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#camino para perderse
Nuevo febrero.
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abyponytumbrl · 2 years
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versosdisonantes · 5 months
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Siempre lo fascinante se observa detenidamente con mucha atención para no perderse ni el más mínimo detalle. Como el ocaso en un día de otoño impregnando todo a tu alrededor con un crepúsculo irrepetible, como una lluvia de estrellas vista acostado de espalda en algún suelo de algún lugar del mundo a la luz de una fogata, como el reflejo de la luna esbozando caminos plateados una noche cualquiera sobre el mar, como esa nieve que cae repentina y te convierte en niño por un rato, como aguacero que empapa pero te quedas ahí, mirando hacia el cielo mientras te invade su grandeza, como el misterio detrás de tu sonrisa suspendida para deleite de mis ojos, como lo poco que sé de ti y lo mucho que me intriga, como cada palabra que dejas como si fuese tu perfume en el viento, como tú querida mía, como tú.
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cartas-de-luchi · 2 months
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¿Vale la pena arriesgarse tanto por alguien?
Pues creo que no hay una respuesta correcta para eso, ¿sabes?
Porque a veces va más allá de eso, de pensar en si vale o no la pena, o si la persona lo merece siquiera. Creo que todo parte de la base de como esa persona nos hace sentir, independientemente de lo que la otra persona sienta. Porque cuando quieres a alguien las acciones dejan de sen lógicas y terminas guiandote un poco por ese amor, vas un poco a la deriva.
Yo, por ejemplo, me arriesgué entera por alguien una vez y fue precioso, aunque el final fuese tan amargo como lo fue. Y valió la pena, claro que la valió. Porque ahora tengo los recuerdos más bonitos de mi vida atesorados en el corazón. Pero arriesgarse también es aceptar que algún día puede doler de forma desgarradora e inaguantable. Arriesgarse significa aceptar las diversas posibilidades y los distintos finales que puede haber. Bueno y malos. O ambos a la vez. Y volvería a arriesgarme por otra persona si siento que, ara mi, vale la pena.
Así que, desde mi punto de vista y basándome en mis experiencias, te diría que vale totalmente la pena. Pero que no hay que perderse a uno/a mismo/a en el camino, que nosotros tenemos que ir por delante de cualquier persona que entre a nuestra vida, porque al final del día, solo nos tenemos a nosotros mismos.
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esuemmanuel · 6 months
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No seré famoso, jamás lo seré, y no he querido ni he buscado serlo, ése tipo de ambición no me define. De hecho, un sueño que tuve desde pequeño fue publicar un libro y, bueno, ya lo cumplí. Me siento agradecido conmigo mismo por haber trabajado en ello y dejárselo al mundo. Igual a nadie le importa esto que estoy diciendo aquí, pero es algo que, de repente, me dieron ganas de expresar. Escribir ha sido un sueño para mí, una labor mágica y exquisita llena de hermosas satisfacciones y uno que otro dolor de cabeza y corazón, pues no siempre es fácil hacerlo (la hoja blanca es exigente y muy voluble). Sin embargo, y a pesar de algunas lamentables experiencias en las que no voy a ahondar, he amado tanto escribir que me ha dolido el alma en su más íntima raíz. He estado a nada de dejarlo cuando me he dejado abrumar por la voz de la ambición que no tengo, pero que veo en los demás escritores. Todos (o la gran mayoría) hacen lo imposible por lograr estar en un pedestal, trabajan por el éxito y por los números que anhelan que les lluevan en la cartera. Todo eso me causa un extraño malestar y me orilla a cuestionarme la verdadera razón que lleva a un ser humano a tomar la pluma y escribir… ¿Qué nos hace escribir? ¿Qué nos motiva? ¿Qué nos mueve? ¿La fama, la fortuna, el éxito o el simple amor al arte? Y si bien sé que la vida cuesta, que nada es gratis y que, si deseamos algo, debemos pagar por ello, también sé que el arte debe hacerse con el alma no buscando alardear o presumir por ser “bueno” o “letrado” o “intelectual”, y es que es tan fácil perderse en este camino que se puede caer en los extremos. En fin, estoy divagando… A veces es bueno divagar así. Me doy cuenta de lo que quiero y lo que no quiero… y no quiero ser un escritor que se llena de números y de una fama por demás ilusoria. Quiero mantener mi alma enfocada en la belleza y en la riqueza del arte, el cual es esperanzador por sí mismo.
I will never be famous, and I have never wanted or sought to be famous, that kind of ambition does not define me. In fact, a dream I had since I was a child was to publish a book and, well, I've fulfilled it. I feel grateful to myself for having worked on it and let the world know about it. Maybe nobody cares about what I'm saying here, but it's something that I suddenly felt like expressing. Writing has been a dream for me, a magical and exquisite work full of beautiful satisfactions and one or two headaches and heartaches, because it is not always easy to do it (the white page is demanding and very fickle). However, and in spite of some unfortunate experiences that I will not delve into, I have loved writing so much that it has hurt my soul in its most intimate roots. I have come close to quitting when I have let myself be overwhelmed by the voice of ambition that I do not have, but that I see in other writers. They all (or the vast majority) go to great lengths to be on a pedestal, they work for success and for the numbers they yearn to have raining down on their wallets. All this causes me a strange discomfort and makes me question the real reason that leads a human being to pick up the pen and write... What makes us write? What motivates us? What moves us? Fame, fortune, success or the simple love of art? And while I know that life costs, that nothing is free and that, if we want something, we must pay for it, I also know that art must be done with the soul, not seeking to boast or brag about being "good" or "literate" or "intellectual", and it is so easy to get lost on this path that one can fall into extremes. Anyway, I'm rambling... Sometimes it's good to ramble like this. I realize what I want and what I don't want... and I don't want to be a writer who is filled with numbers and an otherwise illusory fame. I want to keep my soul focused on the beauty and richness of art, which is hopeful in and of itself.
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Estar enamorada del amor es como bailar en el borde de un precipicio, sintiendo la brisa acariciar tu rostro mientras te sumerges en la profundidad de tus emociones. Es un estado de éxtasis donde cada latido del corazón parece un susurro del universo, recordándote la belleza y el poder del amor.
Es perderse en los detalles más pequeños, encontrar la magia en las miradas fugaces y los gestos simples. Es sentir el calor de una sonrisa compartida, la electricidad de un roce accidental, y la dulzura de las palabras susurradas al oído en la quietud de la noche.
Estar enamorada del amor es abrir tu corazón de par en par, dispuesta a recibir todo lo que el mundo tiene para ofrecer. Es una danza entre la esperanza y la vulnerabilidad, donde cada nuevo encuentro es una oportunidad para experimentar la profundidad y la plenitud del sentimiento más poderoso que existe.
Pero también es importante recordar que el amor no siempre es un camino fácil. Hay altibajos, desafíos y momentos de incertidumbre. Sin embargo, incluso en los momentos más oscuros, el amor nos guía, nos sostiene y nos recuerda que somos capaces de superar cualquier obstáculo juntos.
Estar enamorada del amor es vivir con el corazón abierto, dispuesta a explorar los rincones más profundos de la experiencia humana. Es abrazar la alegría, la pasión, el dolor y la tristeza con igual intensidad, sabiendo que cada emoción nos acerca un poco más a la verdadera esencia de lo que significa amar y ser amado.
