será indispensable tener una historia nueva en los oídos o en los ojos, para abrir el espectro visible de nuestra limitada forma de entender las cosas, para alejarnos de la realidad que abruma o para entender algo que no entendíamos antes. A pesar de los años, siempre habrá algo nuevo que escuchar y que leer y ver…
5. Nunca, en serio nunca, usen tacones de más de 5 centímetros sólo porque se supone se ven mejor que sin ellos, sacrificando su comodidad y la capacidad de caminar por Reforma o Insurgentes, o bailar, si la ocasión lo amerita. Usar zapatos cómodos supone que tu día tendrá movimiento y será distinto, e implica enamorarse del cambio. De las montañas rusas, que no del ajedrez. Olviden las estrategias premeditadas para aventarse a la vida sin paracaídas.
6. Jamás dejen que una mala cara arruine su día, ¡mucho menos la lluvia! Si alguien anda enojado con la vida y trata de arruinársela a los demás, evite darle importancia y siga su día como si nada hubiera pasado; en caso de lluvia –sobre todo cuando no lleve paraguas- permita mojarse los pies y el cabello. Llegue a su casa, dese un baño y tome un té. No permita que su vida vaya en bajada, sólo porque alguien que está cerca no es feliz. Aléjense o háganse su cómplice con la intención de hacerle pasar un buen rato, la vida es breve.
7. Las cosas simples son las más valiosas, lo compruebo a cada instante. Pisar hojas secas cuando caen por el círculo de la vida, tirarse en el pasto para ver la nubes, abrazar a los seres queridos, leer un buen libro, cantar una canción en voz alta, conversar con alguien interesante o reír. Eso es lo que realmente vale la pena. Las grandes cenas con especialidades internacionales, los conciertos masivos, los vinos importados o los viajes en primera clase, son cosas que se disfrutan, sin embargo, no hay nada mejor que caminar y la comida de tu mamá o tu abuela. Esas cosas están hechas con amor y el amor junto con el tiempo son recursos invaluables. ¡Qué tu vida se llene de cosas simples! Eso otorga lo mejor de la vida.
8. “Sin la mujer, la vida es pura prosa”, dijo Darío, y le creo. Ahora, más que nunca antes, creo que hay que formar relaciones fuertes y poderosas para enfrentarse con el mundo. Y hacer de la vida poesía pura, ¡y pura poesía! Uno podría hacerlo solo, pero no con tanto poder como si lo hiciera con alguien a su lado caminando. La familia, los amigos, los compañeros del trabajo, la escuela y una relación tan compleja y estimulante como la del noviazgo puede darte la capacidad de enfrentarte a todo, sin que el tedio o el miedo se apodere de ti.
9. "Abre los brazos y no te niegues al clarinete ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra", dijo Girondo (mi amor). Eso es, abrir los brazos a la vida (como dice esa fea canción).
10. "Siempre he sido devoto de la palabra 'sí', sí a la vida, sí a crear lo que creo de mí y de mis circunstancias, sí a reinventar más que a redescubrir sobre mí mismo, sí a arriesgar, sí al compromiso, sí a los milagros y a las realidades, sí a los sucesos que sorprenden y transforman, sí al 'sí'. La palabra 'sí', me parece exquisita, abierta, sorpresiva, generosa, viva, comprometedora", diría el buen Andrés Roemer. Y es que no hay nada más “antiadulto” que lanzarse al sí, sin restricciones.
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lalistadeannalagos · 11 years
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      Una lista para exigir y… ¡buscar! contenidos de calidad
Desde hace tiempo, el tema de los contenidos me ha llamado mucho la atención. Es como la eterna pregunta de quién fue primero… ¿el huevo o la gallina?, una analogía que va a cuenta cuando hablamos del consumidor (televidente, radioescucha, lector) o el medio.
¿Cuál de los actores es el responsable de que los medios –la mayoría de ellos- tengan contenidos de baja calidad? Contenidos que aluden al sexo, a la violencia, a la discriminación… y a tantos otros temas que se suponen no deberían estar en las pantallas o periódicos masivos.
La respuesta la tengo muy clara: ES EL CONSUMIDOR.
Mejor dicho, la mayoría de los consumidores. Partiendo del hecho de que los medios son un negocio –ya todos lo sabemos- tenemos que entender que los que ellos buscan es vender publicidad; y las marcas buscan medios masivos para vender servicios o mercancías que estén llenos de ojos, de oídos y sí… de dinero.
