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el-ouroboros · 3 years
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Estoy muy contento por la entrevista hermosa que nos hizo Verónica Dema sobre ¿Qué es una criatura? , un libro en el que trabajamos con la genia de @caterinabar , bajo la dirección editorial de @juan_salinero y @pablodema79 , para @editorialcartografias . Mientras esperamos que salga de imprenta (falta muy poquito), les contamos de qué va la colección Preguntas de mi tamaño y algunas otras cuestiones del detrás de escena. 😊 . Dejo el link en la bio. #literaturainfantil #literaturainfantojuvenil #libroalbum https://www.instagram.com/p/CTIuU5Zsv2BZFCutkFOs6-J-DSoIGvYmP6E3aQ0/?utm_medium=tumblr
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el-ouroboros · 3 years
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El dios que adora
 Reseña sobre El dios salvaje, ensayo sobre el suicidio de Al Álvarez Traducido por Marcelo Cohen Fiordo, 2021
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 Al Álvarez abre El dios salvaje con un relato sobre el suicidio de Silvia Plath y lo cierra comentando su propio intento de quitarse la vida a los treintaiún años. En el medio despliega un arsenal de lecturas del que sabe extraer, con pulso de cirujano, la información justa y estrictamente necesaria que el lector necesita para entender las razones psicológicas, sociales o artísticas por las que las personas se suicidan. Lejos de querer cerrar la cuestión, lo que hace Álvarez es azuzar la inquietud, pero sin recurrir a efectismos ni altisonancias. Todo el tiempo se mantiene en plan informativo (lo que evidencia sus largos años de oficio periodístico), sin ceder a la tentación de hacer literatura. No lo hace ni siquiera al final, cuando el uso de la primera persona podría llevarlo a la autoficción, o a hacerse, como decimos en Córdoba, el locón. Sin embargo, no hay que confundirse, bajo la facilidad con la que el autor nos hace entrar en tema, se esconde una gran profundidad argumental y poética. Álvarez se enfoca en el suicidio y la literatura, en la relación incómoda entre suicidio y creatividad. No compendia las mil maneras de suicidarse, se pregunta cuál es la fuerza autodestructiva que lleva a personas creativas a acabar con su vida, a practicar el abandono de sí, a buscar la muerte golpeando una y otra vez a su puerta. Entre Durkheim y Camus, entre el psicoanálisis y la poesía, El dios salvaje, publicado originalmente en 1971, hace nada menos que cincuenta años, parece no haber envejecido.
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el-ouroboros · 3 years
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Algo que vuele o sobre cómo la amistad se convierte en libros
Texto escrito para la presentación del libro Algo que vuele, de María Paula Vettorazzi.
Noviembre de 2019
Ed. Cartografías (Río IV, Cba, Argentina)
Hace algo más de dos años conocí a dos chicas que hoy son grandísimas amigas mías y ahora están acá, a mi lado. Un poco por azar y otro poco por sincronía, coincidimos, afortunadamente, en un bar. Nunca se los dije, porque no hizo falta, pero, por la dudas, aprovecho ahora: para mí fue amistad a primera vista. A mí me había invitado el Pablito y a la Anto, la Emepé, también conocida como María Paula. De ella voy a hablar. Ya sabía que era de Sampacho, abogada y que iba al taller de narrativa de la SADE. Con esos datos, un segundo antes de que llegara la birra – perdón por tanto detalle, pero es importante y quiero decirlo porque todavía nos reímos de eso- le pregunté, sin rodeos, si hacía cama solar. Era una pregunta crucial, no entendía cómo alguien, a comienzos de septiembre, podía tener ese color. Tenía que haber algo artificial que lo explicara, que probara que mi palidez quizá algún día también pudiera llegar a ese tono, que los veranos y la transpiración nunca me dieron cuando todavía lo intentaba. Antes de responder, nos miró a la cara a uno por uno y sonrió: no, dijo, soy así, negrita y peronista, como para que no quedaran dudas.            