ℜ𝔬𝔰𝔞🖤
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adiosalasrosas · 7 months
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"Quiero perderme por falta de caminos. Siento el ansia de perderme definitivamente, no ya en el mundo ni en la moral, sino en la vida y por obra de la vida. Odio las calles y los senderos que no permiten perderse. La ciudad y el campo son así. No es posible en ellos la pérdida, que no la perdición, de un espíritu. En el campo y en la ciudad se está demasiado asistido de rutas, flechas y señales para poder perderse. Uno está allí indefectiblemente situado. Al revés de lo que le ocurrió a Wilde, la mañana que iba a morir en París, a mí me ocurre en la ciudad amanecer siempre rodeado de todo, del peine, de la pastilla de jabón, de todo. Amanezco en el mundo y con el mundo, en mí mismo y conmigo mismo. Llamo e inevitablemente me contestan y se oye mi llamada. Salgo a la calle y hay calle. Me echo a pensar y hay pensamiento. Esto es desesperante".
—César Vallejo
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old-wolf1972 · 2 months
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Siempre dije; en mi cama solo una regla, tu ropa interior se va a los 2 minutos.
Admirar esa desnudez... esa perfecta desnudez, que me muestran mis ojos llenos de lujuria y pasión. Eso es magia, ir rosando su espalda y bajando entre sus nalgas y sentir como se estremece con solo esa sutileza. Volver por su espalda y en el camino cambiar ese rose por un soplido suave que llega a su cuello y sentir ese estremecimiento wow... es alucinante.
Luego mi lengua pasando por sus hombros, esquivando su cuello una y otra vez antes de atacar con unos besos... y ya observas ese cuerpo entregado a su dueño.
Mis manos bajan a sentir la humedad provocada y en ese momento la bestia salta sobre su bella, jala sus caderas mientras sus pechos quedan pegados a la cama. Logras ver ese cambio de textura en su piel, que se encontraba oculto a los ojos de cualquiera y he ahí frente a mi, expuesto con una invitación a adentrarse en una suavidad hasta ahora desconocida.
En ese momento te detienes, admiras y dejas que nuestros labios se hundan en unos besos fogosos mientras tu boca allá arriba comienza con unos gemidos, acá tus labios dejan brotar una dulce humedad que voy saboreando.
Antes de entrar mis dedos hacen unas caricias suaves, rítmicas y profanan ese cuerpo una y otra vez hasta perderse en sus profundidades. Ahora ya es tiempo de sujetar fuertemente sus caderas y llegar al cielo, con un aullido cual lobo en noche de luna llena y esperar hasta verte rendida y sin fuerzas para recién ahí entregarte toda mi esencia, luego desplomarse a tu lado, tomarte en mis brazos y seguir amándote con caricias en tu pelo, tu rostro hasta verte dormir, segura en mis brazos, los brazos de tu señor.
(El Cosedor de Alas)
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actnod · 2 months
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𝐂𝐈𝐄𝐑𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝐀𝐂𝐓𝐈𝐕𝐈𝐃𝐀𝐃 ;
Después de la tensa confrontación con su compañero de viaje, líder del territorio cainita en Osaka se adentra en lo que no ya es más que cenizas y estructuras metálicas al borde del colapso con paso decidido, tan firme como es usual y esperable de oscura líder. La penumbra del lugar parece absorberla, envolviéndola en un aura de determinación y furia contenida, mientras sus ojos escanean cada rincón en busca de su presa, el rostro de aquel líder que tanto desprecia. Pero para su sorpresa, no es el Príncipe de Tokyo quien emerge para recibirla.
Una mezcla de desconcierto y furia se apodera de sí al darse cuenta de que su presencia no es recibida con el respeto que considera merecer. Como si no fuera suficiente ser culpada por crímenes que no ha cometido, el desagradable parque envuelto en mohín y susurros, se convierte en el escenario de su descontento. Cada paso que da, cada mirada que lanza, está impregnada de la sed de venganza que la consume hace más tiempo del que cualquiera sería capaz de contar. En su camino algunos cazadores al borde de la vida y la muerte son entregados a la parca con un último golpe de gracia por parte de quien maneja la obtenebración con una destreza digna de ver, y es tan fácil leer su odio para Donovan que podría jurar que se está desquitando con los más débiles. Es una pena que todos los vástagos hayan logrado huir para perderse tal espectáculo.  
— Ah, Benno. Qué decepción. Pocas palabras gráciles sobre usted me han compartido. Considerando que el Príncipe lo envió a dar la cara, algo de estima aún debe tener sobre todo su imperio caído.  
Como siempre, el consejero observa a los recién llegados con una altanería que se le caería con tan solo una brisa. Pero la mantiene, y no es intención de los invitados derribarla aún, no cuando parece hasta contentos de verlos y les regala una reverencia que podría pecar de ironía. 
— Bienvenidos, estimados. No deberían subestimar mi papel ni mi influencia en los asuntos de Tokyo. Después de todo, el futuro de sus chiquillos en esta ciudad está en mis manos. ¿O prefieren que les demos un peor final?
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂
⦾ Los sucesos narrados son únicamente de conocimiento OOC. La salida IC corresponde a los resultados a los que han llegado en Discord. 
⦾ Cualquier consulta, les recordamos que estamos a su disposición y a tan solo un mensaje de distancia. ¡Nos seguimos leyendo!
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meoow1s · 6 months
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— Conociéndose por primera vez!! Reader x Tora
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Los primeros pensamiento de Tora al conocerte fue de curiosidad, hace tiempo que no contemplaba un humano tan pequeño, casi parecido a un animal del bosque.
Lo segundo que haría sería verificar si eres alguien no peligroso, ya sea rodearte varias veces, sentir alguna amenaza o arma, etc. ¡ Pero ! siempre será de manera juguetona a sus ojos.
Y lo último que haría sería ayudarte, si estás perdido ¡ No importa ! Él conoce el monte demasiado bien. Si necesitas alimento o un refugio, sabe dónde puedes pasar la noche sin peligro, aunque sea en una cueva fria.
A Tora le cuesta despegarse de la gente, tal vez la soledad le hizo hambriento del primer afecto/contacto con otro ser vivo. Así que siempre estará a tu lado MUY CERCA.
En caso de dormir en una cueva o en el bosque, Tora te prestaría su velo, para dormir, porque sabe que no cualquier criatura soporta el frío helado de las montañas. También se encargaría de vigilar que ningún animal te moleste mientras duermes.
El no sabe hacer desayuno, LO BUSCA, así que su primera aventura de colegas aventureros sería buscar una casa y pedirle amablemente al dueño que le prepare algo para el día.
Meterse en problemas es parte de la diversión de la vida. Así que tendrán que huir de otras personas, lobos o ninjas asesinos ¡ Cualquier cosa ! Pero descuida, si las cosas se complican, Tora te protegerá de lo que sea.
Perderse es el espíritu explorador, así que no confíes en los pasos de Tora ¡ En realidad no sabe dónde está parado ! Va probando hasta encontrar donde es en verdad su camino verdadero. ¡ Ey ! Al menos las horas de compañía no se las quita nadie.
