El chihuahuense creador de la batería o acumuladores LTH
Don Luis nació en la Mesa de Cristo Rey, Chihuahua donde estudió electricidad por correspondencia , trabajaba en su taller mecánico buscando mejorar el sistema de la manivela del arranque del motor de los automóviles (el “cran”), sin embargo, sabía que esa técnica de arranque automotriz estaba por desaparecer para dar paso a la energía eléctrica almacenada .
Fue así como decidió enfocar sus esfuerzos en crear una batería que mantuviera la carga durante un tiempo considerable.
Al cumplir 20 años se mudó a Monterrey Nuevo León México con el fin de buscar mercado para su producto , sabía que la ciudad norteña con mayores autos sería la Sultana del Norte
Instaló su primer taller eléctrico en la esquina de las calles Aramberri y Zaragoza, a unas cuadras del Palacio de Gobierno.
Don Luis realizó exhaustivas pruebas antes de ofrecer el primer acumulador eléctrico al que le pondría sus iniciales como nombre.
Muchos creen que las siglas LTH tienen algún significado asociado con luz, con tecnología u otro elemento , en realidad estas siglas representan el nombre de su fundador, quien siempre se dio a conocer con el nombre de Luis Terrazas Hernández.
Un estudiante universitario de México consiguió crear un pavimento a base de caucho que se regenera con la lluvia. Su invención se llama Paflec y fue premiada con el premio James Dyson.
Entre quienes habitan Montevideo no hay dos personas que vivan en la misma ciudad, excepto quienes habitamos el Clash. Acá tomamos quienes sabemos perfectamente que estamos perdidxs, o que nos perdimos alguna vez, o quienes si algún día se pierden no van a hacer ningún esfuerzo por alcanzar la salvación. Asumimos nuestra perdición con entereza, sobre todo cuando no hay plata para psicólogxs y tenemos que resolver(nos) como se pueda. Por eso somos lxs únicxs que vivimos en la misma ciudad, la misma isla de cemento con ríos fecales bajo su piel. El Clash es donde compartimos perdiciones, prohibida la entrada para quienes ostentan su destino, afuera la gente orgullosa de su brújula de oro, autoexiliada cada cual en la ciudad que se inventó.