Entonces, hay una responsabilidad en cada uno de nosotros para hacer una transformación en ello. Exigir y buscar más y mejores contenidos con un alto estándar de calidad.
Aquí la lista, un bosquejo de lo que me gustaría fuera el “consumidor” ideal:
1.- Que no fuera un consumidor. Que fuera un lector, televidente o radioescucha que se respete a sí mismo e identifique de manera crítica cada contenido que consume. Así como la comida chatarra, hay contenidos chatarras que lo único que buscan es audiencia fácil, es por eso que hay que luchar porque contenidos así no se sigan viralizando.
2.- Imaginen esto: en todas la redacciones del mundo, los editores y reporteros se rompen la cabeza para ofrecer un contenido de calidad, que sea interesante y de actualidad; sin embargo, nos damos cuenta que la gente quiere temas que tengan que ver con sexo o violencia, a pesar de no ser un contenido pensado. ¡Es una decepción constante de la humanidad!
3.- Por favor, vean más contenidos pensados y trabajados. Se nota cuándo se logran. Fotos espectaculares, redacciones impecables, temas de actualidad –que no deben ser aburridos- y conclusiones sesudas, reveladoras, o simplemente entretenidas y divertidas.
4.- Exploren posibilidades de entretenimiento y de información. Hay muchas revistas independientes que quieren hacer las cosas diferentes, ¡búsquenlas! Muchas veces son gratuitas, también, en muchos periódicos de circulación nacional hay secciones olvidadas de gran calidad, ¡léanlos!
5.- Si logramos tener consumidores de primera, lograremos tener medios de primera. No será necesario hacer ningún esfuerzo para que las cosas hechas con amor, respeto al lector y excelencia puedan ser vendidas a marcas bajo el mismo modelo de negocio que se lleva ahora mismo.
6.- Eso exige educación, lectura previa y aprender a ser críticos y selectivos en muchos sentidos. No es un camino fácil. Los medios no cambiarán si los hábitos del consumidor siguen el mismo paso de décadas. Hay que hacer una pausa y reflexionar sobre lo que estamos consumiendo. ¿Es informativo? ¿Quién lo dice? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Por qué lo dice? ¿Qué contexto hay detrás de lo que se dice? ¿Por qué todos hablan de eso? Cuestionarse es el primer paso.
7.- El televidente o lector tendrá que exigir a los medios de comunicación información veraz, puntual y original. ¿Cómo se logra eso además de enviando cartas o haciendo reclamos por Twitter? Consumiendo sólo programas o artículos de calidad y apagando la TV o no comprando el diario ni haciendo clicks a contenidos chafas, aunque sean provocadores.
8.- Pueden hacer un experimento de campo ahora mismo. Vayan a la página de Facebook de SDP y luego a Letras Libres. Dos medios completamente distintos en muchos aspectos: el primero, a pesar de que fue creado en 2010, tiene más de 1 millón 100 mil “fans”; en cambio, el segundo medio, que nació en 1999 y es heredero de la famosa revista de Octavio Paz “Vuelta”, tiene 70 mil “fans”. Algo estamos haciendo muy mal.
9.- Ojalá mañana ya no existieran los Talk Shows y nadie prendiera la televisión para ver las importantes omisiones de Joaquín López-Dóriga, o alguien le reclamara a David Páramo por ofender a sus radioescuchas, o dejaran de producir revistas como Alarma o secciones enteras de Metro o El Gráfico, que las notas más vistas ya no sean cachorros tiernos o notas de sexo, sino la razón por la que mexicanos fueron parte del Premio Nobel por colaborar en una revolución científica como el Bosón de Higgs, reseñas de libros o incluso películas, entrevistas con grandes de nuestro tiempo y se sustituyeran las telenovelas por programas familiares con producciones originales mucho más pensadas.
10.- Consumir contenido de calidad no significa, para nada, dejar de consumir material divertido. Significa respeto por nuestra inteligencia, criterio y familias. Ojalá las cosas cambiaran contundentemente ahora que nos damos cuenta de que lo que ellos quieren son consumidores, pero nosotros somos personas. Grandes personas que merecemos grandes contenidos y muchas más opciones para elegir.