Terminaría un día de felicidad al regresarte a su destino, estaría triste de despedirse, pero sabe que los humanos no son compañía para una bestia. Antes de irse, te daría un recuerdo, lo primero que encuentre claro, pero sería importante para él, aunque sea un pedazo de nieve que se derretirá al día siguiente.
Al final, un momento de calidez fue lo mejor que le puedo pasar a un solitario felino. Y recordaría hasta el final de su existencia esa pequeña felicidad.
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jamonartzzz · 1 year
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The Joy of creation (Welcome Home - fanfic)
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Capítulo 5.
(Y/N) exploró por última vez la habitación del pintor, en donde últimamente descansaba. Fingió doblar su anterior ropa mientras miraba discretamente a los alrededores. No había nada notorio como pista, salvo cuadros hechos por Wally, fotografías de sus amigos y él y ciertos artículos coloridos.
En síntesis, no pudo hallar mucho. Más aún si la casa vigilaba sus movimientos. Un paso erróneo, y Wally lo sabría. Así que esperó pacientemente en la sala. Sin ser consciente del poder que fluía por sus venas.
...
[Tenía el poder de Creador y sin embargo... No sabe usarlo].
Si bien, seguía siendo humana (es decir, su color de piel no fue remplazado por 'tela' ni nada, su estatura era normal -ahora que lo piensa, ¿será unas pulgadas más alta que el pintor?- y sus ojos no eran secos). Tal vez, el viajar aquí le otorgó un cambio aún sin resolver. Antes de siquiera pensar el otro espiral de discusiones, la puerta se abre de golpe. Asustando en el proceso a la invitada, quién al oír el estruendo, se levanta de golpe del sillón extra suave.
"Je, ahora veo de lo que Wally hablaba". Una sombra casi superó su estatura. El portador de la voz elocuente era robusto y emitía calidez. También olía... ¿a perro?
"Eh... ¿Hola?" Se golpea internamente por ser tan poco profesional en sus palabras. En breve abandona su conmoción para alzar la mirada y encontrarse con un perro alto y azul, totalmente relajado en sus facciones. Sin embargo, tenía una pipa en su boca que emitía humo de colores. "¿Eres tú el amigo de Wally?".
El nuevo invitado, sin embargo, quedó atónito por lo que sus ojos veían. Vio a una humana, viva y pacífica frente suyo. Su aguda nariz le confirmó que se trataba de un ser ligeramente superior a ellos.
"Así mismo, niña". Sopla humo colorido a la par que su caja torácica retumba con su fuerte risa. "Me llamo Barnabay, un placer".
"El placer es mío, me llamo (Y/N)..."
Ninguno de los dos había notado que Wally ya había entrado en casa. Ni mucho menos notaron cómo los ojos del mismo disminuyeron al ver la escena desarrollarse frente de él. Vio cómo el perro amigable extendía una pata a la humana, quién lo toma y agita suavemente. Sus párpados quedan entrecerrados con una pizca mordaz al ver a sus dos amigos interactuar.
El perro y la humana no paraban de inspeccionar lo que tenían en frente. Es como si ambos estaban perplejos simultáneamente.
"Ejem".
Ambos despiertan del trance y se giran hacia Wally.
"Barnabay, ella es la nueva vecina. Espero se lleven muy bien mis dos personas favoritas". Seguido de eso, soltó una risa tonta. Camuflada. Su ser elegante y carismático se acercó a los dos para estar al tanto de todo sin perderse de nada. Claramente, su sonrisa de siempre jamás se despidió de sus labios, al contrario, la sonrisa del pintor permaneció intacta. "De la que te estuve hablando en el camino".
El perro asintió, manso. (Y/N) inmediatamente estuvo a gusto con la nueva presencia. Era de alma juvenil y relajante. Tal vez hasta perezoso, o por lo menos a ella le daba unas vibras de que Barnabay eran de esos que se tiraban en el sofá un Domingo y de ahí no salía.
También notó la ropa vibrante que él llevaba. ¿Tal vez hacía espectáculos? ¿Era un payaso, ayudante o algo así?
"¿Es tu mejor amigo?" Esta vez, ella preguntó a Wally. De hecho, se sorprendió de que ella recordase esa conversación.
"¿Lo recuerdas? ¡Espléndido!" Feliz de haber recibido atención y ser escuchado, Wally los guió a ambos al comedor. Donde tomaron asiento. En la mesa, había unos cuantos postres (honestamente, no eran tanto una urgencia para ellos considerando que no necesitan tanto comer, sino más para la humana). Hasta... manzanas.
"Entonces, (Y/N), ¿eh? Dime cómo llegaste al vecindario, no recuerdo haberte visto antes". Comenzó el perro de raza juguetona. Había parado de fumar para dejar que el dulce olor de la comida haga ambiente.
Ante esta pregunta, la humana mira a Wally buscando ayuda. Quién todo este tiempo, hacía contacto visual con ella.
"Oh, pues..." ¿Qué demonios iba a decir? ¿Que quedó adormecida o con secuelas de sus pastillas para dormir y así acabó aquí? Suena de locos explicar eso. Ante su conflicto interno, Wally decide hablar por ella.
"Ja, Ja. Tonta. ¿Olvidaste que viniste aquí para visitarme?"
"¿Así que ya se conocían?" Barnabay estuvo intrigado ante esa declaración. De la vergüenza, la humana sintió sus mejillas arder.
"Sí, él... es mi amigo adorado".
(Y/N) deseó que la tierra la coma ahora mismo. O Casa mejor dicho, en este contexto.
Wally la miró directamente a los ojos después de decir específicamente ese enunciado. Por un momento, sintió que él observó la desnudez de su alma. Los conflictos de su mente. Las contradicciones de sus creencias. Los anhelos de su corazón...
"Bueno, ¡me alegro que Wally tenga más amigos! Es muy típico de él". Bromeó el canino, mostrando su sonrisa blanca. De hecho, se rascó una oreja mientras observaba curioso las miradas entre esos dos.
"Ni que lo digas". Murmuró con un tono sarcástico. A Wally le costó entender el sarcasmo -pues no lo usaba y generalmente lo tomaba todo literal-, caso contrario de Barnabay, quién suelta una risa. Aliviado de encontrar a otro ser que entienda los sarcasmos, ironías y vacilaciones.
Así pasaron la reunión; el perro contaba algunos chistes o juegos absurdos, a veces eran muy malos que hasta causaban risas. Salvo que ocasionalmente Wally no siempre las entendía.
De todas formas, Barnabay no pasó por alto las miradas de Wally hacia su nueva amiga. Es decir, él siempre fue observador, sí. No obstante, notó un interés diferente a otras ocasiones.
Llegó el momento de que la humana pudiese probar algunas de las exquisiteces. El canino estaba particularmente animado hoy por los olores, que atacó uno de los postres. Salpicando a los artistas de alma que tenía cerca. (Y/N) sólo rió, tomando unas servilletas para limpiarse la cara luego de haber sido víctima del descuido del perro.
Por un momento, le hizo olvidarse de sus problemas...
La humana ayudó a Wally a limpiarse el rostro y su elegante cabello de moda anterior. A lo cual, el pintor, totalmente halagado, permitió que ella lo limpiase.
