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#daniela en su jugo
that-soccer-guru · 9 months
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FELICITACIONES HERMANA LATINOAMERICANA, AGUANTE LATINOAMERICA LA CONCHA DE LA LORAAAA
Que hermoso todo lo que está viviendo la selección colombiana, ojalá esto sea para que de una vez se hagan las cosas como se tienen q hacer en tu país, porque el talento y la pasión de tus jugadoras es impresionante
Por otro lado que ternura me están dando los posteos de Renata a Daniela, que hermoso todo por favor
Estoy creyendo firmemente que los Argentinos han conspirado para hacerse mi gente favorita. No se con cual propósito y no tengo pruebas pero tampoco tengo dudas.
Es tan bonito ver que tantos años de sufrir, de tener que financiar sus propios viajes, de uniformes muy grandes por q son prestados, de cirugías que no deberían terminar con una carrera pero que son imposibles de costear, de malos tratos, de tanta cosa nos hayan traído a este punto. Obviamente no hemos llegado al final, y falta mucho camino todavia, pero dios mio que diferencia de equipo entre este del 2023 y el equipo que jugo el mundial del 2015. Tienen un cuerpo tecnico de verdad, tienen uniformes que debutaron PARA ELLAS y que les quedan, que son echas con ELLAS en mente.
No quería irme por las ramas pero es increíble. Y no solo el campo. El estadio entero hoy era una marea amarilla. Aparentemente dicen los numeros que habían 30,000 fans de Colombia. PARA VER EL EQUIPO FEMENINO PARCE! El primer partido batió record fifa con 9.01 millones de espectadores televisivos. Fox en Ingles tiene una referente increíble del futbol Colombiano (Melissa Ortiz) que se retiro prácticamente obligada por una rotura en el tobillo con la que la Federación no le quiso ayudar, Telemundo deportes tiene a Isabella Echeverri que también se tuvo que retirar muy temprano por lesiones pero están dejando el nombre del pais en lo mas alto. SI ELLAS MISMAS HACE 10 AÑOS PUDIERAN VER LO QUE SERIAN EN EL 2023 NO SE LO CREERÍAN!
La pasion nunca les falto, ni las ganas, pero es tan hermoso ver que el apoyo las esta intentando alcanzar.
Haha eso ya es otra cosa tambien. Renata, Yessica (la pareja de Daniela Arias), Linda dedicandole el gol a su pareja, todo es tan tierno maldita sea. Yo se que el futbol es duro y no podemos dar nada por ganado, pero yo creo que se han guerreado y ganado el derecho de andar con la frente en alto y disfrutar del bonito momento que se ganaron.
VAMOS COLOMBIA HP!!!
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eldiariodelarry · 3 years
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Clases de Seducción, parte 25: Los Malaventurados No Lloran
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24.
Rubén sintió un vacío en el estómago que de inmediato le provocó ganas de vomitar.
—¿En-en serio es su ex pololo? —le costó hilar las palabras. No podía dar crédito a las palabras de Roberto.
—¿Por qué te mentiría con algo así, Rube? —contrapreguntó Roberto.
—N-no sé, no me calza que estés tan enojado por eso —trató de encontrar lógica a la opción de que fuera mentira.
—Me molesta que lo hayan invitado, sabiendo que el hueon terminó con él sabiendo que no tenía a dónde ir —Roberto empapó de rabia sus palabras—. Y el Pipe tan ahueonao también que lo acepta como si nada.
—¿Crees que todavía esté enamorado de él? —la inseguridad de Rubén estaba comenzando a salir a flote.
Roberto se volteó a mirarlo por primera vez en toda la conversación.
—No tengo idea Rube. Espero que no —le dijo suavizando su expresión, y dándole una palmada en el hombro.
Roberto se puso de pie, fue a buscar una cerveza y salió al patio a fumar.
Rubén se quedó ahí apoyado en el mesón de la cocina, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.
Miró al grupo desde la distancia. Sebastian conversaba con Catalina y Marco, mientras Felipe, Alan, Daniela, Macarena, Anita e Ingrid conversaban y se abrazaban. Era el gran reencuentro del grupo de la infancia.
Al cabo de unos minutos, el grupo decidió salir al patio, y Felipe se acercó a Rubén.
—¿Todo bien? —le preguntó, poniendo su mano en la cintura de Rubén.
Rubén asintió con la cabeza. Apretó la mandíbula con fuerza, como si temiera que en cualquier momento se le fuera a caer.
—¿Por qué no vienes con nosotros? —Felipe buscó la mirada de Rubén.
—Estoy tratando de acostumbrarme a la cantidad de gente —mintió Rubén.
No sabía por qué mentía, si no tenía nada que ocultarle a Felipe.
—Bueno —aceptó Felipe sin protestar—. Voy a hablar con el Robert —le informó, le dio un beso en la frente y salió al patio.
Rubén se quedó solo por unos segundos en la cocina, luego que todos salieron, y por un momento pensó que se pondría a llorar, pero se controló. No podía darse el lujo de hacer una escena así.
Fue al refrigerador, sacó una botella de cerveza, la abrió, y salió al patio.
A decir verdad, Rubén nunca había sido muy fanático del sabor de la cerveza, pero esa precisamente le pareció más amarga que nunca.
Se acercó a Sebastian y Marco, que conversaban tranquilamente sentados en un gran macetero de cemento.
—Siento que estoy perdiendo mi toque —escuchó que decía Marco cuando llegó.
—¿Alguna vez lo tuviste? —preguntó con sarcasmo Sebastian.
—¿Qué te pasa? —Marco se ofendió—, obvio que si po, ¿cierto Rubencio?
—¿Qué cosa? —Rubén estaba perdido.
—Que siempre he sido encantador —respondió con tono de obviedad.
—No —respondió Rubén secamente.
—Bueno, qué vas a saber tu, si obviamente tienes pésimo gusto —comentó en broma Marco.
—Oye, el Rube no tiene mal gusto —lo defendió Sebastian, pero Rubén no dijo nada—. ¿Te pasa algo, Rube?
Sebastian notó que algo le pasaba a su amigo.
—No, nada —respondió Rubén.
No sabía por qué había tomado esa postura de ocultar lo que estaba sintiendo, como si no confiara en nadie. Como si hubiera vuelto a ser el chico inseguro que era hace unos meses, como si toda su confianza se hubiera desvanecido con la aparición de Alan.
Estaba de regreso en el closet.
—¿Seguro? —insistió Sebastian.
Rubén simplemente asintió y fingió una sonrisa.
—Estoy cansado, eso es todo.
—Ya, pero Rubencio, no puedes dar jugo ahora po, si vinimos a disfrutar —Marco intentó animarlo.
—Si sé, si ya se me va a pasar —respondió Rubén, dándole un sorbo a la botella que tenía en las manos.
