Amor Verdadero
Lo que amo de la poesía, es que permite expresar los pensamientos mas recónditos de la mente…
Durante toda mi vida, ha sido mi mayor confidente…
Y aunque no obtenga nada a cambio, no importa si no es suficiente…
Puedo entregarte un mensaje, aunque sea una carta sin remitente…
Seguramente nunca supo, o nunca lo dije, que hubo muchas noches de mi vida en las que miraba a las estrellas, y lloraba su nombre…
Pensaba que el llanto jamás dejaría el cuerpo de este desconsolado hombre…
Pensaba que la pena nunca se iría, y que del desamor, finalmente me moriría…
Pero mientras que el tiempo se llevó cada lágrima…
Cada lamento…
Cada suspiro, y sufrimiento…
Esas noches fueron disminuyendo…
Comencé a levantarme del suelo…
de ese suelo helado, frío y desolado, en el que había estado tanto tiempo…
El tiempo…
La resiliencia…
Aquello que tengo adquirido por excelencia…
Yo pensé que eran secuenciales…
Pero son relativos…
Esto me hace sentido, cuando leo que a veces las heridas se vuelven a abrir, y que no hay que alarmarse… pues nunca hay que presionarse, ya que es todo un proceso….
Relativo…
Y así con altos y bajos, con sueños rotos e imágenes en desparpajo, dejé de lamentarme…
Pero, aunque dejé de lamentarme…
Nunca dejé de amarle.
Simplemente, el amor al igual que el tiempo, es relativo…
Y el mio se transformó…
Me levanté, y me volví un poco más fuerte…
Porque finalmente acepté, que no podía tenerle…
Pude dejarle…
Pero jamás olvidarle.
Pude superarle, e incluso alejarle.
Pero nunca pude dejar de amarle.
Puedo seguir con mi vida, puedo decir que amaré a más personas, pero en los recovecos del corazón, sigue y seguirá allí…
Y ya no duele… todo esta en calma…
Si sigue ahí, es porque mas que mi corazón, se encontró con mi alma…
Y el amor que siento, ya no es el tradicional, de hecho es poco convencional…
Ya no quiero que este conmigo, porque entiendo y acepto que es imposible.
Y dentro de lo posible… también quiero encontrar a otra persona, para amar y que me ame tanto como yo lo hice.
Porque antes le recordaba y el dolor me abrazaba con su frío,
Pero ahora cuando recuerdo, puedo decir que sonrío…
Porque por mas que no quiera, hay cosas que aún me conectan a esos pedazos de tiempo y espacio, y los recuerdo con alegría…
Lo he dicho tantas veces y lo seguiré diciendo aquí.
Nunca en mi vida, fui tan feliz.
Y por eso quiero que también sea así, para ti.
Porque te amo tanto, que me pondría mal saber que no es así.
Por eso hoy he querido darle voz a tantas imágenes que regocijan el alma cuando el sol desaparece.
Mientras otros celebran el éxito de sus historias...
u otros lloran detrás de quienes alcanzan la gloria…
Yo quiero homenajear a los éxitos de mi memoria.
Por eso escribo esta carta sin remitente.
Para liberar la mente…
Deseosa de gritarle a los cuatro vientos.
Que amé con el alma, y aunque perdí…
Me reconstruí.
Aprendí a amarme,
Aprendí a aceptarme,
Aprendí a superarme,
Y a que puedo recordarle…
A que puedo amarle, sabiendo que su felicidad regocija el alma que alguna vez le deseó...
Aunque ya no haya nada, y la distancia sea lo único duradero…
creo que nunca se perderá, el Amor Verdadero.
1 note
·
View note
Día 34 sin ti.
Me sigo muriendo de frío, amor. ¿Sabes? Me ha dado por acordarme del momento cuando creí que todo volvería a ser como al principio, cuando todavía me quedaban ganas de escribirte, de leerte y releerte. La verdad es que sigo dolida conmigo, porque preferí cerrar los ojos ante la evidencia que resignarme a perderte. Siempre hubo para ti algo antes que yo. En efecto, yo era tan "importante" para ti que no te importaba humillarme. Ni a mí me importaba perdonar. Nunca he entendido por qué soy así contigo, siempre he creído que te quiero en demasíado.
Cada día se me hacia más difícil creer en tus sentimientos. Normal ¿no crees? Es difícil creer en lo que no ves. Y aún así me duele. Me duele porque hoy lo único que quisiera es volver a empezar, borrar mis errores, darte la mitad de ese amor que nunca has merecido y dejarme el resto para mí, porque ahora me hace falta y no lo tengo, porque tú te lo llevaste todo. Hasta mi sonrisa y el brillo de mis ojos.
¿Sabes? Aún con ello, todavía me quedan buenos deseos para ti, deseo que seas feliz, y que me encuentres si es lo que quieres, aunque lo más probable es que cuando me vayas a buscar yo ya no esté aquí. Tal vez te siga echando de menos, sí, pero tal vez ya no desee verte volver, tal vez me acostumbre a estar sin ti. Por eso te deseo que vuelvas aquí, si es lo que quieres. Antes de que deje de contar días. Antes de que me aburra de contar las horas. Antes de que me acostumbre a recordarte sin mirarte. Antes de que seas cicatriz.
¿Por qué será que solo aprendemos a golpes? Yo a caricias también aprendí: aprendí a superarme, a no rendirme jamás, a luchar por lo que quiero. Aunque también es verdad que nada de eso me ha servido hasta ahora. Será que la estupidez solo se borra con el paso de los daños, aunque nunca estemos del todo libres de ella.
De todos modos, dudo que pudieras aguantar verme así todos los días de tu vida. Aunque tú mismo seas consciente de que tú te lo buscaste. Porque eres demasiado cobarde. Demasiado cobarde para volver. Demasiado cobarde fuiste para quedarte, para no irte, para hacer frente a tus sentimientos.
Siempre fuiste muy oportuno, apareciste en el momento exacto para llevarte mi alma: dulce, noble e ingenua, como una niña recién nacida. Espero que nunca pierdas ese don. Me encantaría verte justo antes de cerrar, como la primera vez, pero esta vez mejor. Entonces yo por ti me rendiría, aunque tú tendrías que conformarte con verme tras las rendijas. Porque si la historia se repite, no será del tiempo, será mía.
Y aunque desde el alma espero que vuelvas, no me extrañaría que nunca más lo hicieras. Porque nunca he sido suficiente para ti, porque para ti solo he sido un frío chat que nunca ha podido abrazarte cuando estabas solo. Y no lo he olvidado. No he olvidado que siempre estuviste conmigo por miedo a lo que yo pudiera hacerme, por miedo a la soledad, por miedo a hundirte y que nadie te diese la mano. Menos mal que siempre tendrás otras personas que, dándote la mitad como yo debí haber hecho, te harán siempre sentir el doble. Y te harán sentir mejor. Yo me muero de envidia, pero eso da lo mismo, porque a ti te importó poco en su momento, y ahora, te importará menos. Y hoy no, pero algún día, tal vez a mí también me dé igual.
Y también dudo bastante que tú quieras darme, o puedas darme ni siquiera la mitad de lo que yo te he dado. O por lo menos, y mejor dicho, la mitad de lo que yo intenté darte. Y no por falta de recursos, sino por exceso de orgullo, por falta de interés, por deficiencia de empatía. Por falta de sentimientos.
Y si me equivoco, demuéstramelo.
33 notes
·
View notes