De repente, tener a una nueva amiga era muy divertido. Siempre lo fue. Esta ocasión era especial porque ellos estaban en el mismo barco de consciencia sobre este mundo así que... lo hizo sentir menos solo.
Ese día, (Y/N) pudo entender mejor cómo come el peli-azul; aparentemente, él se queda mirando fijamente algo, parpadea y la comida desaparece. Luego suspira tranquilo. Como si fuese todo normal. Obviamente que la nueva no puede evitar estar atónita por unos segundos.
"¡¿Cómo demonios?!"
"Fascinante, ¿no?" Barnabay disfruta de la expresión inaudita de la vecina, mientras se rasca su panza regordete con sus cortas garras.
(Y/N) volvió a hablar. "Wally, eres un baúl de secretos..." Fue un mensaje oculto entre ellos, un tono de atisbo muy peligroso que le llamó la atención al pintor adorado por los fanáticos.
Soltó una risa tonta, monótona. Sin embargo, muy en el fondo, Wally sabía de lo que ella hablaba. "Oh vamos, vecina. Solo me haces sentir halagado".
"Ja, pero si tú recibes halagos siempre, ¿o me equivoco?" Recordó cuántas propagandas o promociones tenía Wally. Ni qué decir de los escritos donde mencionaba el favoritismo por el pintor. "Es imposible que la gente no se sienta a gusto con el vecino más amable".
Por primera vez, Wally estuvo sin palabras. Siempre fue tan elocuente. Incluso cuando debía hacer una narrativa para niños. Este caso, en cambio, era más que un halago. De hecho, las palabras de la humana eran filosas -no en el mal sentido-.
Sus pupilas vacías solo se incrementaron.
"Bueno, vecina..." empezó finalmente el peli-azul. "Mi apellido lo dice todo, además, soy muy buen vecino". Su voz fue tranquilo pero satisfecho. Dando a entender que hubo un esfuerzo por detrás. Sin embargo, agradeció por los halagos de la humana.
Significa mucho, viniendo de un ser inteligente.
Wally Darling no podrá ser muy estudioso como Frank ni intrépido como Barnabay; pero estaba seguro de su carisma. De su nombre. De su consciencia.
Por eso te buscó a ti. Por eso te miró a ti.
El resto del día transcurrió normal; sin incidentes. Un buen tiempo de calidad entre tres seres de almas 'j��venes' -no realmente-. Se podría decir que hubo chistes y anécdotas de por medio. De esa manera, (Y/N) conoció al mejor amigo del Sr. Darling. Y estaba feliz por tener esta reunión... La hizo olvidar de su vida anterior.
...
Sin embargo, ella debía averiguar más. Después de todo, esta no era su realidad.
...
[Pero pronto lo será]
__Fin del capítulo.
Lamento las fallas ortográficas. Espero hayas disfrutado la lectura.♡
Descargo de responsabilidad: Welcome Home no me pertenece.
Podrán existir roces entre los protagonistas, sin embargo, recuerden siempre el género principal de este fic y de WH: terror analógico.
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la-semillera · 16 days
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HELENA ALMEIDA & REBECCA SOLNIT
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En una célebre noche del solsticio de invierno de 1817, el poeta John Keats iba charlando con unos amigos de regreso a casa y «en mi mente se enlazaron varias cosas y de pronto comprendí qué cualidad es aquella que, especialmente en literatura, contribuye a formar un hombre de mérito […]. Me refiero a la “capacidad negativa”, es decir, a la virtud que puede tener un hombre de encontrarse sumergido en incertidumbres, misterios y dudas sin sentirse irritado por conocer las razones ni los hechos».[1] De una forma u otra, esta idea aparece una y otra vez, como los lugares ”“señalados como «Terra Incógnita» en los mapas antiguos.
«Desorientarse en la ciudad […] puede ser muy poco interesante, lo necesario es tener tan solo desconocimiento y nada más —dice el filósofo y ensayista del siglo XX Walter Benjamin—. Mas de verdad perderse en la ciudad —como te puedes perder dentro de un bosque— requiere bien distinto aprendizaje». Perderse: una rendición placentera, como si quedaras envuelto en unos brazos, embelesado, absolutamente absorto en lo presente de tal forma que lo demás se desdibuja. Según la concepción de Benjamin, perderse es estar plenamente presente, y estar plenamente presente es ser capaz de encontrarse sumergido en la incertidumbre y el misterio. Y no es acabar perdido, sino perderse, lo cual implica que se trata de una elección consciente, una rendición voluntaria, un estado psíquico al que se accede a través de la geografía.
Aquello cuya naturaleza desconoces por completo suele ser lo “que necesitas encontrar, y encontrarlo es cuestión de perderse. La palabra lost, «perdido», viene de la voz los del nórdico antiguo, que significa la disolución de un ejército. Este origen evoca la imagen de un grupo de soldados rompiendo filas para volver a casa, una tregua con el ancho mundo. Algo que me preocupa hoy en día es que muchas personas nunca disuelven sus ejércitos, nunca van más allá de aquello que conocen. La publicidad, las noticias alarmistas, la tecnología, el ajetreado ritmo de vida y el diseño del espacio público y privado se confabulan para que así sea. En un artículo reciente sobre el regreso de los animales salvajes a los barrios residenciales de las afueras de las ciudades se hablaba de jardines nevados que están llenos de huellas de animales y en los que no hay presencia alguna de huellas de niños. Para los animales, estos barrios son un paisaje abandonado, así que deambulan por ellos con total tranquilidad. Los niños rara vez deambulan, ni “siquiera en los lugares más seguros. A causa del miedo de sus padres a las cosas espantosas que podrían ocurrir (y que es verdad que ocurren, pero muy de vez en cuando), quedan privados de las cosas maravillosas que ocurren siempre. En mi caso, ese deambular durante la infancia fue lo que me hizo desarrollar la independencia, el sentido de la orientación y la aventura, la imaginación, las ganas de explorar, la capacidad de perderme un poco y después encontrar el camino de vuelta. Me pregunto cuáles serán las consecuencias de tener a esta generación bajo arresto domiciliario.
[1] John Keats, Cartas, Barcelona: Editorial Juventud, 1994, traducción de Concepción Vázquez de Castro, p. 29.
_ Una guía sobre el arte de perderse, Rebecca Solnit. Capitán SwingEditorial, 2020, MADRID. Traducción por Clara Ministral.
_ Helena Almeida, «Estudo para um enriquecimento interior» 1977-78 tinta acrílica sobre fotografía.
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loshijosdebal · 2 months
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Capítulo VII: La visión de Idgrod
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Alicent, Joric e Idgrod se reunieron tras el aserradero al caer la tarde, cuando ya habían cumplido con sus quehaceres. Habían pasado unas tres semanas desde el Festival de la Bruma y, pese al mal presagio, las cosas seguían igual en Morthal. 
Casi todas, pensó Idgrod al reparar en que Alicent miraba una vez más en dirección al camino que unía el aserradero con el pueblo, mientras apretaba ansiosa la falda de su vestido con una mano. Siguió su mirada y la esperanza de su amiga le produjo ternura; la densa niebla ya había caído sobre la comarca y era casi imposible ver nada que no estuviera en un radio de tres metros a la redonda.