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lalistadeannalagos · 11 years
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Una lista para viajar al extranjero o a la vuelta de la esquina
Viajar es una necesidad casi ineludible. Somos nómadas por naturaleza, nos emociona el paleolítico. Recolectar frutos silvestres, trasladarnos a un lugar distinto, por el clima, por comida, por trabajo o por ... amor.
El asunto es que la idea de viajar me ha inquietado mucho los últimos días, me emociona lo que no he visto, los colores de otros países, las canciones de otras culturas, su forma de entender la vida y resolver sus problemas.
Les dejo la lista de lo que encontré para comenzar ese anhelo de todos: ¡viajar por todo el mundo!
1.- Nos lo vamos a tomar en serio. Es decir, uno no puede ir a Canadá sin visa, ni a Argentina sin pasaporte. Entonces, tengo que decirles, queridos lectores, que el primer paso es engorroso y costoso. [En caso de que quiera ir a la vuelta de la esquina, sólo levántese de donde está, tome sus llaves, (el celular no), una chamarra ligera y abra la puerta. Salga pues de donde quiera que esté y cierre la puerta de nuevo] Hay que llenar formas, ir al banco, formarse, gastar todo un día, tomarse la foto, conversar con personas en la sala de espera, para que le cuenten sus planes, sus viajes, sus historias de nómadas, como los de hace 5 mil años, pero ahora con aviones, y papeles con sellos de alta seguridad.
2.- El asunto es que necesitamos dinero, depende si vamos a Guatemala o a Australia, y becas o amigos en países raros. [Si viajas a la vuelta de la esquina no necesitarás dinero, (aunque depende de cuál esquina estemos hablando) lo importante es caminar y ver al cielo de vez en vez, jugar a no pisar las grietas que se hacen en el piso, encontrarse con un bote levemente degradado y patearlo; saludar a los vecinos, ir a un quiosco cercano, tomar un helado si es de día y soleado o comer esquites si es de noche; pensar mientras revisa su alimento y cantar poquito… nada más para no dejar]. Así que habrá que ahorrar, días y meses y años. Ahorra casi la mitad de lo que perciba para que uno vaya a tomar un helado de un sabor que no conocía y converse de lejos con personas que no entiende.
3.- La maleta. La maleta es importante. Elija una que no pese tanto, pero que sea resistente, y de ruedas que combinen llevarla de lado o de frente, para que no se canse en los largos pasillos del aeropuerto. [Para ir a la esquina necesitarás un par de bolsillos en el pantalón]. Tome una báscula y revise el límite de equipaje permitido en su vuelo.
4.- Ahora, hace falta ver un mapa. ¿A dónde le gustaría viajar? ¿A Siria, a Colombia, a Corea del Norte o a Egipto? [Si elige alguno de esos países, lo mejor es que vaya a la vuelta de la esquina, es más seguro… a menos que viva en México, sobre todo si está cerca de la frontera norte, de algún puerto patrocinado por Luis Miguel, del estado gobernado por Graco o del Zócalo capitalino]. Ya que decidió, vaya a hacer un presupuesto a alguna agencia de viajes.
5.- Ojalá no trabaje porque necesitará tiempo, mucho de ese recurso escaso. Pero, ojalá sí trabaje porque necesitará dinero, mucho de ese recurso escaso. Sí, es la primer dificultad a la que se enfrenta uno. Por eso, muchos planean sus viajes con meses de anticipación, para tener el dinero suficiente y en el trabajo le den el tiempo suficiente. (Si usted se quiere evitar el dilema, vaya a la vuelta de la esquina, camine bajo la lluvia y abrace un árbol ¡nada le cuesta! )
6.- Ahora que tenemos tiempo, dinero, visa, maleta, presupuesto… despídase por quince días, un mes o un año de sus seres queridos. Vaya a abrazar a su mamá, a platicar con las amigas, a tomar una cerveza con los amigos y siéntase nostálgico por lo que deja y déjelo. Siéntase libre como un dinosaurio nómada, gigante y engreído.
7.- Después de eso, viene la mejor parte: el camino. Respire hondo, tome su maleta de rueditas y emprenda el vuelo hacia la esquina que no conocía antes, esa esquina que suelen conocer los nativos de aquel lugar, pero que usted no imaginó jamás. No pensó que los colores pudieran ser tan brillantes, los olores tan distintos y las mentes tan explosivas. Imagine todo, cómo será, disfrute de las nubes, de los asientos, del aire a 80 km/h en su cara, de la risa fácil, de la imaginación. Canté una canción nueva que aprendió en el camino, escriba en su diario como si fuera una aventura extraordinaria, porque lo es. La vida lo es.