Así supe quién y cómo era ella y por qué los cuatro íbamos a ser amigos. Sobre esa situación, sobre ese fondo, vendrían los detalles. Sobre ese uso de los silencios, de las miradas, de los tiempos y de los remates iba a empezar a ver, también, por qué María Paula era narradora. No es algo de lo que cueste mucho darse cuenta, lo deben haber notado ustedes también como familiares, amigos, colegas. María Paula convierte en un gran relato y sin proponérselo cualquier cosa que cuente. Administra la información, le hace creer a su auditorio que está divagando, que está a punto de perderse, que todo es una gran digresión, pero en el momento menos pensado ajusta la imagen y la calibra con la emoción. Hablo, todavía, y aunque no parezca, de la Emepé oral. La que se presenta primero con su locuacidad para que no se note tanto su sensibilidad, la que, de todas formas y por suerte, no puede ocultar. Hablo, también, de la Emepé de las anécdotas escatológicas, que no voy a reproducir acá, primero porque no da, y segundo y principal, porque ella las cuenta infinitamente mejor. Valgan por caso, y esto no es escatológico, es de público conocimiento- ella misma se encarga de contarlo, siempre con renovada maestría y marcada preocupación- lo que le pasa a la planta de sus pies y los experimentos que hace para tratarlo. Ahora bien, y ya poniéndonos más serios, hay que decir que, al escribir, María Paula invierte con mucho acierto aquellas dos cualidades que le son propias en la oralidad. Cambia la locuacidad por un uso sosegado de la palabra y pone a esta última al servicio de la sensibilidad. En Algo que vuele no hay golpes de efecto ni cartas de otra baraja que aparezcan inesperadamente para cantarle truco al lector. Hay un plan decidido por ir, sin apuros, al meollo de lo que decide narrar. La magia ocurre bajo lo dicho y no tanto en los vínculos como en las emociones que llevan aparejadas. Esto pasa tanto en sus relatos de corte más realista o en otros como Selva, por ejemplo, donde algunos elementos sugieren algo fantástico. No hay acá grandilocuencias ni altisonancias. La apuesta es más radical y, por eso, será más duradera: los efectos especiales, los fuegos artificiales, para Hollywood. Algo que vuele prueba que, cuando hay algo para contar y se sabe cómo hacerlo, no hace falta apelar a recursos ni temas taquilleros. Pero ese saber, y acá quiero hacer hincapié, no se adquiere por arte de magia. Escribir no es un hobby, es un trabajo. Y no se realiza sólo en el acto mecánico del tipeo. En el caso de María Paula, se nutre de todo lo que la rodea, siempre desde una perspectiva muy marcada pero que no se siente llegar. La ficción empieza, así, en la vida, pero no se identifica con ella. Está sometida a otras reglas y libertades, entre las que no se negocian las convicciones, pero en las que no hace falta gritárselas al lector. La de mi amiga Emepé, lo digo convencido, es una escritura sutil e incisiva a la vez. Profundamente política por el nivel de compromiso con su profesión de escritora -en efecto, todas las tardes cumple horario: escribe-; pero también por fidelidad a su percepción de mundo. Algo que vuele remedia sueños de aviones que no despegan y profesa un pedido de cuidado para todo lo que nombra: vínculos, enfermedad, amores, familia: que vuelen. Esa es la esperanza de fondo que como lector uno puede encontrar en estos relatos.            Y apropósito del vuelo, una anécdota sobre el nombre de este libro – digo nombre y no título porque la acción de nombrar algo es más amorosa, implica otro trato con lo escrito-. En determinado momento del proceso de escritura, María Paula necesitó llamar de un modo personal a lo que se estaba gestando y, tras balbucear algunas posibilidades que no terminaban de cerrarle, decidió consultar al tarot. Mezcló, cortó, distribuyó  las cartas en la mesa del living de la casa de la Cele y dio vuelta una por una. El nombre estaba escondido y esperando por ella en un arcano menor, el cuatro de bastos. El libro empezó a existir con ese componente de azar, o de presunto azar. Si hoy me lo preguntan, estoy lejos de mistificar, porque creo que las amistades se construyen con encuentros y cerveza, juntadas y talleres compartidos. Sin embargo, no deja de asombrarme cómo esta amistad de a cuatro se empecina en hacerse libro.