—¿Habéis quedado otra vez? 
A Alicent se le escapó una sonrisa y asintió. Desde el festival, cada vez que Seth visitaba Morthal buscaba un rato que pasar con ella. Aunque al principio no le había hecho gracia la idea, su presencia había ayudado a su amiga a sobrellevar el hecho de no haber podido hacer su ofrenda anual.
—Pasó antes por la tienda para preguntar por los huevos de cabro. —Idgrod apretó los labios para no reír por la forma en que Alicent llamó a los cauros. Pero no dijo nada, para no avergonzarla—. Se fue rápido, pero prometió que luego vendría a buscarme.
Idgrod miró a su hermano de reojo, notando que apretaba los puños con un enfado que se reflejaba en su mandíbula tensa.
—De verdad que no sé qué le ves, Ali. Da miedo, con esa mirada fría parece que te quiere robar el alma. —Su expresión se tornó teatral, y un escalofrío fingido recorrió su espalda—. Y esa sonrisita falsa —siguió—, me pone de los nervios. Ese tipo no es trigo limpio, escuchad lo que os digo.
Idgrod vio como su amiga se ponía a la defensiva. Ahí van otra vez.
—Para ya de hablar mal de él, Joric —protestó Alicent en un tono infantil—. Solo intenta ser amable y hacer amigos, ¡no te ha hecho nada!
—Por su culpa no pudimos hacer nuestra ofrenda, ¿¡te parece poco!? 
Idgrod intervino antes de que volvieran una vez más sobre el mismo tema. Habían discutido aquello al menos siete veces desde el festival.
—Chicos, parad de una vez. De verdad, empiezo a no saber cuál de los dos está más obsesionado con Seth.
Ambos se cruzaron de brazos y desviaron la mirada, cada uno a un lado. Se formó un silencio incómodo que se prolongó varios minutos. Entonces tuvo una idea. Quizá no era la mejor broma del mundo dado el contexto, pero no pudo resistirse.
Quedó inmóvil, como paralizada. Tensó los músculos de su cuerpo y entrecerró los ojos, haciendo todo lo posible por dejarlos en blanco antes de romper a temblar, como si hubiera caído en trance. Su interpretación debió de ser lo bastante creíble, ya que no tardó en sentir que alguien a su espalda la sostenía por los hombros.
—Tranquila, estoy aquí —murmuró su hermano con tono protector.
Se sintió un poco culpable por lo que estaba haciendo, pero ya no tenía sentido echarse atrás. Empezó a hablar con voz trémula.
—Alicent, te veo cruzando el templo de Mara. Y ahí está Seth junto al altar, esperándote. Pero, ¡oh no! Joric irrumpe en el templo, espada en mano, listo para desafiar a Seth por tu mano.
Relajó la mirada, curiosa por ver sus expresiones. No pudo ver a Joric, que seguía a su espalda, pero Alicent la miraba con el ceño fruncido y los labios entreabiertos, confundida. Aquello le arrancó una carcajada que fue incapaz de contener. 
Joric la soltó de golpe al escuchar su risa, y cuando se giró vio el reproche en su expresión dolida. 
—No tiene gracia, idiota —masculló con la voz ronca—. ¿Sabéis qué? Me vuelvo a casa. Tengo que hacer algunas cosas. 
—Oh, vamos Joric. No seas enfadica. 
Joric se limitó a alzar una mano reafirmando su despedida, antes de perderse entre la niebla. Idgrod intercambió con Alicent una mirada cargada de remordimiento. 
—¿Crees que me he pasado?
Alicent no sabía mentir y desvió la mirada.
—Sí… pero creo que yo también. No debería hablar de Seth cuando estamos con Joric…, ¿verdad?
Idgrod se acercó para abrazarla; Alicent era la persona más dulce y empática que conocía. Incluso en aquella situación, no podía evitar sentirse mal por herir los sentimientos de Joric a pesar de que este no tenía ningún reparo en intentar boicotear su relación con Seth.
—A Joric le gustas mucho, Ali —confesó sin romper el abrazo—. Vas a tener que ser paciente con él. 
—Pero a mi me gusta Seth —replicó Alicent con un tono cargado de culpa, alejándose un poco para hacer contacto visual. 
Sus manos quedaron sobre los hombros de Alicent y rodó los ojos.
—No me digas. No lo había notado.
En ese momento, una figura cobró forma entre la niebla. Idgrod afinó la mirada con la esperanza de ver volver a su hermano pero, en su lugar, vio llegar a Seth Athan. Intentó avisar a Alicent con un gesto mudo.
—¿Interrumpo algo? —preguntó al llegar hasta ellas. Seth tenía una sonrisa apretada, como si algo le estuviera haciendo gracia. Por un momento, Idgrod dudó si habría escuchado algo de lo que hablaban. 
Dejó caer las manos de los hombros de Alicent al tiempo que esta giró como un resorte para saludar a Seth.
—No —se apuró a decir, sin quitarle la vista de encima. Sonreía como no lo había hecho en toda la tarde—. Te estaba esperando. 
Seth, por su parte, destensó la sonrisa al escucharla y le tendió el brazo a Alicent. Aquella situación la hizo sentir incómoda. Alzó la mano para saludar a Seth, pero también dispuesta a despedirse de ambos. Cuando su amiga vio su gesto, abrió mucho los ojos y miró a Seth, haciendo uno de sus pucheros. Siempre ponía esa expresión cuando quería algo.
—Seth, ¿qué te parece si hoy nos quedamos con Idgrod? Así os podéis conocer mejor, aprovechando que no está Joric.
Seth asintió sin necesidad de pensarlo, como si la idea le pareciera estupenda. Idgrod sintió cierto alivio ante la oportunidad que se abría. Tenía sus reservas sobre la relación de Seth y Alicent; ella era dulce y un poco ingenua. Le preocupaba que él pudiera aprovecharse de eso. Con un poco de suerte, aquella tarde podría salir de dudas. 
Seth tomó asiento en uno de los troncos y Alicent no tardó en ir a su lado. Ella, por su parte, se quedó de pie, frente a ambos.
—¿Qué tal estás llevando todo lo del festival? —empezó Idgrod. 
Seth la miró como si no supiera a qué se refería. 
—¿Lo del festival?
—La gente sigue hablando de lo que pasó. Y de ti. Imagino que no están siendo muy amables —se explicó.
—Ah, eso. Sí, pero mientras Ali y tú no hagáis caso de lo que digan, todo irá bien.
Idgrod se volvió hacia Alicent, que seguía sin apartar los ojos de Seth. Desde que había llegado parecía como si para ella no hubiera nadie más que él. Podía entenderlo; Seth no solo era atractivo, sino que también cuidaba mucho su apariencia. Joric tenía un punto en lo referente al peinado; de algún modo Seth conseguía estar siempre impoluto, incluso tras haber cabalgado a Morthal desde el Cerro.  
—Sigo pensando que es muy injusto —intervino Alicent—. Tú tampoco pudiste hacer tu ofrenda.
Tras el comentario, se formó un silencio que cayó con tanta pesadez como lo hacía la bruma sobre Morthal. Idgrod pensó en su hermano y en su amiga, en el peligro que se cernía sobre ambos. Comprendió por la expresión de Alicent que ella estaba pensando en lo mismo.