—Ya, pero eso no te va a despertar mucho. Tómate una piscola por último —le sugirió Marco, experto en bebidas alcohólicas.
—No creo que eso ayude mucho —intervino Sebastian, un tanto preocupado por Rubén.
—Ya, tráeme una —le pidió Rubén a Marco, quien de inmediato se puso de pie y entró a la casa a preparar el bebestible.
—Rube, no creo que sea buena idea —le dijo Sebastian al quedar solos.
—Seba, no me pasa nada, tranquilo —insistió Rubén, intentando tapar su malestar anímico.
Miraba fijamente a Felipe cómo interactuaba con sus amigos de la infancia, y especialmente cómo lo hacía con Alan, su ex pololo. Notaba la forma en que lo miraba, la forma en que le hablaba, y cómo se reía de alguna tontera que el muchacho decía.
En su mente se instaló la idea de que nunca lo había visto reír tanto, no estando con él al menos. Nunca se reía con tanta fuerza de sus ocurrencias, por muy ocasionales que fueran. Se sintió completamente disminuido ante la llegada de Alan.
—Si quieres puedes irte a acostar, nadie te va a decir nada —ofreció Sebastian.
—Estoy bien —Rubén sin querer endureció el tono, producto del estrés.
—No es para que te pongas así tampoco, solo quería ayudarte.
Sebastian quedó visiblemente dolido por el tono de Rubén, pero no alcanzó a decir nada porque justo llegó Marco con un vaso de piscola en cada mano.
—Aquí tienes, pequeño padawan —le dijo extendiéndole uno de los vasos.
Rubén lo tomó sin darle mayor vuelta al asunto, y le entregó la botella de cerveza a medio tomar a Sebastian, quien la miró decepcionado, y le dio un largo sorbo.
Rubén sintió el efecto del pisco de inmediato a medida que bajaba provocándole una rara sensación de ardor en el esófago, y un leve vértigo.
—Tranquilo Rubencio, no vayas a terminar tirado después en la mitad de la playa —le advirtió Marco, a modo de broma.
Rubén simplemente lo miró y no dijo nada. Se puso de pie, y se acercó al grupito donde estaba Felipe y sus amigos de la infancia, riendo a carcajadas.
Se paró al lado de Felipe, quien sin decir nada apoyó su brazo derecho en el hombro de Rubén, y con el brazo izquierdo terminó de abrazarlo, y le dio un beso en la sien.
Rubén sintió un alivio enorme al sentir a Felipe abrazándolo. No lo había olvidado. No aún al menos.
—Mi compañero me dijo “¿y no le mandaste el correo al jefe con tus turnos de diciembre?”, y yo le respondí “¿qué tengo que andar mandándole hueás a hueones?” —contaba Alan, moviendo las manos simulando choreza, provocando la risa del grupo—, lo dije en broma, obvio, pero justo atrás mío estaba el jefe, así que por eso ahora estoy sin pega —concluyó—. No le gustó la bromita.
A Rubén le molestaba oír la risa de Felipe en su oído, completamente divertido por las historias de Alan.
—Pero Alan, pudiste haberme dicho antes, puedo hablar con mi tío para que te ponga de garzón en el local —ofreció Anita.
—¿En serio?, ¡gracias! —aceptó encantado Alan—. No te había dicho antes porque no hablábamos —se rió.
—Tienes razón —coincidió Anita, riendo junto a él.
Rubén no sabía qué tenía Alan, que provocaba risas en todos, y odiaba tener que admitir que efectivamente era muy divertido. Le sobraba todo el carisma que a él tanto le faltaba.
—Chicos, traje algo —dijo de repente Alan—, espérenme aquí.
Alan entró corriendo a la casa, y volvió en menos de un minuto, tapando algo entre las manos. Rubén no pudo ver qué era, hasta que Alan se lo mostró al grupo: era un pito de marihuana.
—¡Buena! —exclamó de inmediato Daniela.
Rubén levantó la mirada y vio a Felipe sonreir ante la sorpresa de Alan.
—¿Quieres probar? —le preguntó Felipe a Rubén en voz baja, como si no fuera gran cosa, al notar que lo estaba mirando.
Por alguna razón Rubén se sintió aún más fuera de lugar. Él nunca había probado la marihuana, y supo de inmediato que al menos la mayoría del grupo sí lo había hecho, incluído Felipe y Alan, que probablemente ya habían compartido aquella experiencia juntos.
—Ya vengo, voy al baño —le dijo Rubén, intentando disimular su sensación.
—Bueno —aceptó simplemente Felipe, y le dio un beso en los labios.
Rubén caminó hasta entrar por la puerta de la cocina de la casa, y escuchó a Felipe gritar con alegría “¡Que corra!”.
Entró al baño que estaba debajo de la escalera que daba al segundo piso, se miró al espejo y examinó su rostro. Notó que su mirada expresaba la tristeza que sentía, y se sintió la persona más sin gracia de la tierra. Se vio ojeroso, y algo colorado, seguramente por haber pasado la tarde en la playa.
“Está claro por qué le presta más atención a él”, pensó con tristeza, asumiendo la realidad, que Alan era mucho más guapo e interesante que él.
Se quedó un par de minutos ahí, simplemente mirándose en el espejo, hasta que sintió que era momento de volver. Se mojó la cara para espabilar, dio un largo suspiro, y salió rumbo a la cocina, a prepararse otra piscola.
Al volver a salir al patio, los grupos estaban más mezclados, sentados en las sillas que habían sacado del comedor, mientras esperaban que salieran las primeras presas de carne y choripanes, algunos bailaban al ritmo de la música de Chino y Nacho.
Rubén se tuvo que apoyar con la puerta para bajar el escalón que daba al patio, para no perder el equilibrio. El alcohol ya estaba comenzando a surgir efecto.
Se acercó a Roberto, que estaba fumándose un cigarro aislado del resto del grupo, porque sabía que entendía por lo que estaba pasando.
—No entiendo por qué estás tan enojado —le dijo directamente Rubén a Roberto.
Roberto lo miró y pensó un par de segundos antes de responder.
—Estoy enojado porque el Alan dejó al Pipe cuando más lo necesitaba, y ahí están conversando como si nada —Roberto señalizó con su mentón en dirección a los ex pololos, que conversaban animadamente compartiendo lo que quedaba del pito de marihuana—. Cuando el Pipe estuvo solo yo estaba ahí, yo lo apoyé. Ninguno de esos hueones de la infancia. Yo. Pero parece que ya se le olvidó.
Rubén no dijo nada. Simplemente se quedó mirando a Roberto, admirado por lo mucho que quería a Felipe. De verdad era como un hermano para él, y sabía que el sentimiento era mutuo.
