Tumgik
nemesis1745 · 2 years
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Vuelven las incertidumbres, donde puedo desacrgarlas ? Esos vacíos dificiles de llenar y que unx llena con sensaciones que quizá no son las mejores. Vuelven esas ganas de llorar y ese sentimiento de dejar que las cosas fluyan. Como hacer para que algo fluya ? Como hacerlo cuando tengo una mente rígida, estructurada y llena de preguntas. Como hago para que mis sentimientos se dejen llevar por los buenos momentos? Ayer estaba bien, hoy siento que me falta algo, que mi vida no tiene un sentido fijo y que los proyectos que quisiera crear no existen como tales. Solo ideas vacías en un mar de dudas. Lamentablemente lo único que me hace bien es también lo que me hace tan mal y me llena de inseguridades. Como superarlas? Veo gente con proectos, con futuro, pero, es la realidad ? o una FANTASÍA creada para las redes ? Yo, solo existo, por ahora.
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nemesis1745 · 3 years
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David Hume, en su libro "Tratado sobre la naturaleza humana" (1739) dice que la razón 2es y solo debe ser esclava de las pasiones", rechazando así, toda teoría que no acepte los principios básicos de la causalidad y de la necesidad. Ya que si estos no existieran, la libertad quedaría librada al azar. Más adelante dice que nada existe sin una causa de su existencia.
A este punto quería llegar, ¿puede ser que toda nuestra existencia este determinada por algún ser superior o por el entramado mismo del universo, y no exista realmente el azar? Que cada una de nuestras acciones, desde las mas grandes y las mas pequeñas ya estén pre determinadas por un destino que ya se nos fijó pero que no sabemos que existe. En la antigüedad se creía esto, de donde veníamos y hacía donde íbamos estaba pre determinado. Pero, quienes somos nosotros para juzgar estas creencias, que posibilidades existen de que las cosas que no nos pasan también son parte de ese plan que nos llevan a ser la persona que terminamos siendo. Ojo, no hablo de la falta de ciertos servicios y calidades de vida, de los cuales para eso tiene que existir un estado presente, sino de los momentos en que las decisiones son nuestras propiamente. Son realmente decisiones nuestras ?
En fin, los días parecen que van mejorando, espero que para todos también, y si tenéis que hablar con alguien sobre algo y no te animas, no dudes en escribirme, ojalá alguien, en alguna parte del mundo esté leyendo.
Les dejo un saludo.
R.
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nemesis1745 · 3 years
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Casi una semana pasó de la última entrada. Como siempre no tengo muchas novedades. Pero ya estoy mas encaminado con mi tesis, ojalá para fin de año esté todo listo.
Tolkien dice que la Fantasía no puede quedar atrapada en una red de palabras; porque una de sus cualidades es la de ser indescriptible, aunque no imperceptible. En momentos como estos los mejor es aferrarnos a la fantasía, darnos el lujo y la posibilidad de viajar por mundos en los que todo puede estar mejor que en el nuestro y mejorar nuestro ánimo. Mundos en los que podemos descender al mismísimo centro de la tierra o al pico de la montaña mas alta sobre alguna criatura de nuestra propia imaginación. Esto mueve nuestros sentimientos mas internos, lo que fuimos de niños y lo que podemos ser ahora.
Aunque sigo en el loop de sentirme inútil, sin un futuro cierto, me siento un poco mejor. He estado hablando con personas que se encuentran en una situación similar a la mía. Estamos todos en la misma situación de bajón, desosiego e incertidumbre de lo que vaya a pasar con la pandemia. Si estas en la misma situación no dudes en escribirme.
Saludos.
R.
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nemesis1745 · 3 years
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Hoy es un día mejor. El sol ayuda.
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nemesis1745 · 3 years
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Viernes. El filósofo neerlandés Baruch Spinoza, en su libro "Ética demostrada según el orden geométrico" (1677) decía que la voluntad es la facultad de afirmar o negar lo que es verdadero y lo que es falso; no es el deseo con el que la mente apetece o aborrece las cosas.
Esta voluntad de la que habla, que hace que tomemos ciertas decisiones y no otras. Caminos que generan nuevas realidades que son paralelas a las nuestras y posibles nuevos caminos que llevas a diferentes versiones nuestras por nuevos caminos. Imaginemos, por un segundo, que por mas que no tengamos la vida que quisiéramos tener, en alguna otra realidad, quizá en otro tiempo, una versión similar, pero modestamente diferente a nosotros, está teniendo esa vida con la que siempre soñamos. Que caos no? Pensar que no tenemos esa vida que soñamos y a la vez si la tenemos pero no es nuestra vida.
Vivo en esa incertidumbre de que va a pasar cuando me reciba, conseguiré trabajo de lo que estudié? conseguiré un trabajo? Tengo pensamientos oscuros que me llevan por caminos a los que no quiero llegar. Pocas son las cosas que me motivan hoy en día, el día tampoco acompaña. Solo mi mascota es un impulso cada día. En fin.
Me despido. Siempre con la esperanza que alguien lea.
R.
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nemesis1745 · 3 years
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Hoy escribo desde el baño. Los sueños se volvieron escasos. Las bocinas de los autos son casi como navajas que interrumpen mi descanso. Acaso no podré volver a descansar como antes ? Por momentos dudo si estoy despierto o soñando. Me pellizco. Se que estoy despierto e intento volver a dormir. Anoche me quedé viendo una entrevista a un humorista. Decía que la risa salvó su vida. Estás personas que suelen vivir con depresión hacen reír al mundo.