Seth rompió el silencio.
—¿De verdad os sentís tan inseguras por ello? 
—Los ritos son importantes por algo. No cumplir con ellos trae consecuencias. Siempre lo hace, ¿por qué si no iba a haber tanta literatura al respecto?
Seth resopló. 
—Lo sé, pero… ¿no os parece sospechosa la fecha del festival? 
—¿Qué le pasa a la fecha? —preguntó Idgrod.
—Coincide con el día de Mephala —explicó él.
—¿Mephala? —repitió Alicent. 
—Es la daedra de las mentiras, los secretos y las conspiraciones —respondió Idgrod, todavía mirando a Seth contrariada—. Pero eso no tiene sentido… 
—Si lo piensas bien, al hacer la ofrenda revelas parte de tus temores. Cualquier seguidor de Mephala encontraría muy interesante esa información. 
Buscó la forma de rebatir su tesis, pero no se le ocurrió nada. Seth tenía razón. No sabía cómo se le había podido pasar por alto aquello. Lo miró impresionada. Tener a alguien en el grupo que compartiera sus intereses intelectuales era algo nuevo y estimulante.
—Pues es verdad —admitió Idgrod.
—Seth sabe mucho sobre daedras —dijo Alicent inocentemente. 
—¿Lo hace? —Idgrod intercaló una mirada entre su amiga y Seth, quien sonrió.
—Mi tutor me enseñó todo lo que consideró necesario para poder desenvolverme en el mundo. 
—¿Y entre esas cosas había todo un capítulo sobre daedra?
Seth se encogió de hombros, restándole importancia.
—Y aedra. 
—¿Cuál es la diferencia? —quiso saber Alicent. 
La pregunta consiguió irritar un poco a Idgrod. Seth se dio cuenta y se adelantó. 
—Daedra lleva una d al principio y aedra no lleva nada —comentó en broma, arrancándole una sonrisa a Alicent—. No, pero, hablando en serio, podría decirse que la diferencia fundamental es que, mientras que los aedra no suelen intervenir directamente en el mundo, a los daedra les encanta entrometerse en la vida de los mortales. 
Aquello hizo sentir a Idgrod un poco más cómoda. Tal vez se había preocupado por nada y a Seth realmente le gustaba Alicent, dedujo por la paciencia y la forma en que se lo había explicado. Además, Alicent le estaba prestando atención, algo que ni ella misma había conseguido. Quizá Seth fuera una buena influencia después de todo. 
—Pero Akatosh se manifestó durante la crisis de Oblivion —apuntó Alicent. 
Su comentario, exacto y oportuno, sorprendió a Idgrod. Seth también la miró con curiosidad, como si no se creyera que ella hubiera dicho aquello. 
—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó Idgrod. 
—Por un cuento. Mi padre me lo contaba cada noche antes de dormir —respondió Alicent ofendida, probablemente porque parecieran tan extrañados de que ella también supiera cosas. 
Idgrod intercambió una mirada perpleja con Seth. No conocía ningún cuento sobre aquel hecho histórico. 
—¿Recuerdas cómo se llama? —preguntó.
—Qué va. ¿Nunca os lo han contado? —Idgod y Seth negaron a la vez—. Qué raro… ¿A vosotros qué cuentos os contaban? 
—Pues… Sobre todo de Hermaeus Mora —respondió Idgrod—. Por las visiones.
Seth, que había estado escuchando en silencio, la miró de pronto con súbito interés. 
—Hablando de eso, Idgrod…, la visión que tuviste el día que nos conocimos ¿podría estar relacionada con lo que pasó durante el festival?
Idgrod miró hacia Alicent instintivamente. Su amiga la miraba con curiosidad, y también con un ligero reproche. No le había hablado de aquella visión. No porque le gustara guardar secretos, sino porque no había querido asustarla. No pudo evitar lanzar una mirada cargada de reproche a Seth, que alzó ambas manos.
—Discúlpame si he hablado de más. Imaginaba que se lo habrías contado. 
Idgrod negó con un suspiro, restándole importancia al asunto. Hundió los hombros y cerró los ojos, buscando la mejor forma de compartir con ellos lo que había visto. Ya no tenía sentido seguir ocultándolo. 
—El mes pasado tuve una visión, Ali. No te lo había contado porque la visión no es del todo clara y no te quería preocupar —se justificó.
Alicent asintió y miró a Seth de reojo con nerviosismo, pero él no se dio cuenta. Tenía los antebrazos sobre las pantorrillas, y la miraba con sumo interés.
—¿Qué viste? —preguntó él.
—Como decía, fue algo confuso. Mi madre insistió en que probablemente no sería nada pero… había fuego, gritos y magia —tragó saliva y desvió la mirada un instante, antes de clavar los ojos en los de Seth—. Magia negra. 
A Alicent se le escapó un gritito de horror y se tapó la boca con ambas manos. 
—Nigromantes —dijo en un susurro lo bastante alto como para que ambos pudieran oírlo. Idgrod asintió lentamente y Alicent volvió a hablar, ahora en un tono más alto— ¿Por qué no dijiste nada antes?
—Me imagino que la jarl querría mantener la información en secreto para no alarmar al pueblo —intervino Seth. 
Quiso dedicarle un gesto de gratitud, pero él había pasado un brazo por los hombros de Alicent y ambos intercambiaron una mirada; la de ella, asustada, contrastaba con la seguridad de la de él. A Idgrod le dio la impresión de que estaban teniendo una conversación sin necesidad de intercambiar palabras. Que Alicent se relajara un poco en lugar de romper a llorar se lo confirmó.
En cuanto pareció más calmada, Seth la soltó para volver a centrarse en el tema. 
—¿Cómo puedes estar tan segura de que era magia negra? —preguntó con seriedad.
Idgrod apretó los labios. Había evitado a propósito el detalle más escabroso de la historia, pero Seth no parecía dispuesto a pasar nada por alto. Quizá sea la actitud más adecuada si queremos estar preparados para lo que viene.
—Los padres de Agni estaban allí. Pero… No estaban como siempre. Estaban reanimados, lo sé. 
—¿Reanimados? —preguntó él.
—Era como si sus ojos no tuvieran vida. Daban miedo. 
Recordar aquello le provocó un escalofrío. Seth entrecerró los ojos, su expresión seguía cargada de interrogantes.
—¿Viste algo más? ¿Algún detalle que nos pueda ser de ayuda? 
Idgrod se esforzó por hacer memoria, repasando una vez más el batiburrillo de imágenes que habían asaltado su mente en aquel día. Al forzarse a recordar, cayó en algo en lo que no había reparado antes y abrió mucho los ojos.
—¡La nieve! —exclamó mirando a Seth— La nieve empezaba a fundirse, pero todavía cubría el suelo. Eso solo puede significar que ocurrirá…
—Justo después de mi cumpleaños —la cortó Alicent con un hilo de voz. Idgrod la miró y notó que temblaba. En aquel rato, sus ojos se habían empañado—. Yo no quiero que un nigromante me robe el alma, Seth. No quiero que mi alma vaya a Puerto Gélido.