—Él te quiere mucho —le dijo finalmente, para consolarlo. Le costó mucho hablar, como si la lengua se le hubiera dormido—. No sabes cuánto.
—Si sé que me quiere, pero me da rabia la hueá —insistió Roberto—. Rube, ¿estás bien? —le preguntó, mirándolo con atención por primera vez desde que llegó Rubén.
—Si, ¿por? —Rubén se hizo el tonto, e intentó hablar con normalidad, aunque su exceso de modulación no lo ayudaba mucho.
Roberto se quedó en silencio unos segundos, sin responder, aunque su cara le dijo todo a Rubén.
—¿No estás celoso o algo? —inquirió Roberto.
Rubén bajó la mirada y simplemente asintió, intentando no permitir que sus emociones lo invadieran.
—El Pipe no te engañaría nunca, Rube —le dijo Roberto, poniendo su mano en el hombro de Rubén para reconfortarlo.
—Que gracioso que me digas eso después de estar igual de celoso que yo —comentó Rubén en voz baja, luego de dar un largo sorbo al vaso de piscola que tenía en la mano.
—Es distinto, Rube —se justificó Roberto—. Yo no estoy celoso, solo estoy enojado.
—Bueno, yo tampoco estoy celoso. Estoy triste —retrucó Rubén.
—¿Por qué estás triste? —Rubén escuchó a sus espaldas la ronca voz de Felipe, expresando un ánimo muy inusual en él.
Rubén consideró por unos segundos seriamente la idea de gritarle todas las cosas que tenía en la cabeza. Se dio media vuelta y vio a Felipe sonriéndole.
—Nadie está triste, escuchaste mal —respondió Rubén, con una mezcla extraña de rabia y pena.
—¿Cómo que no?, mira esa carita —Felipe le acarició el rostro con sus largos dedos.
Roberto aprovechó el momento y se alejó. Probablemente sabía que no podía hablar con Felipe en ese estado, pensó Rubén.
Rubén abrazó a Felipe, aprovechando de sentir su cuerpo contra el suyo, sus brazos alrededor suyo, y su perfume invadiendo su sentido del olfato.
Pensó durante varios segundos cómo plantearle sus inquietudes a Felipe con respecto a esa noche. Cuando finalmente encontró la forma correcta, en la que no sonara tan desesperado, dio un suspiro, y comenzó a decir:
—¿Por qué no me dijiste que…?
—¡Felipe! —Anita se acercó interrumpiéndolos—, ¡el Alan va a tocar Malaventurados! —le dijo con excesivo entusiasmo, tomando a Felipe del brazo y acercándolo hacia donde estaba el resto del grupo, todos sentados alrededor de Alan que había ido a buscar su guitarra—, ven a cantar, como en los viejos tiempos.
Rubén observó a Felipe ser arrastrado por Anita hacia el resto de los presentes. Su pololo se volteó a mirarlo, sonriente, incapaz de notar el estado de Rubén.
Anita se sentó al lado de Alan, y Felipe se sentó al otro lado de ella.
Rubén se acercó al grupo, pero se quedó de pie.
Alan comenzó a tocar la guitarra con entusiasmo, mientras miraba sinriendo alternadamente a Anita y a Felipe.
Sé que está en algún lugar mejor
Donde no hay abuso, fuera de este mundo
Quiero encontrar el medio para yo
Poder hablar con ella, poder decirle a ella
Que aquí todo está peor
Que al igual que ella mi voluntad también murió
Le quiero platicar que todo sale mal
Que yo la alcanzaría teniendo la oportunidad
Rubén escuchó atentamente la letra de la canción, en la voz grave de Felipe, y la sintió muy triste, a pesar de la actitud alegre con la que la cantaban su pololo, Anita, Macarena y Alan.
Pensó en su madre, y sintió que la canción lo describía perfectamente a él. Se sentía completamente solo y desamparado, como si solo le ocurriera una cosa mala tras otra, ignorando por completo que, a excepción de esa noche, con la aparición de Alan, su vida era maravillosa.
Su mente comenzó a divagar entre recuerdos gratos y no tanto con su madre. De cuando era pequeño e iban en familia a la playa o al parque, hasta de esa terrible tarde en que llegó a su casa después del liceo y la encontró inerte sobre la cama.
Entró discretamente a la casa, esperando que nadie notara su ausencia, y subió a su habitación, porque no quería llorar frente a todo el mundo, y se quedó ahí, por largo rato, meditando todas esas emociones que estaba sintiendo.
Ni en un millón de años habría pensado que estaría llorando por su madre esa noche en Hornitos, ese vieja que tanto había esperado para disfrutar con sus amigos. Su pololo lo había hecho recordar a su madre cantando una canción sobre el suicidio, sin siquiera darse cuenta del efecto que había tenido en él.
Probablemente estaba exagerando producto de la vulnerabilidad mental en que lo había dejado la aparición del perfecto Alan, o quizás el alcohol en su organismo lo hacía liberar sus emociones sin limitarse socialmente.
Después de varios minutos sentado en la cama, dejando que las lágrimas cayeran por su rostro sin intentar detenerlas, se tranquilizó al momento que Alan con su suave voz comenzaba a cantar Somewhere Over The Rainbow.
Dio un largo suspiro, se secó las lágrimas y bajó al primer piso, pero en vez de salir directamente al patio para reunirse con el resto, sacó una cerveza del refrigerador, y se sentó en el sillón.
—Amiguito Alan, ¿me la prestas? —escuchó la voz de Marco desde afuera, suponiendo que se refería a la guitarra—. Gracias —se notó el entusiasmo en su voz—, ya, ¿quién quiere escuchar “Lamento Boliviano”? —preguntó a su público.
—Nadie quiere escuchar Lamento Boliviano, Marco. Nunca —respondió con acidez la voz de Ingrid, provocándole una leve sonrisa a Rubén.
—¿Dime, qué canción quieres que toque? —Marco le preguntaba directamente a alguien, pero Rubén no escuchó a quien, porque Daniela se rió con fuerza.
Al cabo de unos minutos la guitarra comenzó a sonar, y Marco cantó una canción lenta que Rubén no reconoció.
Daniela y Sebastian entraron riendo a la casa, pero Rubén no los miró directamente, simplemente bajó la mirada.
—Voy a cambiarme y vuelvo —le dijo Sebastian a Daniela, y subió las escaleras.
Daniela se acercó lentamente a Rubén, quien evitó mirarla para que no notara que había estado llorando.
—¿Cómo estás Rube? —le preguntó ella con amabilidad, sentándose a su lado.
—Bien —respondió Rubén después de aclararse la garganta, intentando sonar casual.
Un silencio incómodo se instaló por unos segundos.