8.- Llegue. Descubra que es mucho mejor de lo que había imaginado, o muy diferente de lo que había pensado. Sorpréndase. Vuélvase un niño y métase todo a la boca, ría por cualquier razón y viva el momento. Tenga aventuras para contar, haga cosas que nunca imagino hacer. No sea una turista de la fotografía, sino un vividor, ¡un hedonista!
9.- Regrese con hambre de más. De ver más, de sentir más, de oler más y diferente. Reconozca que usted no es la gran cosa y que cada uno vale mucho, no importando de dónde venga ni hacia donde vaya. Valore las diferencias, imagine mundos mejores. Recuerde que lo que alguien puede hacer es mucho más importante de lo que alguien pueda pensar.
10.- Ahora que está de vuelta, reivindique todo, rehágalo. Las mejores cosas nacen de los errores. Si después de todo la vuelta de la esquina es lo que le gusta, búsquese otra vuelta de la esquina más lejos cada vez hasta llegar a la Patagonia, nada más para variar, para reinventarnos, para cambiar.
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lalistadeannalagos · 11 years
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Una lista para los sueños (y para que no nos los maten)
Estamos hechos de sueños. Si cada día nos despertamos o hacemos un gran esfuerzo, es por eso y nada más.
  En una semana tengo mi examen de Introducción a las Vanguardias y tengo que decir que más que una carga, ha sido toda una experiencia de la ruptura y una aventura para alejarme del mal llamado ‘sentido común’.
  Esta lista está inspirada en el primer manifiesto del surrealismo, de André Bretón… y en mis sueños, que me hacen dormir hasta las 4:00 a.m. o despertar muy temprano para cumplirlos, poco a poco.
.:.:...::::.::.. Aquí la lista:
1.-  “¿Cuándo llegará, señores lógicos, la hora de los filósofos durmientes?”, se pregunta Bretón en dicho manifiesto cuando habla de la lógica, por la cual la propia experiencia se ha visto sometida a ciertas limitaciones. Entonces, propongo desechar la lógica a la hora de soñar. ¡No sirve si de soñar se trata! Si quieren lograr algo y piensan ‘lógicamente’ están perdidos. Hay que aventar las jaulas y los ‘no se puede’, las condiciones socioeconómicas, las fronteras físicas y del pensamiento para proceder plácidamente a tirarse a la locura, a los sueños abruptos y poderosos.
2.-  Sabiendo eso, definan su sueño. Uno grande, escandaloso y ambicioso. Es posible que no lo alcancen, pero también es posible que sí. Entonces, no queda más que intentarlo, abandonando la lógica que se basa en la utilidad inmediata, so pretexto de ‘civilización’ o ‘progreso’, para abrazar las alucinaciones y las visiones.
3.- Escríbanlo, por favor escríbanlo. Un héroe no es héroe si no tiene escrito su nombre y su logro en letras de oro o de plata o de bronce o de carbón en un papel de libreta con una cinta adhesiva en la puerta de su habitación.
  4. Aléjense rápidamente de los que no sueñan. ¡Corran muy lejos de ellos!, patéenlos de ser necesario, y no miren atrás. Cuando lo hayan hecho, gocen del delirio, no tengan miedo a la locura, háganse su cómplice, única forma de obligarnos a no bajar la bandera de la imaginación.
5.- Habrá muchos obstáculos, muchos ‘no’, muchas preguntas, incluso uno pensará en rendirse y tomar el periódico para buscar trabajo de recepcionista o mesera, pero “¿No cabe acaso emplear el sueño para resolver los problemas fundamentales de la vida?”, dice el primer manifiesto.
6.- En un calendario decidan qué día de qué año lo van a concluir. Denle espontaneidad a su sueño, pero también formalidad y estructura. Eso va contra el surrealismo, pero es que tengo que confesarles que los saltos al vacío en el mundo de los sueños funciona, pero también funciona el orden, la limpieza y la disciplina. ¡Bah!  
7.- No se alimenten de libros ridículos, de noticias que traicionan a la ciencia y al arte, con el único fin de halagar al público en sus gustos más rastreros, esa actitud perjudica la actividad de las mejores inteligencias. No se conformen con contenidos dedicados para la ‘masa’ y elijan bien a la hora de tomar el control, ver una página en la red o decidir por una película o un libro. Valdrá la pena, es por sus sueños.