Idgrod frunció el ceño, preguntándose qué clase de historias le había contado Seth. No obstante no le dio más importancia de la cuenta. Él había demostrado cierta pasión por la mitología, así que supuso que le habría hablado de Molag Bal tras el festival. Sin embargo, no le terminó de gustar que le hubiera hablado de aquello a Alicent. Mucho menos, después de lo ocurrido. Claro que Seth no la conocía como ella lo hacía. Quizá debería intercambiar con él unas palabras si aquel par pretendía seguir compartiendo tiempo.
Entre tanto, Seth había tomado el mentón de Alicent, que ahora lo miraba con las emociones a flor de piel aunque intentando reprimir el llanto.
—Shh, Ali, ¿qué te he dicho yo? —preguntó con un tono firme.
 Ella intentó responder, pero se le quebró la voz. Necesitó un segundo intento.
—Que no me pasará nada mientras estemos juntos.
Seth cabeceó secamente, como afirmación.
—Morir a manos de un nigromante es una de las cosas más horribles que te podrían pasar, ¿crees que dejaría que te ocurriera algo así?
Idgrod frunció el ceño. Aunque las intenciones de Seth fueran buenas, su elección de palabras había sido terrible. Le bastó una mirada para confirmar que habían asustado a Alicent más de lo que la había aliviado. Tanto que la joven finalmente rompió a llorar. Fue a abrazarla por instinto, pero Seth se adelantó. Alicent buscó refugio en su pecho.
—Lo siento, no quería asustarte —se disculpó él, acariciando su espalda.
Idgrod se quedó ahí sin saber qué hacer además de luchar contra la estúpida sensación de celos que le había entrado al sentirse desplazada por él. Así que empezó a caminar de un lado a otro, inquieta. 
—Ali, ninguno dejaremos que te pase nada malo. Encontraremos el modo de que estés a salvo —prometió, intentando ayudar.
 —Además, las visiones de Idgrod no siempre tienen que cumplirse ¿verdad?
Seth la miró fijamente, esperando su respuesta. Idgrod dejó de caminar y desvió la mirada. No tenía sentido mentir. No cuando Alicent ya sabía la verdad de primera mano. 
—Siempre lo hacen —respondió Alicent, aún con la voz cortada.
—Siempre hay una primera vez para todo. No pienso permitir que un puñado de nigromantes tome Morthal.
La voz de Seth fue seca, tajante. Tanto que a ella misma le sorprendió. Era como si aquello le hubiera afectado de un modo personal. Volvió a mirarlos a tiempo de ver a Seth de pie y a Alicent con los brazos todavía alzados hacia al chico.
Seth se alejó unos pasos en dirección al camino que bordeaba el aserradero antes de volverse hacia ellas. Idgrod escrutó su expresión; era seria y estaba llena de determinación. También había algo más. Parecía molesto. O enfadado. Pero aquello no tenía demasiado sentido; a fin de cuentas, acababa de mudarse al pueblo, ¿por qué le habría de afectar aquello tanto? 
—Tengo que irme —se intentó despedir él.
Pero Alicent se levantó y fue tras él, volviendo a abrazarlo.
—Quédate un rato más, por favor.
Él la separó, tomándola de los hombros. La miró a los ojos, sin ablandarse. 
—No puedo. Lo siento. Hay algunas cosas que debo hacer. 
Tras estas palabras, soltó a Alicent y, por último, miró a Idgrod y se despidió con un cabeceo antes de girar sobre sí. Echó a caminar e, igual que había llegado, Seth Athan desapareció entre la niebla.
En un claro de bosque bañado por la luz crepuscular, tres jóvenes se encuentran en medio de una reunión secreta. La escena se centra en Idgrod, una joven con expresión intensa, ojos cerrados y manos levantadas como si recibiera mensajes del más allá. A su alrededor, Alicent y Joric observan con una mezcla de asombro y escepticismo. La atmósfera es tensa, cargada de expectativa. A pesar de la seriedad del momento, un atisbo de sonrisa juguetona se asoma en los labios de Idgrod, insinuando que todo es parte de una elaborada broma. El entorno está envuelto en una tenue niebla, añadiendo un aire de misterio y anticipación. Esta imagen debe capturar el momento justo antes de que Idgrod revele la verdad, jugando con la dualidad entre lo sagrado y lo profano, lo místico y lo mundano.
Imagina una escena de tarde, tras el aserradero de una villa medieval a orillas de un río cenagoso, donde una chica adolescente de piel blanca, pelo castaño oscuro y lacio, cara larga y ojos pequeños está de pie y finge tener una premonición. Pone los ojos en blanco, finge temblar y parece estar en trance. A su espalda, su hermano varón la sujeta por los hombros, preocupado por su hermana.
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Ella fue el amor de mi vida, nunca se lo quise admitir, me aleje y la deje ir pensando que con ella era débil... por ella hice locuras, la deje ir por los comentarios absurdos... Jamás deje de amarla, aún cuando pasaron los años. Me case y tuve hijos. Sé que fue la razón por la que el matrimonio no funcionó y mi esposa me abandonó, jamás estuve con ella, la quise mucho pero no la ame como ella quería porqué al despertar su mirada no me envolvía en un mar de constelaciones, no me enamoraba cada vez que sonreía.
Sé que fui orgulloso, y jamás volví por la mujer que ame, ella no merecía sobras y eso era lo que me sentía con los años por las decisiones que tome, hice muchas cosas mal y ahora estoy viejo, acabado, mi compañera es esta caja de vino que me da calor en las noches y me acompaña a repasar todos los errores cuando estoy borracho, en realidad no tengo nada para entregarte que no sea mi historia y es que la vida es un instante, no la puedes desperdiciar, no te enfoques en los errores como yo y mira hacia adelante que es mucho el camino y tan fácil perderse, no desperdicies oportunidades y no escuches al resto, haz lo que sientas en las entrañas y si crees que es esa la mujer indicada y te ama, no la dejes ir, es tan fácil desgraciar tu vida.
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¿Sabes cuántos hombres creí que eran perfectos para mí? Uno.
Todas tenemos un príncipe azul, solo hay que reconocerlo entre tantos impostores y espantapájaros, él no vendrá a rescatarte sobre un caballo y con una espada en mano, tampoco con mucho dinero, un auto y una casa. Tu príncipe azul es el hombre que te acompañará en tus proyectos, que siempre te extendera la mano, será con quién experimentarás cosas nuevas y maravillosas, estará contigo en las malas y las peores y cuando sonría te sentirás en el cielo saltando entre las nubes.
• Dos ancianos hablando con alguien más joven que realmente está interesado en escuchar. Basado en comedias románticas, historia, anécdotas, canciones, y porque no? Un poco de Pixar.
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wachawarrior · 6 months
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Jujutsu Kaisen Fan Fiction
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LOS LENGUAJES DEL AMOR
Hay diferentes maneras de amar y ser amado, solo tiene que descubrir cual es tu lenguaje del amor. Historia de amor de Gojo, Geto, Shoko y Utahime de adolescentes de Jujutsu Kaisen.
Capitulo 1- Un día dorado.
El calor era insoportable. Gotas gruesas se deslizaban desde la frente contorneando hacia  la nuez de Adán de Geto, para perderse en el cuello del uniforme de la escuela de Jujutsu.
