Tumgik
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Este año, la celebración de Halloween promete ser más intensa que nunca. ¿Estás preparado/a para pasar miedo de verdad? Tienes la oportunidad de sumergirte en una escape room a lo grande, ¡con la ciudad como escenario! Buena suerte, la vas a necesitar.
—Detalles aquí.
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«¿Tienes tanta sed?»
Esta es la clase de cosas que nunca diría en la vida real, pero que suelto en cosplay. Título digno de mi autobiografía, para ser honesta. ¿Desde cuándo era tan lanzada? El poder de Hulk en acción. ¡Atenta, Abbie que acaban de soltar otro! ¿Cuántos iban ya?  Suspiré mientras ponía mi cabeza en orden, uno que tuviera sentido al menos.
Los puntos aparecen en el teléfono, él está escribiendo otra vez. ¿Muerdes el anzuelo o te harás el gallito?  Mordí mi labio al levantar la mirada al panel. Sé que debería avergonzarme pero me parece tan divertido. Había algo de morbo en jugar así, a distancia, teniendo una conversación privada en medio de una conferencia que se suponía me interesaba. Solté una risita de colegiala, cruzándome  de piernas mientras esperaba que lanzaras el siguiente golpe.
Tal vez no debería esperar a que me dieras duro, pero esperaba que tuvieras una mente igual de retorcida que la mía. Una chica puede soñar, ¿no era así el dicho? Aunque, lo más sensato fuera que pensaras en la cerveza, como una personal normal.
Abbie Sherman en las crónicas de una nerd coqueteando con un tío que merece ser el quaterback pero tienen más de treinta años y ya no son dos niños pero... aish!
Menos mal que Thayer no lee mentes en @thesoundofsanfranciscorpg
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@ zetong-li
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Foro | Búsquedas | Puestos canon
La imagen tan preciosa la ha hecho nuestra querida Abbie Sherman. ¡Gracias! ❤
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«Vuestras bocas encajaban como dos piezas de un puzle. ¿Podía ser más cruel el destino? Deseabas que besara mal, que te golpeara con los dientes al ser demasiado torpe, o que mordiera cuando no debía. Pero sus labios suaves y esponjosos correspondían a los tuyos y tú te dejaste atrapar por ese rastro de sabor a chocolate que cargaba su aliento. Era dulce, pero notabas el amargor bajándote por la garganta.
Sus dedos se deslizaban por tu cabello suelto y lacio, jugando a peinarlo con esa suavidad que te hizo temblar. Tus manos fueron a imitarle entonces, enterrando los dedos entre ese pelo anaranjado que, junto con el resto de señales de la noche, te dio la respuesta inequívoca. Una descripción era todo lo que necesitabas, no había demasiados pelirrojos que pudieran calzar con ese detalle. Te resultó incómodo encajar estas piezas, preferías mil veces juntar las de vuestros labios.
Sonreíste al escucharle antes de ponerte de pie, pasando la pierna por encima de las suyas. Sentada sobre sus muslos, rodeaste su cuello antes de volver a caer sobre su boca. Pegaste tu pecho contra él, sintiendo la imperiosa necesidad de enterrarlo dentro de ti. Entre lentas caricias de tu lengua, esperaste al momento oportuno. Calculaste cuándo debía quedar más adormilado por ese cosquilleo que os fulminaba a ambos, y cuando adivinaste ese instante la hoja fría del cuchillo se posó sobre su cuello.
No te separaste de él, clavando tu mirada sobre la suya mientras notabas tu pecho acelerado, subiendo y bajando con fuerza. Dejaste escapar un jadeo tras otro, con miedo, con súplica también. La lágrima cayó por el rabillo del ojo, cruzando tu mejilla.
«Podría degollarte ahora mismo. Debería hacerlo», pensaste al presionar un poco más el filo contra su piel. Un hilo de sangre se desprendió, fino pero de un carmesí intenso. Querías fingir que no te temblaba el pulso, que no deseabas eliminar ese rastro con tu lengua como si pudieras revertir el daño.
Que no anhelabas más de sus besos con sabor a chocolate.»
Hazel Vandenberg en @thesoundofsanfranciscorpg.
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