—Me alegró mucho saber que estás pololeando con el Pipe —comentó ella, intentando conversar, pero Rubén seguía con la mirada fija en el suelo—. Quiero que sepas que no estaba muy de acuerdo con que viniera Alan, considerando que él y Felipe fueron… ya sabes.
—¿A qué viene todo esto, Dani? —le preguntó Rubén, molesto por su presencia alterando su soledad.
—Ay, Rubén —Daniela quedó sorprendida con la actitud de Rubén—, no es para que te pongas así, solo quería conversar.
—Claro, ahora quieres conversar conmigo, después de lo que le dijiste al Seba —le espetó Rubén, recordando las condiciones que su amigo le había dicho que había puesto Daniela.
—¿Qué cosa le dije al Seba? —preguntó ella sorprendida.
—No te hagas la tonta, Daniela, porfa —Rubén se puso de pie.
Se sintió mal por estar liberando parte de su pena y su rabia contra Daniela, pero no pudo evitarlo.
—En serio, Rubén, ¿qué cosa le dije al Seba? —insitió ella, intentando mantenerse calmada.
—¡Le dijiste que no querías que saliera con ustedes, que no me querías ver por lo que pasó en Iquique!
—Ay, Rube —Daniela soltó una risita de alivio—, yo nunca le dije al Seba que no quería que salieras con nosotros…
—Bueno quzás no fueron esas tus palabras, pero esa era tu intención, no querías que estuviera cerca de ustedes, pero mala suerte, porque el Seba es mi mejor amigo así que no vas a lograr que me aleje de él.
—Rubén, así no fueron las cosas —Daniela dio un largo suspiro para mantener la calma—. Si quieres saber de verdad qué pasó pregúntale al Seba, pero a mí no me metan en sus hueás. No estoy para dramas de pendejos.
Daniela se fue al patio a seguir compartiendo con el resto el grupo, dejando a Rubén solo nuevamente, confundido con su respuesta.
¿Qué era lo que de verdad había pasado?, ¿acaso Sebastian le había mentido?
Si para él ya era decepcionante que su pololo estuviera pasando la noche con su ex, el enterarse que su mejor amigo le había mentido le provocó una rabía que no pensó que podía llegar a sentir.
Le dio un sorbo a la botella de cerveza antes de subir por las escaleras lo más rápido que le permitió su embriagado cuerpo, y abrió la puerta de la pieza donde sabía que iba a dormir Sebastian.
Sebastian se enderezó sorprendido al escuchar que alguien abría la puerta.
—Ah, eras tu —dijo Sebastian, aliviado de ver a su amigo. Estaba sin polera, y le dio nuevamente la espalda para buscar algo en su bolso—. Me vine a cambiar polera porque la Dani me derramó la piscola encima —le contó, volviendo a buscar una polera limpia entre sus cosas.
—¿Qué mierda Sebastian? —dijo con la voz ronca Rubén producto de la rabia.
Sebastian se volteó sorprendido, y por fin miró atentamente a Rubén.
—¿Qué pasa Rube? —preguntó preocupado—, ¿estás bien?
—¿Por qué me dijiste que la Dani no quería que me juntara con ustedes? —Rubén ignoró las preguntas de su amigo, y simplemente continuó buscando la verdad.
—¿Qué? —Sebastian no entendió a qué se refería.
—La otra vez me dijiste que la Dani no quería verme, no quería que me juntara con ustedes cuando salían con la Maca —explicó Rubén.
—Ay, Rube —comenzó a decir Sebastian, nervioso—, ya ni me acuerdo de eso.
—¿Cómo no te vas a acordar? —Rubén no podía creer la justificación de Sebastian—, ¡lo hablamos en mi casa!
—Ya, si, pero fue hace mucho tiempo —Sebastian le bajó el perfil, y se volteó para seguir buscando la polera en su bolso.
—¡Seba, respóndeme! —le gritó Rubén tomándolo de la mano con fuerza para obligarlo a voltearse y mirarlo a los ojos.
Sebastian perdió el equilibrio y cayó sentado en la cama.
—¿Qué te pasa, Rubén? —le preguntó sorprendido por la actitud de su amigo.
Le dijo “Rubén”. Sebastian nunca le decía así. Rubén lo notó.
—Solo quiero que me digas la verdad —insistió Rubén.
—¿Cuál verdad?
—¡Deja de hacerte el imbécil! —le gritó Rubén, desesperado.
—¡¿Qué?!, ¡¿qué quieres que te diga?! —Sebastian se puso de pie enojado y se acercó tanto a Rubén para confrontarlo que Rubén cayó sobre la otra cama. La botella de cerveza que tenía en la mano se le cayó sobre la alfombra, con un ruido sordo—, ¡¿que era yo el que no te quería invitar porque sabía que no iba a poder concentrarme en estar con Daniela contigo ahí presente?! —la voz de Sebastian comenzó a perder fuerza y los ojos se le humedecieron—, ¿que a pesar de que lo intento no puedo dejar de estar enamorado de ti, ahueonao?
Rubén quedó perplejo con las palabras de su amigo, incapaz de responderle.
El corazón le latía con fuerza y no supo qué decir. Sebastian lo miraba a los ojos con intensidad, como si tampoco supiera qué hacer a continuación, esperando una respuesta de Rubén.
—¿O acaso quieres que te diga que no te invité porque simplemente no quiero pasar tiempo contigo, que me caes mal o algo así? —agregó Sebastian, pretendiendo hacerle ver a Rubén que lo primero no había sido verdad, sino que solamente era una alternativa de lo que él pensaba que quería oír—. ¿Qué quieres que te diga?
Sebastian esperó que Rubén dijera algo, pero ya había perdido la fuerza del principio, y ahora solo se veía asustado, a pesar de que intentaba mantener su actitud amenazante.
Finalmente, tras largos segundos de tensión, Sebastian se dio la vuelta, tomó simplemente un polerón que tenía sobre la cama y salió de la habitación, dejando a Rubén a solas.
Rubén no sabía qué acababa de pasar. Quedó completamente confundido, y no lograba hilar sus pensamientos para poder entender la situación. Cada vez que trataba de concentrarse en las palabras de Sebastian, su mente se desviaba inevitablemente a tener la imagen de Alan en su cabeza, tocando la guitarra, conquistando a todo el mundo con su carisma.
Levantó la botella de cerveza de la alfombra, y sorprendentemente aún le quedaba algo en su interior. Se tomó todo de un sorbo y se puso de pie con dificultad. Caminó hasta la puerta y bajó las escaleras hasta el living de la casa, desde donde pudo ver que Felipe y Roberto discutían en la cocina.
—Tranquilo, hermano, si no te voy a cambiar por nadie —le decía Felipe a su amigo, con una sonrisa atontada en el rostro—. No entiendo por qué estás tan enojado.