Un día de particular calor para su gusto, no sabía si era el exceso de ejercicio que implementó para seguirle el paso a su nuevo compañero de primer año Satoru, o tal vez era que no había comido ni dormido bien desde que ingreso al instituto.
Satoru era un personaje con un problema de exceso de personalidad pero en vez de alejarse como hacían otros, esto a él lo atraía, de donde venia los chicos eran rutinarios y aburridos.
Pensaba saltearse la clase pero unos rumores empezaron a circular. Una alumna del último año de Kioto había llegado Tokio a dictar clases, ya que se estaba preparando para ser profesora después de graduarse de la academia.
-Vamos Suguru, no me quiero perder a la nueva maestra- La sonrisa de Goyo indicaba que iba ser un día bastante agotador para la futura mujer.
-Sí, vamos a mejorar este día de mierda- Geto sonrió complaciente mientras se recostaba en el marco de la puerta.
-Fuera del camino, vagos- Shoko estaba especialmente feliz ese día.
-¿Qué pasa Shoko? Acaso mi presencia te tiene así- Gojo sonríe pícaramente.
-No idiota, viene mi amiga hoy- La mirada de Shoko definitivamente ocultaba algo.
Los tres alumnos se acomodaron en sus asientos, ella se sentaba más adelante sola, para evitar ver las payasadas de estos dos. Geto estaba a la izquierda de Gojo casi a la mitad del salón, casi era una burla que estén los suficientemente lejos del lugar del profesor, pero no tan al fondo como para ser reprendidos.
Pasaron tan solo 5 minutos para que los chicos se pongan inquietos. Gojo se dejo resbalar un poco por la silla dejando sus largas pierna desparramadas. Geto miraba la ventana con nostalgia, totalmente perdido en un árbol que le traía recuerdos de un verano muy en particular. Shoko saca un pequeño espejo de bolsillo y comienza acomodar su cabello.
­-No me digas que la nueva Querida Maestra es un amor del verano- El peliblanco se reía mientras cada vez se iba más abajo en su silla, al borde de caerse. Shoko le respondió con beso al aire y una mirada sobradora.
-Realmente esta rara esta mujer hoy, Suguru vos…­ -Notó que su amigo estaba totalmente ido, perdido bajo varios rayos de sol que se colaban de manera violenta por la ventana. A veces era conveniente dejar en paz a Geto cuando estaba en ese estado, siempre despertaba de esos sueños con muchas energía y preparado para lo que sea.
Buenas tardes- Entra al salón una muchacha con atuendo de miko- El director Yaga me dio el permiso de venir a presentarme sola, veo que ya conozco gente de aquí.- La miko sonrió gentilmente.
Gojo se endereza de golpe, la presencia de una niña y no una mujer le llamo demasiado la atención. La observó por tan solo un segundo, ese segundo fue suficiente para que él haga una mueca de desagrado. Tenía algo planeado para la nueva practicante con anticipación, pero su mente se a batallo de frases y chistes nuevos.
Esa niña, tan bien arreglada al natural y con su ropa tan limpia y prolija le produjo una sensación incontrolable de sadismo. El peliblanco tenía mucha experiencia con esta clase de mujer, venia años de solo ver esta misma imagen, solo preparadas para ser correcta y ser el orgulloso de su familia. Por su ropa ya sabía que era una mojigata de santuario.
Si aspiraba a ser profesora y seguir usando esas prendas tan anticuadas seguramente que ese santuario pertenecía a su linaje y que se casaría con algún varón del clan que protegía a ese dichoso santuario. No necesitaba nada más para saber que ella era básica y que la normativa era parte de su ser.
-¡UTAHIME!- Shoko sonrió complacida, como sabiendo todo lo que se vendrá con su amiga en este tiempo.
-Dime Sempai aquí- Utahime le guiño un ojo.
-Ja, yo ni en pedo te digo Sempai- Gojo apoya la cara en su mano mientras revela sus ojos, dejando caer los lentes un poco sobre su perfilada nariz.
A Utahime se le escapa una risa corta, como si un niño acabara de decir algo tierno.
Esto le molesto mucho, sintió como unos ojos llenos de dulzura lo estaban despreciando. ¿Por qué los rayos de sol que caían sobre los ojos de la peligra eran más dorados?, no entendía esto, ¿realmente unos ojos tan corrientes se podían verse así de singulares?.
El calor llegó a su nuca, torció la boca y frunció un poco el seño para cambiar la cara de una manera coqueta y sonreír mientras se recostaba de una manera más relajada sobre su silla.
Era el momento de mostrar a esta aburrida que podía ser todo más divertido si ella se lo propone, no sabía por dónde empezar, si por sus coletas y su corte de princesa o hacerle un comentario sobre lo ajustado que estaba su hakama de la parte de atrás para crearle pudor. Pensaba que sería muy interesante ver cómo esas mejillas se tornarían de color rojo en un solo instante.
-uuuuutaaaaaaaa-hi…- Interrumpió su cantito, ella no le estaba prestando atención, estaba al pie de la mesa de Geto, observando como él estaba inmerso en algún lugar lúgubre y nostálgico.
Utahime no recordaba que las pestañas de Geto fueran tan largas, pareciera que cada vez que el soñaba despierto crecían tan solo un poco, lo suficiente para que ella lo notara.
Una gota de sudor quiso partir, pero su viaje fue corto, se perdió en el mechón pegado en la frente del muchacho.
 Cómo si sus ancestros hubieran escuchado sus pensamientos, una brisa entró para acariciar el rostro del muchacho que estaba siendo examinado por ella.
Los hombres crecen mucho en tan poco tiempo pensó mientras estiró su mano sin timidez para correr ese mechón de Geto hacia detrás de la oreja, ya lo había hecho un par de veces.
Su presencia era tan cálida que olvido a qué estaba ahí.
Geto al sentir una mano fría pero refrescante en su rostro dio un gesto de sorpresa al girar su cabeza y chocar con unos ojos chocolate.
-Hola Suguru, soy tu maestra- dijo Utahime con una mirada cargada de ilusión y una sonrisa divertida.
-Uta, ¿Qué haces acá?...
Capitulo 2 en
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Así se ha visto el eclipse total de sol en América
Millones de personas en EEUU, Canadá y México se han movilizado para disfrutar de este gran espectáculo astronómico que ha oscurecido por completo una amplia franja, desde Mazatlán (México) a Catalina, en la costa este de Canadá.
Esa localidad mexicana ha sido la primera en la que se ha podido apreciar el eclipse, a las 18.41 (hora peninsular española) y también es ahí donde ha tenido una mayor duración el ocultamiento del disco solar, durante 4 minutos y 20 segundos.
La gran mayoría de españoles tendremos que esperar al 12 de agosto de 2026 y al 2 de agosto de 2027 para poder observar un eclipse solar total.
La gran expectación que se ha desatado en América del Norte y la campaña de la NASA para divulgar el impactante fenómeno que convierte el día en noche ha animado a muchas personas a recorrer “el camino a la totalidad” para llegar a alguno de los lugares donde disfrutar del eclipse de Sol. Nadie quiere perderse un evento que ha sido definido como “histórico” y que ha sido bautizado como “el gran eclipse solar americano”.
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