  8.- “El espíritu del hombre que sueña, queda plenamente satisfecho con lo que sueña”, dice Bretón, y le creo. Uno puede estar satisfecho porque persigue lo que sueña, y están bien orientados sus esfuerzos, por el sueño mismo, por el simple placer de recorrer el camino que nos llevará a donde queremos estar y no a donde alguien más quiere que estemos.
  9.- Uno sueña para no aburrirse en la realidad. La realidad no sólo es aburrida, es desoladora,  uno tiene que ir construyendo formas más esperanzadoras de mundos y sociedades. Quedarse en una realidad tal como la conocemos, es una pérdida de tiempo. No queda tiempo, hay que transformar.
  10.- Invéntense su mundo, aunque aún no exista, y porque aún no existe. Aviéntense al vacío y digan esta oración al final de la semana: “Deja ya de temblar, cuerpo”. Este verano, las rosas son azules; el bosque de cristal. La tierra envuelta en verdor me causa tan poca impresión como un fantasma. Vivir y dejar vivir son soluciones imaginarias. La existencia está en otra parte.
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lalistadeannalagos · 11 years
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                     Una lista para defender el periodismo escrito
Hace 4 años decidí que quería ser periodista. Elegir no fue fácil, primero porque estudiar Ciencias de la Comunicación te brinda ‘un océano de conocimientos de un centímetro de profundidad’ y luego porque cuando les decía a todos que mi tirada era escribir, me decían con los ojos o con los dientes que moriría en el intento… y con mucha hambre.
Pero luego llegó a mi vida Mario Vargas Llosa, que aunque no había leído nada de él, me dijo en una conferencia que parecía hecha para mí, en resumen: ¡Manda al diablo a todos y haz lo que amas!, es la única manera de ser menos infeliz que el resto.
  En esta primera lista, me dispongo a defender el periodismo, el escrito. Porque es mi lenguaje, lo mejor que sé hacer, aunque aún me salga mal.
  (Tengo que aclarar que hablo del buen periodismo, del que aún no se compra ni se vende al mejor postor, que apuesta por el contenido; el que cree aún que es un herramienta social poderosa para producir cambios y exigir cuentas)
  1.- Elegí ser periodista porque no supe elegir. Ser periodista era ser todo al mismo tiempo, conocer a toda clase de personas y formas de ver el mundo, perspectivas y, dada mi condición, la posibilidad de entrar a lugares y acceder a personas que de otra forma hubiera sido muy complicado llegar.
  2.-Decidí ser periodista porque te exige honestidad, integridad, congruencia y conciencia social. Te obliga a ponerte en los zapatos del otro, te muestra realidades y ficciones, además te obliga a comparar fuentes, a investigar, a evaluar distintos puntos de vista, a ser preciso con las palabras.
  3.- Defiendo el periodismo porque te obliga a leer, a leer, a leer y a seguir leyendo. Y por lo mismo, a seguir aprendiendo, es un oficio que nunca se agota, que se mueve y otorga mucho más de lo que podría quitar. Te mantiene vivo en vida, valga el aparente absurdo.
  4.- Te involucra con el mundo que te rodea, con tu tiempo, con el espacio, con tu prójimo, ¡con la Historia!, con la posibilidad de voltear a distintas partes del mundo y el tiempo con algunas hojeadas.
  5. El periodismo te coloca en la primera fila de la Historia y de las historias, de los discursos y las cifras, pero también de las realidades y las mentiras.
  6. Porque te acerca a las palabras, a la literatura; a la ciencia, a los espectáculos, a las curiosidades, a la política, a las injusticias, a los números, a las estadísticas, a la fotografía…
  7.- Elegí el periodismo porque es infinito.
  8.- Porque te hace formular preguntas, aceptar puntos de vista, transformar realidades, ser el testigo y escribano de la historia y contársela al mundo como un juglar de la edad media.
  9.- Decidí que el periodismo sería mi vida porque no tiene tiempo, es impreciso, demandante, no hay horarios de comida, no existen las vacaciones ni las horas libres, al tiempo que no hay horas esclavas, porque todo es puro goce.
  10.- Porque no podría hacer otra cosa. Me atrapó y cuando conoces a alguien que te gusta tanto, aunque sea absorbente,  imprevisible, preciso o tirano, poco se puede hacer al respecto.
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