—¿Cómo no vas a entender? No es tan difícil —Roberto estaba serio, casi al borde de perder la paciencia—. Ni siquiera le contaste al Rube que venía ese hueon —bajó la voz, aunque no sabía que Rubén los estaba escuchando.
—No te metas en lo que tengo con Rubén —le advirtió Felipe, dejando de lado la sonrisa tonta por un momento—. Yo sabré cómo manejo mis relaciones. Tú no lo entenderías.
—Perdona por no entender tu nivel superior de imbecilidad —comentó con sarcasmo Roberto.
—¿Tus relaciones? —Rubén se metió a la conversación sin importarle nada—, ¿acaso tienes más de una?
El corazón le latía a mil por hora, y pensó que por la fuerza de los latidos iba a perder el equilibrio y se iba a ir de cara al suelo.
—No me refería a eso, Rubén —respondió con calma Felipe.
—¿Y a qué te referías entonces? —a Rubén le costaba hablar. Sentía que su lengua no trabajaba con la misma fluidez de antes, sobretodo en ese momento que estaba furioso.
—Rubén, no vale la pena explicarlo ahora, así como estamos —Felipe de repente se vio cansado, como si la idea de mantener una conversación con Rubén lo agotara por completo.
Roberto se retiró de entre ambos, y le dio unas palmadas en el hombro a Rubén, lo que Rubén interpretó como si le estuviera dando su apoyo. Luego de eso subió las escaleras y se perdió de vista.
—¿No vale la pena tratar de hacerme sentir menos mal de como me siento? —preguntó Rubén, levantando la voz.
—Rubén, estás gritando —le advirtió Felipe, con calma.
—No me importa —respondió bajando la voz, demostrando justamente lo contrario.
Rubén intentó controlar su enojo y su pena, que se escapaba lentamente de su interior en forma de lágrimas.
—¿Por qué lo invitaste a él?, ¿acaso aún lo amas? —le preguntó directamente, dejando ver toda su inseguridad.
—Yo no lo invité, todos lo hicimos —lo corrigió—. Y si, por supuesto que lo amo.
A Rubén simultáneamente le comenzó a doler el pecho y la cabeza, como si efectivamente se le hubiese quebrado el corazón, y su cerebro hubiese colapsado con esa información.
Sintió que le faltaba el aire, y comenzó a respirar agitadamente.
Trató de controlar el llanto, mirando a los ojos a Felipe, esperando que se retractara, que dijera que era una broma, pero eso no ocurrió, y cuando ya no pudo contener las lágrimas, se dio media vuelta y se dirigió a la puerta de salida.
—Rubén, espera —le dijo Felipe, sin ganas, pero Rubén no obedeció.
Abrió la puerta y la cerró tras él. Salió a la calle, esperando en el fondo de su corazón escuchar la puerta abrirse y la voz de Felipe gritar su nombre, pero eso no ocurrió.
Rubén cruzó la calle con dificultad, intentando mantener el equilibrio, y caminó sin rumbo bajo las estrellas en esa calurosa noche de verano.
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para1para2 · 3 years
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"Los cítricos constituyen uno de los cultivos más destacados de la producción frutícola en Costa Rica, donde hay sembradas unas 27.000 hectáreas de naranja (Citrus sinensis) y unas 5000 hectáreas de otros cítricos como mandarinas (Citrus reticulata), limones ácidos (Citrus aurantifolia) y toronjas (Citrus medica)." María Daniela Jiménez Fernández, Manejo fitosanitario del “LIMÓN MESINA”, UNA.
Este cítrico delicioso y aromático, demanda mucha cantidad de agua; si durante su etapa de riego no tiene suficiente puede ser una cosecha de limones deformes, secos y con poco jugo.
También contiene: vitamina B, C y P; minerales como el magnesio, potasio, hierro, fósforo y flúor. Ayuda a depurar toxinas, refuerza el sistema inmunitario y funciona como regulador del pH.
Por eso es importantísimo aprovechar todo el limón, en varias preparaciones; si hay abundancia podemos (y debemos) conservarlo para las épocas donde no hay tanta producción, para aprovechar y respetar los recursos que se han utilizado para su producción, tanto naturales como recurso humano.
Hace una semanas tuvimos la oportunidad de comprar varias unidades de limones, muy jugosos, grandes y deliciosos; al verlos ya en la casa nos dimos cuenta que eran bastantes, entonces nos dimos a la tarea de buscar opciones para conservarlos por más tiempo para #evitareldesperdicio. En las siguientes publicaciones podrán las opciones para conservarlos por más tiempo.
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venezolanizateblog · 3 years
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El sabor de la gastronomía venezolana llega a Paris
Daniela Aldrey y Luis Alfredo Machado se han ganado el corazón de los parisinos gracias a un foodtruck donde sirven comida típica venezolana
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Melany Fritz. Con su Food Truck y ahora restaurante en la Rue Notre Dame de Lorette, 75009 Paris, Ají Dulce ha conquistado el paladar de los franceses. Daniela Aldrey una periodista de profesión, unió alianzas con Luis Alfredo Machado ingeniero químico venezolano oriundo de Punto Fijo que había conocido un año atrás cuando él cursaba estudios en la reputada escuela Le Cordon Bleu, ambos decidieron emprender en Ají Dulce que comenzó hace cuatro años como Food Truck.
“A diario, Luis y yo nos íbamos con nuestra cavita, tomábamos el metro y hacíamos que la gente degustara la carne mechada y las arepas”, afirma, Daniela Aldrey para diario el pitazo.
Ají Dulce capto la atención de una de las principales compañías telefónicas de Francia, SFR; y poco a poco se dio a conocer entre los parisinos con su insigne sabor de gastronomía venezolana se convirtió en el primer Food Truck en operar en uno de los campus de la empresa. El equipo de Daniela y Luis está conformado en su mayoría por venezolanos a excepción de un francés, que como ella misma describe “es más venezolano que todos nosotros”.
Entre su criollo menú, Ají Dulce ofrece la arepa ‘reina pepiada’, "la sifrina", "la mulata"; patacones rellenos de pollo, carne y pernil; tequeños artesanales, empanadas rellenas de cazón de Margarita, o las cachapas de maíz dulce, así como también postres típicos venezolanos como: El quesillo, la marquesa de parchita y la torta tres leches, sin dejar afuera el típico jugo de parchita y el papelón.
Sin duda, Ají Dulce es un pedacito de Venezuela en el viejo continente que, gracias a la constancia y el trabajo de Daniela y Luis, dos venezolanos que se atrevieron a soñar lograron llevar a Paris una de las capitales gastronómicas más prestigiosas del mundo la grandeza de nuestra autentica gastronomía que se hace destacar por su único sabor. Como bien lo dice Daniela para el diario el pitazo" El que persevera, vence".
