sin-sonido
Sin sonido
Palabras silenciosas que esperan retumbar dentro del lector.
/Poesía de Ergo Rodrerich/
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Metáfora pura.
Refuge Before a Storm, 1880 by Paul (Paweł Józef) Merwart (Polish, 1855–1902)
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Ingredientes infalibles
Para mi amiga
Astucia, quien supo
de estos eventos
Tengo la luz
de las seis de la tarde,
el sonido vespertino
de los domingos
eclesiales,
las notas largas
de algunas canciones
de Pink Floyd,
el recuerdo implantado
de abuelos que no conocimos,
los descansos laborales
entre las parcelas
dilatadas,
el robo de aquel
libro que tuvo
entre sus manos,
los accesos a las
visiones atemporales
a ras de las banquetas,
el sonido de su voz
al teléfono de mis
padres,
los rincones
simbólicos de ciudades
extrañas,
las remembranzas
felices de una
infancia añorada,
los constantes encuentros
en las lecturas
de poetas extranjeros,
las sensaciones
de caricias sin piel
externa,
las recriminaciones
contenidas de mi madre
al escuchar tu nombre,
el recuerdo de mis
perros muertos,
el sentimiento
aquel cuando me
robaron mi bicicleta,
el frío viento
golpeando duramente
mi rostro,
los paisajes como
evidencia de aquellos
camino del sur,
el fondo del autobús
cuando de allá adentro
venías caminando,
el dolor en mi cuerpo
luego de que pasaron
los efectos de la anestesia,
la visión de un
cuerpo muerto en
el suelo,
la sensación horripilante
del agua fría
en mi piel caliente,
el cariño bendito
de mi abuela
que vivió sólo dos
meses de mi vida,
la complicidad
de mi madre
y algunas canciones que
sólo ella recuerda,
agrego, incluso,
la ira recurrente
de mi padre.
Sobre todo…
tu mano en
mi espalda,
tus labios
en mi boca,
los contornos de
tu cuerpo desnudo,
el sentimiento
vergonzoso de
tu entrega,
el secreto de
los dos por las
calles de Guadalajara,
el llanto que
te vieron
cuando rompí
tu corazón
voluntariamente,
las tres letras
de tu nombre
que me ponen a
temblar cuando
las leo,
el beso que nos
dimos frente
a Los Murales,
el humo de
la taquería que
quedó en mi recuerdo,
las historias sencillas
que me contaste,
los papeles
aquellos que me
escribiste,
la canción erótica
que bailamos juntos,
la supuesta soledad
desde la que me
estabas esperando,
la seguridad de haber
encontrado lo que
quería,
la longitud de
tu pelo crespo,
ciertas figuras
sentidas de tu cuerpo
que nunca llegué
a ver con mis
propios ojos,
la algarabía
compartida de
tu sonrisa franca,
la potencia extrema
de tu mirada
capaz de reducir
a cero la presencia
entera de una plaza,
tu facultad de
reducir el tiempo,
tu facultad de
alargar recuerdos.
Toma todo,
como la pirinola
y llévatelo tras
de ti,
que a mí me
basta esa sombra,
ese eco,
esas remembranzas,
para seguirte
escribiendo
aunque no haya
más papel
para hacerlo.
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Frío ola
Frío
Ola definitiva,
Baldazo de aire que me congela.
Estoy inmerso y no soy nada.
Apenas sí un hueco donde se concentra mi cuerpo.
Me muevo y perforo esta atmósfera para recorrerme de un lugar a otro.
Soy el sentido concentrado donde el frío cobra forma.
Me anulo para que él exista, a la vez que no puede significar nada sin mí.
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Almacén del tiempo
Todos deseamos
«estirar el tiempo»
para que nos alcance
durante todo el día.
Al final comprendemos
(y seguimos negándolo)
que es imposible
lograr esto.
Aún así,
yo sí puedo
decirles
que, por lo menos,
he logrado
congelarlo.