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el-ouroboros · 3 years
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Hoy llegó la prueba de imprenta y, como cada vez que un libro se materializa, no salgo del asombro. Se llama ¿Qué es una criatura?, y abre la colección Preguntas de mi tamaño, de Editorial Cartografias. . Las ilustraciones son de la genia de @caterinabar , en quien pensé inmediatamente cuando @juan_salinero me invitó a abrir la colección con mi texto. . Cuando le pregunté a Cati si le interesaba que trabajáramos juntos en el librito, me contó que ese mismo día había visto algunos libros álbum en la bellísima libreria @hexametro , de nuestros pagos merlinos, y había pensado en lo lindo que sería hacer algo así. Una sincronía hermosa. . Pronto tendremos más noticias, pero mientras tanto les dejamos un copetín para que se vayan haciendo una idea. 😍☘ . Muchas gracias a la editorial por todo el trabajo, y en especial a Juan Salinero, por la invitación y la confianza.
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el-ouroboros · 3 years
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Pocos saben para qué sirven los relatos. Pocos humanos, y también pocos entre los humanos escritores. Y los que saben para qué, si se los pudiera convocar y reunir, jamás alcanzarían un acuerdo sobre el raro servicio de narrar que cada uno ha de representarse
Fogwill, La introducción
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el-ouroboros · 3 years
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Haikus, ¿lo qué?
No es fácil escribir algo distinto cuando todo parece indicar que los canales, vías y superficies de inscripción del acontecimiento po(i)ético exigen como a priori el uso epocal e involuntario del yo. Pienso en la vastedad de usos comunicacionales del yo, siento que invaden el modo en el que se habla de la poesía y no puedo evitar buscar una variante lúdica. Mejor digamos que lxs autorxs usan cierto “shock lírico”. Tampoco es fácil editar algo distinto en ese mismo contexto, pero afortunadamente Elemento disruptivo apuesta por, en este caso, el shock lírico de Surce.
  Moras silvestres tiene, al menos para mí, tres encantos: 1° ¿A quién, en su sano juicio, se le ocurre escribir un libro de haikus cuando la gente grita que ya no hay cabida para las tradiciones y las “formas clásicas”? A Surce se le ocurrió. De eso cabe inferir que no está en su sano juicio. Menos mal. 2° La tradición aparece aquí distorsionada. Si bien el tema de varios haikus evoca un entorno natural, lo que al autor le interesa es poner en escena una juego conceptual. De allí que el mundo silvestre de estas moras se vea sacudido por recursividades, percepciones duales y variedades nocturnas del horror vacui. 3° A Surce le importa muy poco, por no decir “un carajo”, la métrica. Sí mantiene la brevedad, la captación en una imagen de una belleza fugaz, efímera, y, como ya dijimos, el locus natural. Hasta donde entiendo, cada haiku es una mora y cada mora, una razón para hacer que la atención lectora, en vez de concentrarse, diverja. En las analogías de estos poemas el sentido no cae, hace fintas, elude lo esperado. Mención aparte merece el gran prólogo de Mariana Alonso, que transmite pasión por el haiku. Lean este libro donde el a priori del yo le da lugar a un shock lírico poco frecuente.
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el-ouroboros · 3 years
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La fundación del western cordobés
En Dos cachorros de sicario (Kintugi editora, 2020) y en particular en el cuento titulado Par de balas y una coda, el autor funda, a mi entender, una nueva variante del western. No se trata solo de un emplazamiento de frontera (la pampa cordobesa), ni de un uso remanido de personajes pistoleros. Es, por un lado, una operación de escritura y de lectura: el paralelo gauchaje/malevaje/cowboy salta a la vista en la primera lectura; por otro lado, es un posicionamiento al interior de un linaje.
Nacido en Isla Verde, pariente lejano del bandido Bairoletto, Ghigonetto, criado en los noventa, reescribe una herencia mítica/literaria en un juego de planos que superpone historia argentina, infancia de frontera y videojuegos.
En los cuentos de este libro se nota a un autor maduro, que escribe con convicción y señala con sutileza un conjunto de afinidades procedimentales que tiene como interlocutores privilegiados al cine y la vida en el interior. 
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