Para seguir a Ají Dulce puedes conseguirlos a través de Instagram como @Ajidulceparis y en su página web https://www.ajidulce.fr/ donde podrás conocer más sobre su menú y disfrutar de su contenido.
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veranoenestocolmo · 4 years
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Padrones (I)
El Príncipe
Anoche un amigo me contó que había sido fiscal en las elecciones del domingo y que había sido de las cosas más divertidas que le habían pasado en el año. Hacía mucho tiempo, me dijo, que no pasaba doce horas seguidas sentado, charlando con gente que había conocido ese mismo día y que no iba a volver a ver nunca más, y gente que, por una lógica confesada desde el principio, apoyaba a un partido diferente. Es como si fuera un experimento.
Cuenta además que en el padrón que le tocó fiscalizar se dio una historia muy curiosa, de la que en principio tuvo que sacar conclusiones y después averiguó con detalle. Sánchez, Mariana Elina es una mujer de veintiocho años que nació en Córdoba y se mudó a Beccar cuando era muy chiquitita. Sánchez, Damián Urbano, su papá, se había quedado sin trabajo durante el 2001 y había tenido que huir de la desesperación para venir a instalarse al taller mecánico del primo de su entonces mecánico allá en las sierras. Sandae, Héctor, lo recibió como a un hijo, aunque solamente fuera un cliente de su primo, uno de tantos que habían caído en la ruina. A los dos años la familia ya estaba instalada y Mariana empezaba a mostrar sus primeros signos severos de aporteñamiento. Volvió a haber pan en la mesa y algo parecido al progreso.
Para ese entonces, además, Sandae, Daniela, la hija menor de Héctor, había empezado a ser amiga de Mariana. Daniela todavía se acuerda de cuando vio llegar una pick-up (a la que entonces casi nadie le decía pick-up) blanca, embarrada, llena de cosas, una encima de la otra,  y vio cómo un tipo vestido como el cura de la parroquia cuando se saca la sotana entraba en el galponcito de su papá para presentarse. Se acuerda, sobre todo, que no llovía pero que había esa garúa finita y algo calurosa a la que se había acostumbrado en algunas tardes de verano, y que, en el asiento de atrás de la camioneta, las gotitas pegadas al vidrio casi no dejaban ver la cara de una Mariana de diez años que se apretaba contra un jugo de naranja de un litro que venía en un tetrapack. 
Lo que sí se acuerda Daniela es cuando empezó a aparecer Vittielo, Víctor, uno de los chicos del colegio al que Damián Urbano había logrado mandar a Daniela después de abandonar el taller y volver a conseguir un trabajo de oficina con seguro social, aguinaldo y escoliosis. Al principio volvían juntos del colegio, a un par de cuadras, y pasaban siempre por el taller porque así se los exigía el estrés obsesivo de Damián, y porque Héctor seguía siendo un tío especial para Mariana. Casi siempre, Daniela llegaba justo a esa hora de la escuela y los acompañaba después hasta su casa, sin haber confesado nunca jamás que esa era la parte del día que más esperaba. En la puerta de la casa modesta pero bien definida que habían logrado los Sánchez, Daniela saludaba con un beso a Mariana y a Víctor y se iba caminando todavía con la mochila y el guardapolvo puestos, para darse vuelta unos metros después y saludar a Di Plácido, Hermiña, la mamá de Mariana, que parecía siempre llegar tarde a la reunión en la vereda. 
Con el tiempo, Víctor dejó de aparecer y fue reemplazado por Mattoni, Carlos, un chico retacón y tímido pero sin anteojos, que era muy educado e interesado y siempre Mariana tenía que sacarlo del taller a los tirones, cuando pasaban de visita, porque se quedaba charlando con Héctor, con Daniela o con el gato o con el perro, por el puro sentimiento de que tenía la obligación moral de no abandonar una conversación. Después de él vino Panzetti, Lucas, que era canchero, demasiado alto para su edad, quería ser musculoso aunque todavía era solamente demasiado flaco, y jugaba al rugby y a veces, en el camino del taller a lo de Mariana, prendía un cigarrillo.
Con Lucas empezó a pasar. Una tarde Daniela volvió de la escuela y no llegó a ver a Mariana y a Lucas. Puso cara de embole y se encerró en su cuarto a ver Chiquititas. Tirada en la cama, con los ojos más concentrados en el techo que en el televisor, pensó que era todavía muy temprano para que ya se hubieran ido y que no la habían esperado lo suficiente, y que se lo iba a decir. Hizo puchero sacando los labios más afuera de lo que los tenía, apagó el televisor porque le parecía que el ruido de los cantos grabados con mal sonido arruinaba el entorno de su cuarto, se puso una almohada contra el pecho y otra contra la cara, casi sin poder respirar, apretando con mucha fuerza, y durmió una siesta monumental que terminó a la mañana del día siguiente. 
Daniela hubiera elegido dormir para toda la vida, anclarse para siempre en esa cama hasta que los pies se le fueran volviendo del color del acolchado, si hubiera sabido que Mariana no iba a volver nunca. Nunca más volvió a pasar por el taller, nunca más se la cruzó con Lucas jugando a ser fumadores a las cinco de la tarde, nunca más la dejaron preguntarle nada a Damián Urbano, que no iba casi nunca al taller pero que aparecía para las fiestas con cara de empleado público y dejaba una caja empapelada de rojo sobre el mostrador del taller y se encerraba en la oficina con Héctor. De a poco, Beccar se fue olvidando que había existido una gran amistad entre Daniela y Mariana, Héctor se fue olvidando, Herminia nunca lo supo, a Damián no le interesaba, y dejó de quedar un registro en la memoria de alguien de que alguna vez esas dos chicas que se conocieron en la desesperación del padre de una habían sido almas gemelas y no se verían nunca jamás hasta los comicios del 27 de octubre de 2019, con un amigo mío de testigo.
Continuará.