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Etiquetas de Mazamitla
El mismo sol,
sin embargo,
se me permitió acceder
a otro tiempo.
*
Las lajas del piso
están húmedas,
en los charquillos
las palomas beben
su propia imagen matutina.
*
Falsas campanas de la iglesia
suenan desde bocinas eléctricas.
*
La luz propicia sus mejores
imágenes sobre los pinos.
Un enorme maguey
luce horrible por navajazos
con que ciertos imbéciles
pretenden perdurar sus nombres.
*
El viento frío alteraba
definitivamente mi reloj.
Herramienta inútil en esos momentos,
¿para qué medir lo eterno?
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Compañ��a entera
Has tocado mi espalda
cuando tú querías
corregir mi postura.
Jamás supiste que
corregiste algo más
que mi figura.
Tu presencia corrigió
mis soledades,
tus labios corrigieron
la ausencia de besos,
tus manos corrigieron
mi falta de
caricias
y tus palabras
satisficieron
mi necesidad
de ser amado.
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Creación
I. Retuerzo las realidades para embotellarlas en esta caja de palabras. Puedo decir "el sol lanza petardos que estallan cuando tocan nuestra vista" y con ello estaré reconstruyendo el cotidiano suceso del día. Esa es mi aventura de la poesía, hacerles ver en nueva forma aquello que en realidad sucede fuera de toda palabra.
II. Rueda la moneda sin saber el destino de su meta. ¿Cuál cara será la que nos mostrará? Nadie lo sabe y ahí está la razón del azar. Así procedo, ignorando finales de poemas. Que las palabras transcurran solas, rueden y caigan a quién sabe qué distancia ni con qué intención. Al final de cuentas algo habrá sucedido.
III. No mentiré jamás, pero tampoco quiero decir que hablaré sobre la realidad. "Mis sombras ascienden", eso es indemostrable, pero no falto a la verdad de mi creación. Crear no es mentir, es ofrecer las verdaderas posibilidades de nuevas imágenes juntas.
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Dentro fuera de mí
¿Qué dentro de mí (quién) ha otorgado la capacidad absoluta de reducirme a esta mota de polvo consciente y sentirme parte integral de este paisaje que relumbra por todos lados, dando significados a este instante del universo?
Participan:
a) Las altas y anchas nubes que se alargan por todo el cielo, cambiando los azules por esos grises que dan volumen al espacio.
b) La lluvia pasajera que ha oscurecido el piso logrando, increíblemente, que los objetos se reflejen pareciendo que nos permiten el acceso a sus secretos velados.
c) Los sonidos diversos, cualquier sonido que ahora parece una copia del silencio.
d) Los árboles con su registro efímero del viento. Con su variedad casi boscosa y su diseño desafiante siempre el mismo para cada especie, pero diferente para cada árbol.
e) Y en secreto esa conciencia temporal que confunde lo efímero con lo eterno.
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Inesperado aparecido
Veo y oigo. Soy encandilado por un rayo de sol reflejado en el cristal de un auto que pasa. Soy atontado por los ruidos provenientes de una grabadora que toca pretendida música.
Dejo de ver y siento el lento viento que casi araña mi piel con esa dulce rabia que le es propia, recordándonos que también existe lo que no vemos.
Cubro fuertemente mis oídos para ya no escuchar lo que me rodea, y de repente retumban todas mis arterias dentro de mi cabeza. Pongo atención y escucho, entonces, los diversos flujos sin comprender de dónde comienzan a sonar algunos pensamientos que creía olvidados.
Suena, todo suena en esta oscuridad que me he impuesto. Quiero silencio para poder ver mejor en lo oscuro, pero hay, de repente, dolores viejos, canciones insulsas y rumores como de lluvia ignorada.
Persisto y ya no sé si lo que escucho es un artificio mío o un sonido inabarcable que sucede allá afuera. Ignoro, pues, y en este embrollo oscuro me siento rodar hacia ningún lado. El vértigo indetenible es ahora un consuelo que genera sus propias luces y es ahí, entonces, cuando me conformo.
