Feather
Have you forgotten?
It was Spring, and the days came lazy and sinuous
as we sat by water on tender grass, and fed clambering goslings from a bag of seed,
but could not bear to stroke their down, for fear they would start
and be gone.
And have you forgotten breathless gasps on a Turkish coast,
when we leapt into icy water at the peak
of summer in blistering, dusted heat?
I can still taste apple tea, the bite of spice, and charred meat.
And I remember when the days grew colder.
How your fingers felt like ice, no matter how long I held them.
How your eyes fixed across the room as we danced to a rhythm I grew to hate.
How tears felt cold, like glass.
And your voice broke like the crack of bones in a naked, butchered fowl.
I still hear you in a shard of warm, amber light.
Smell you in the down of this worn scarf.
And taste you like blood in my own mouth.
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5 poemas de Frank O' Hara
AUTOBIOGRAPHIA LITERARIA
Cuando era niño
jugaba conmigo mismo en una
esquina del patio de la escuela,
solo.
Odiaba las muñecas y
odiaba los juegos, los animales no eran
simpáticos y los pájaros
se echaban a volar.
Si alguien me estaba buscando
me escondía detrás de un árbol
y gritaba:
“¡Soy un huérfano!”.
Y aquí me tienen,
¡el centro de toda belleza!
¡escribiendo estos poemas!
¡Imagínense!
UN CERTERO RECUENTO DE UNA CONVERSACIÓN CON EL SOL EN FIRE ISLAND
El Sol me despertó esta mañana fuerte
y claro, diciendo: “¡Eh! ¡He estado
intentando despertarte durante quince
minutos. No seas tan grosero, tú eres
apenas el segundo poeta al que he escogido
para hablarle personalmente
¿Entonces por qué
no estás más atento? Si pudiera
quemarte a través de la ventana, lo haría para
despertarte. No puedo esperar
aquí todo el día”.
“Lo siento, Sol, ayer
me quedé hasta tarde hablando con Hal”.
“Cuando desperté a Mayakovsky, él
fue mucho más puntual” dijo el Sol
petulantemente. “La mayoría de la gente ya está despierta esperando a ver si voy a
hacer acto de presencia”.
Intenté
pedirle perdón “Te extrañé ayer”.
“Eso es” dijo él. “No me enteré
de que habías salido”. “¿Te debes estar preguntando por qué he venido así de cerca?”.
“Sí” dije empezando a sentir calor
preguntándome si talvez no me estaba quemando
de todos modos.
“Francamente quería decirte
que me gusta tu poesía. Veo mucho
en mis vueltas y lo tuyo está bien. Puede
que no seas la mayor cosa sobre tierra, pero
eres distinto. Bueno, he oído que algunos
te llaman loco, lo que pasa es que, en mi opinión, ellos son
excesivamente tranquilos y otros
poetas locos piensan que eres un aburrido
reaccionario. Pero yo no.
Tú solo sigue
como yo lo hago y no prestes atención. Vas a
ver que la gente siempre se quejará
sobre el clima, dirán que estoy demasiado caliente
o demasiado frío o demasiado brillante o demasiado oscuro,
los días demasiado cortos o demasiado largos.
Si no apareces
durante todo un día pensarán que tienes pereza
o estás muerto. Solo sigue adelante, eso es.
Y no te preocupes de tu linaje,
poético o natural. El Sol brilla sobre
la selva, tú sabes, sobre la tundra
el mar, el gueto. Dondequiera que estuvieras
yo lo sabía y veía tus movimientos. Estaba esperando que te pusieras a trabajar.
Y ahora que estás
creando tus propios días, por decirlo así,
incluso si nadie te lee a excepción mía,
no te vas a deprimir. No
todos pueden alzar la vista, ni siquiera hacia mí. Se lastiman sus ojos”.
“¡Oh, Sol, estoy tan agradecido contigo!”.
“Gracias y recuerda que estoy observando.
Es más fácil para mí hablarte aquí
afuera. No tengo que deslizarme
entre los edificios para captar tu atención.
Sé que amas Manhattan, pero
deberías alzar la vista más a menudo.
Y
siempre abraza cosas, a la gente, a la tierra
a las estrellas al cielo, como lo hago yo, libremente y con
el adecuado sentido del espacio. Esa
es tu inclinación, conocida en los cielos
y la cual deberías seguir hasta el infierno, si
fuera necesario; lo cual dudo.
Tal vez
hablaremos otra vez en África, a la que también
le tengo mucho aprecio. Ahora vuelve a dormir,
Frank, y yo talvez deje un poemita
en aquel cerebro tuyo como parte de mi despedida.”
“¡Sol, no te vayas!”. Estaba
al fin despierto. “No, debo partir, ellos me están llamando”.
“¿Quiénes son ellos?”.
Ascendiendo, me dijo: “Algún día
lo entenderás. Te están llamando a ti, también”.
Enigmáticamente se elevó, y entonces caí dormido.
DE CÓMO LAS ROSAS SE HACEN NEGRAS
¡Primero tomaste el caballito de porcelana
de Arthur de la chimenea y lo lanzaste
contra el radiador! ¡Oh, eso sí que fue
vil! Nosotros estábamos escuchando a Sibelius.
Y luego con el combustible del encendedor mojaste
cada bella rosa derribada, sacudiendo
tu melena de león, les prendiste fuego.
Reíste locamente desde la sala de baño
¡Pero mira qué ardientes arbustos! Yo,
que puedo cortarlos con una palabra, estaba muy entretenido. Pero después de reflexionarlo, no lo estaba.
¡Envíame tu cabeza para sumergirla en el sebo!
Tú no eres ningún mito a menos que yo decida
hablar. Respiré en secreto aquellas cenizas.
Los héroes destruyen solos, como yo te
destruyo. Entérate ahora que yo soy las rosas
y es de ellas de las que elijo hablar
Traducciones por Juan Romero Vinueza publicadas originalmente en la revista Jámpster
La pintura es de Marcelo Alzetta pero no conseguí más info sobre ella </3
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