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cminoldo · 4 years
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Danilo Fantini trabaja desde hace una docena de años en un modelo de producción agroecológico y su grapa es una excusa para conversar sobre una filosofía que gana cada vez más adeptos. Cada primero de agosto, muchos vecinos de esta zona salen a buscar caña con ruda para cumplir con una tradición milenaria que sirve para “espantar los males del invierno”, alejar las malas ondas, la mala suerte, y como escudo contra la envidia. Y una publicación de la ingeniera agrónoma Daniela Mansilla nos anotició de que el productor Danilo Fantini tenía para ofrecer ese brebaje, pero con el agregado de que se trataba de un producto agroecológico. Así fue que nos llegamos a la quinta de Fantini para conocer las bondades del producto, más que nada una excusa para poder conocer los avances de su proyecto de producción agroecológica en el que lleva una docena de años. La versión simplificada del término agroecología nos habla de una producción que no utiliza ningún tipo de químico sintético para controlar malezas, plagas y otros males de los cultivos. Pero nos habla también de una elección por un modelo detrás del que hay una filosofía, antes que una economía. A quienes hablaban de agroecología hace doce años en nuestra zona se los tenía como “locos lindos”. Hoy, viendo el daño que otro tipo de producción le viene produciendo a la tierra, son unos adelantados que merecen nuestro mayor respeto. Danilo Fantini se encuentra entre ellos. Volviendo a la grapa con ruda, vale contar que Fantini se inició en la producción de esta bebida tan cara a los caroyenses hace alrededor de una década y fue puliendo los métodos. Es parte del combo vitícola que ofrece como elaborador ya que también tiene su línea de vinos agroecológicos y su jugo de uva Riulat. Y en su quinta es posible encontrar duraznos producidos de la misma manera, productos envasados, corderos alimentados con pasturas naturales, y en breve pollos parrilleros bajo la misma línea de trabajo.
Un recopilador de saberes
“Tuve que recolectar las enseñanzas de gente más grande, de productores veteranos que me fueron trasmitiendo los cuidados que había que tener en la elaboración. Nuestra tranquilidad es que todos los años el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) nos hace los análisis, verifica la calidad y nos deja tranquilos sobre el producto que estamos ofreciendo”, explica Danilo. “La experiencia -añade- que fuimos adquiriendo con los años impactó en la calidad, en los aromas que tiene porque la materia prima, de arranque, trae consigo unas características que están alineadas con una calidad que se empieza a notar”. Danilo rescata también que en su quinta no persiguen un rinde “superior”, sino que esa producción se obtenga armonizando todos los elementos naturales que intervienen en una fruta como son la sanidad del suelo y la fertilidad que se  trata de sostener por medio de prácticas. “Este año, sin ir más lejos, los vinos adquirieron una excelencia y de allí extraemos la materia prima para la elaboración de la grapa”, completa el productor. La buena noticia es que, después de tanto tiempo de lucha con un tipo de producción que exige más esfuerzo personal, comienza a haber mercado para ofrecerla y que en esos espacios se obtiene un precio “justo” con lo que los ingresos parecen haber encontrado cierto y necesario equilibrio.
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Gelatina de pata
“Los golpes de Eliza y Lola”
LOLA PORTILLA - ELIZA PORTILLA. Cocineras Tradicionales  20/1/2018
Al llegar a la casa,  doña Eliza y Lola ya estaban preparadas, se habían puesto su uniforme blanco, habían arreglado  el lugar e instalado el palo.
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De inmediato, Eliza tomó parte de la gelatina y empezó a batirla en el palo y doña Lola le agrega el almíbar caliente. 
Daniela: ¿cómo hace el proceso?
Doña Lola: “La pata la cocino y luego se la cola, luego se la licua y se la vuelve a colar y luego la cocina con un poquito de panela de esta y azuquítar también, se la cocina con todo el cuerito, únicamente queda el huesito, por ahí unas tres horas en olla a presión, mi mami ella cocinaba con leña, cocinábamos artas hasta 30 patas. Se cocinaba dos días o día y medio cuando eran piernas blanquitas, tiernas que se dicen entonces se cocinaban más rápido, todavía la tengo la olla, vea que grandota que es, la negra, las hacía atrás pero ya no puedo porque el humo me hace malo. Este es el aceite de pata, mi a mami no tenía ni una arruga y para el cabello se les hecha, porque cuando se les cae el cabello es bendito, eso tengo encargado.”
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Mar: ¿Cada cuánto se cocina la pata?
Lola: “Cada ocho se cocinaba la pata para los domingos y toda la semana que se hacía. Ese se lo pica y se lo calienta, se cocina y se da punto y se lo coloca en un platoncito o en algo que sea de plástico o no de aluminio. Luego se la coloca al fuego ya para estar dando punto, ya uno se da cuenta, a poco a poco va espesando, va espesando, espesando, espesando cuando está bien espesito se le coloca el azúcar y ahí se lo está meniando, meniando para que no se pegue y después ya se lo coge ya y cuando ya está el punto se lo saca y se lo vuelve a parar el otro poco que falta. Y ya se bate hasta que de punto para cortar.”
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Mar: ¿cuánto vendían?
Lola:  “Se vendía a diario pues en palito, cuando estaba mi mamita, se vendía todos los días, ahí trabajaba mi mamita, mi papa, mis otros hermanos, uuu hace... pues unos cuantos años, unos cien años llevamos en el negocio, a mi mami le enseñó la mama blanca que también tenía negocio. Yo empecé hace unos treinta años y mi mami me enseñó desde que tenía seis, desde chiquitos nos hacían batir y yo le enseñe a Paulo”, el hijo mayor de doña Lola.
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Mar: ¿y no les cansa comer gelatina?RisasLola: “Nosotros somos criados con la pata, nosotros el caldo de pata,  la pata, nos hacía mi mamita nos lo hacía con tomate, cebolla y cada ocho y nosotros hasta hora no nos cansamos, yo como o dos los días, yo endulzo el jugo con la gelatina, si es de tomate lo licuo y lo cierno por la pepa y luego lo vuelvo a licuar con la gelatina, y yo endulzo el café.”Terminan de batir y comemos gelatinas, nos despedimos felices. 
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Daniela Paz y María del Mar Lagos. Responsables
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that-soccer-guru · 2 years
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yo lo de isa lo decía x el vídeo que hizo pero nata jugo bastante en el Sevilla, más o menos desde diciembre/enero que juega casi todos los partidos
osea claramente es un tema de veto para las dos, pero no entiendo q paso después de la lesión de Nata para q nunca más la llamé, quizás porq es más cercana con isa ahora q compartieron equipo, porque isa también es hiper cercana con leicy y a ella no le pasó nada
Es posible?
No es la primera vez que alguien que es cercano a una jugadora vetada se salva de Abadía. Creo que el mejor ejemplo es Daniela Montoya y Yoreli Rincon. Yoreli sigue siendo super amiga de Dani, le dice cuñada y siempre que le preguntan a Yoreli que sucedió con sus compañeras en la sele, siempre dice que ella se distanció de las jugadoras que la sacrificaron para salvarse y que sigue siendo muy amiga de un par de jugadoras que no la usaron como chivo expiatorio después.
La situación con Nata es muy extraña, ella siempre ha sido muy crítica de la federación—Fue parte de él panel que demando que la federación hiciera cambios YA, siempre la invitan a los paneles y las entrevistas de los cambios que se necesitan en Sur América, nada de su activismo es nuevo. Quien sabe. Isa también la llamaron varias veces después del video con Melissa—la diferencia fue que a Melissa la vetaron 100% con la excusa que su lesión la había sacado mucho de forma. Lo mismo pasó con Nicole Regnier.