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Croquis de mis sueños
He navegado los siete surcos
de la noche
con apenas las siete etapas
de mi sueño.
He cultivado la esplendorosa
capacidad de la evocación
consoladora.
He satisfecho el anhelo que
me conforma.
Descifré las arquitecturas remotas
que me permiten viajes
definitivos.
Torres inalcanzables,
templos horizontales que
disculpan los pecados
de los sacerdotes.
Casas, sencillas casas
que resguardan la presencia
de otro sueño más profundo
y verdadero.
Converso con los muertos
y me escriben siempre el
mismo mensaje en un papel
de fuego.
Toqué la piel de mi pesadilla
diurna y comprendí el porqué
de mi soledad cotidiana.
Me hice de las tres monedas de
oro con las que borraría mis penas,
pero las gasté pagando a
unos niños que me cantaron en
un idioma que desconozco.
Hice el amor con dos o tres
mujeres satisfechas
que tenían siempre la misma consigna:
«sé feliz cuando despiertes,
amor mío».
He permitido, pues, inevitablemente,
que la mentira trace los caminos
de polvo que podría elegir
al despertarme,
y he permitido que mi consciente
esté seguro de su locura.
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Compañía entera
Has tocado mi espalda
cuando tú querías
corregir mi postura.
Jamás supiste que
corregiste algo más
que mi figura.
Tu presencia corrigió
mis soledades,
tus labios corrigieron
la ausencia de besos,
tus manos corrigieron
mi falta de
caricias
y tus palabras
satisficieron
mi necesidad
de ser amado.
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Etiquetas de Mazamitla
El mismo sol,
sin embargo,
se me permitió acceder
a otro tiempo.
*
Las lajas del piso
están húmedas,
en los charquillos
las palomas beben
su propia imagen matutina.
*
Falsas campanas de la iglesia
suenan desde bocinas eléctricas.
*
La luz propicia sus mejores
imágenes sobre los pinos.
Un enorme maguey
luce horrible por navajazos
con que ciertos imbéciles
pretenden perdurar sus nombres.
*
El viento frío alteraba
definitivamente mi reloj.
Herramienta inútil en esos momentos,
¿para qué medir lo eterno?
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Esta lluvia
Ahora esta lluvia
depende de mí,
soy el heredero
de tanta agua.
Dispondré de la tormenta
en el instante en que
los rayos de mi
instinto, no ya de mi corazón,
así lo dispongan.
Caerá sobre ti
haciéndote sentir la humedad
y el frío de
unas palabras
aparentemente sin impulso
alguno, pero con toda
la inventiva de quien
quiere que ya no
veas más allá
si no esto tan sólo
que tienes frente
a tus ojos,
tus ojos mojados
por mi lluvia
que escampa también
cuando así lo determino yo.
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Enfermos
Imperceptibles,
escurridizos,
los enfermos mentales
viven permanentemente
en el rincón de nuestro
desprecio.
Son nuestros familiares
a quienes tratamos
como eternos niños
bobalicones.
Pero llevan la ventaja
de vivir
en el eterno presente
que nosotros deseamos.
Su ternura hacia nosotros
es la forma en que
demuestran
la lástima que les producimos.
Charlan con sonrisas
a punto de decirnos
su secreto.
Se alejan siempre
sabiendo que hay
algo común entre nosotros,
pero preferimos ignorarlo.
Alvaritos y Benjamines,
díganme que tengo
que hacer para conocerlos.
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Esa chica
Esa chica
cree que la estoy
viendo.
Lo noto porque
clava su mirada
hacia adelante
y se queda sin
mover los ojos
a ningún lado.
Luego voltea
a verme
y noto en su
boca un gesto
de hartazgo
al mirarme.
Esa chica
cree que
la estoy viendo,
lo sé porque
sus ojillos
tiemblan al
mirar los míos.
(Al final
del juego
es ella quien
termina
buscando inútilmente
mi mirada,
lo sé porque
la he sorprendido
mirándome).
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1 de octubre
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