Mi conclusión la verdad es que ese man es muy raro. Y no lo entiendo. Y ya es hora de que hagan como con los otros DTs en Colombia y lo echen. Yo diría que deberían preguntarle a Carlos Paniagua si tiene algún parcero que quiera ser DT de las mayores (pero el no debería ser el DT, no hay que dejemos la Sub 20 en manos de otro pendejo)
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jovennatural-blog · 7 years
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Fresas, rico sabor
Nada mejor que un delicioso jugo de fresas bien frío en una tarde calurosa, la fresa posee innumerables beneficios ademas de su rico sabor. Todos alguna vez hemos estado reunidos en familia y creamos recuerdos inolvidables a través de un sabor, un olor, una sensación. O para enamorarnos, por que no.
Esta es la historia de Sam y Diego, dos jóvenes que sin buscarse se encontraron, todo fue una tarde de julio, estos chicos se habían conocido en la universidad, se encontraban haciendo tareas, fueron a un café a reunirse para ponerse de acuerdo con las tareas pendientes.
En medio de las tareas decidieron pedir un jugo, ambos pidieron uno de fresas pues era la fruta favorita de los dos, mientras llegaba hablaron de distintas cosas, se fueron conociendo mejor, se dieron cuenta que eran muy parecidos y les gustaba las mismas cosas al llegar el jugo solo tomaban y se veían fijamente, descubrieron que sentían algo por el otro. 
Pasaron los días y Sam y Diego siguieron saliendo juntos y cada sábado volvían al mismo café a tomar su jugo favorito. A veces las frutas y la naturaleza unen personas y crean recuerdos, ellos nunca pensaron que una fruta o mejor dicho un jugo podría unirlos o que les guardara tan lindo recuerdo.
-Daniela Pino
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Miércoles 22 de febrero del 2016
El día de hoy no asistieron los niños como Dayana, Daniela, Tania, Roger, Ariadne y Renata. Así mismo se tuvo clases de música.
Posteriormente se  realizó las actividades que se tenían previstas, por lo que un día anterior se les pidió a los alumnos cinco productos para conformar una tiendita, el cual se les cuestionaba acerca de los productos que venden en ella; comentando que ellos compran Sabritas, galletas, jugos, yogurt, entre otros alimentos.
Después se organizó el espacio para colocar todos los alimentos en las mesas, y se dieron las indicaciones para no maltratarlos o comerlos, se escogieron los  vendedores de forma voluntaria en el cual fueron Camila y Nahúm.
Todos los alumnos poseían una canasta o bolsita para colocar lo que habían comprado, así mismo Camila y Nahúm ponían los precios que ellos consideraban y los cobraban con fichas de colores, que fueron consideradas con el valor de un peso cada uno.
La dinámica que se vivían al momento de jugar fue agradable pues incluso tomaban el papel de señores cuando preguntaban por los precios, por ejemplo María de Jesús cuestionaba a la vendedora: ¿Señora cuánto cuesta eso? Apuntando a un jabón y respondiendo Camila: 5 pesos señora.
Posteriormente pasaban de 2 a 3 niños para realizar problemas al sumar o restar los productos que cada niño había comprado, por ejemplo Nahomi, Ruth y Ricardo juntaron todos sumando 1 + 1 + 2, contestando los niños que son cuatro.
Además se cuestionaba sobre quién era la persona que tenía más objetos o menos, por ejemplo cuando paso Roberto y Evelyn Renata, comentaban que Roberto tenía más que Evelyn, debido a que él tenía 9 y ella 4.  
Después del descanso se les puso música de relajación y ejercicios como forma de calentamiento para el cuerpo, para así proseguir con las actividades, misma que les presentó un jueguito interactivo de sumas y restas.
Se les presentaban problemas en donde se aplicaban las sumas y restas según sea, por ejemplo uno de ellos fue el que un gato llamado Max tenía 10 peces pero se comió 4 un día y al otro día  3, ¿Cuántos peces le quedaron? Por lo que se les complicó y primeramente se sacó el total de peces que se comió para después ir tachando aquellas que el gato se había comido, en el que esta vez participó Israel, Giovanni y Valeria; en el cual identificaron más fácil la respuesta.
Para ello se les leía y cuestionaba sobre sus respuestas. Camila, Estefanía y Luis Enrique identificaban la respuesta al momento de que la practicante les leyera, pues ellos mismos desde su lugar contaban o restaban. Cuando la practicante les preguntaba que si estaban seguros ellos respondían que sí y pasaba al frente a los niños para averiguar su respuesta, misma que al término lo corregían. Así mismo algunos se guiaban por lo que sus otros compañeros decían, por ello mejor se les planteaba a los alumnos que les faltaba de participar o que no han pasado durante el día  como el caso de Israel, Ricardo, Lupita, entre otros.
Autoevaluación de la práctica
El día de hoy se considera que para tener un mejor control en Roberto y Nahúm es necesario mantenerlos ocupados durante el desarrollo de las actividades ya que son los niños más inquietos, pues no les gusta estar sentados. Por ello se les tomó  en cuenta para que sean los representantes su mesa, el cual resultó un poco mejor en el caso de Roberto ya que al principio se mantenía con orden y motivado.
Sin embargo por cuestiones que la psicóloga atiende a Roberto lo sacaba de clases y al regresar se mantenía un poco más inquieto. Además se considera en tener un registro de participación para mantener el orden y control al momento de pedir voluntarios, pues la mayoría de los niños quieren y no aceptan en esperar su turno.
Sin dejar a un lado que la acción de la estrategia para el desarrollo de la competencia profesional de la docente en formación, los cuales son el uso de los gafetes siendo los niños los representantes se requiere implementarla en los posteriores días debido a que mañana jueves y viernes no se tendrá clases.
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Tequila
“El tequila representa actualmente la bebida nacional por excelencia, y aunque como producto destilado no se conoció hasta el siglo XVIII, ya había un antecedente importante de su consumo en los pueblos prehispánicos, quienes sembraban la planta de agave al que asociaban propiedades curativas y hasta religiosas.
El tequila es una bebida resultado de la destilación de azúcares de jugos obtenidos a partir del Agave tequilana Weber azul. Esta planta se distingue por sus pencas largas, angostas y rígidas de color azul, lo que la convierte en una especie de indiscutible belleza.
El tequila obtenido se coloca para su maduración en barricas de roble blanco o encino, donde puede ser abocado con color caramelo, extracto de roble, glicerina o jarabe de azúcar. Este proceso permite la existencia de bebidas con diferentes aromas y sabores.”
Daniela Sanchez
Fuente: http://www.explorandomexico.com.mx/about-mexico/5/34/
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