Ayer el cumpleaños fue más bien un velorio. Pensé que me iba a distender más pero fue solo un momento fugaz en el que olvidé mis agobios por un momento. Pero tampoco estuvo tan divertido. Fue una merienda de 3 personas y nada más. Volví con hambre y me comí una banana. Vi un choque de autos.
Cuando me despertaron los ruidos de los autos ví el semáforo que tenía las tres luces prendidas. Casi como un elige tu propia aventura de la calle. En este preciso momento creo que volvieron a chocar. Saldré a ver. Ojalá alguien lea.
Me despido.
R.
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nemesis1745 · 3 years
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Miércoles. Quizá el peor día de la semana, o al menos siempre lo sentí así. Novedades? Ninguna. Motivaciones? Ninguna. Sigo en este circuito sin fin de comodidad y desasosiego. El día está tan gris como mis pensamientos. Ayer descubrí lo que es la astenia otoñal. Es un decaimiento producido por la adaptación del cuerpo al cambio de estación. Realmente será eso ? O es algo más ? Siempre le atribuimos la culpa a un factor exterior. En fin. Espero que tengan un buen día.
Me despido.
R.
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nemesis1745 · 3 years
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Tengo 30 años, en agosto cumplo 31. Estoy terminando una carrera, que me gusta, me apasiona, pero a medida que fui avanzando en ella me fue desganando, estoy terminándola a mucho costo, vivo con ansiedad. No solo eso, sino que no tengo mucha salida laboral. Tampoco estoy consiguiendo trabajo en ningún lugar, nada. Será por mi forma de ser? Mi timidez?
Soy ordenado, perseverante a mas no poder, aprendo rápido e imaginativo, puedo resolver cuestiones y aportar nuevas ideas en cualquier momento, soy muy imaginativo. Pero eso no sirve en este mundo, no?
Mi rutina es levantarme, desayunar, leer, hacer ejercicio, volver a hacer tesis, comer y dormir. Y comienza el ciclo de nuevo. Estos últimos dos días estuve del orto, dicen que es la luna o mercurio, ya no recuerdo. Quizá nadie lea esto, o quizá si, pero si eres una persona que se encuentra en la misma situación que yo no dudes en escribirme, quizá podamos construir un nuevo mundo para nosotros.
Dicen que el clima afecta el estado de ánimo, la verdad es que veo la gente pasar, los autos a bocinazos, las puteadas y siento que es por el clima, lo es?
10:41 am, ya hace mas de una hora y media que estoy despierto y me voy a poner a estudiar. Espero que sea un día bueno, pero no lo veo muy posible.
Me despido.
R.
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nemesis1745 · 4 years
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La peatonal (entre) tiempos y manteros
Caminaba por la peatonal, todo parecía muy extraño, figuras sin una forma definida se 
movían a mi alrededor, quizá era alguna comida mal digerida. Finalmente comenzaron a 
tomar forma, eran personas que caminaban cerca de mí, vestidas con sobretodos grises y 
fedoras negras. Las mismas me provocaban una sensación de soledad e individualismo, 
no podía distinguir sus rostros, una sombra gris cubría sus cuerpos, a su vez se 
desplazaban tan rápido que apenas distinguía que circulaban a mí periferia, parecía una 
película de Hitchcock. Todo a mí alrededor se movía sin mucho sentido, tenía la sensación 
de que no podía avanzar rápido, el ambiente estaba plasmado por un presente extraño. 
Me sentía fuera de época como si hubiera retrocedido varias décadas en el tiempo, ¿acaso 
era un sueño? Mientras seguía caminando por la peatonal, los colores pasaron de unas 
tonalidades sepia a uno grisáceo, el sol estaba ya ocultándose, qué rápido había pasado la 
tarde desde que salí de casa. Las paredes de los edificios parecían derretirse con las 
sombras que proyectaban entre ellos, junto con el suelo que pasaba a ser de un oscuro 
casi como el vacío mismo del universo. Me paré un rato a pensar qué hacer, comencé a 
tener frío y hambre, de repente un ser simulando ser un caníbal se acerca a convidarme 
un pancho que chorreaba mayonesa, situación que me produjo náuseas, me asustó y salí 
corriendo. 
Cuando llegué a la intersección con la avenida Colón, los autos pasaban frente mío y las 
personas a mi alrededor parecían moverse a través de ellos sin ningún problema. Sentía 
que iba en cámara lenta, las luces de los automóviles fluían como venas y arterias 
brillando, tomé coraje y crucé. Casi sentía que podía tocar los rayos de luz y dibujar con 
ellos, pero a su vez las notaba muy lejos de mi alcance, el sonido era una mezcla entre 
murmullos y frenadas. Un ser de cuatro patas en movimiento parecido a un perro, 
correteaba por la calle en busca de un objeto que no logré distinguir si era un hueso o un 
palo, todo era muy confuso. De repente la lejana campana de iglesia daba la hora, recordé 
que era momento de ver mi serie preferida, pero no entendía bien si llegaría a tiempo para 
el episodio, seguía confundido con la hora que era. 
Cuando por fin pude cruzar la calle el panorama había cambiado completamente, los 
edificios modernos, hechos de cristal y hierro, parecían fundirse con la tierra. Toda una 
historia pasaba por mi retina, dejando rastros de modernidad. Las personas que me 
rodeaban, comenzaron a amontonarse en un rincón, había algo allí que los sorprendía, yo 
no sabía qué era, no lograba ver, pero desde ese momento comenzaron a tener colores 
vivos en sus ropas, estaban muy alegres, era como un éxtasis de frescura que los cubría. 
Me di vuelta y vi como del otro lado de la calle las personas y el ambiente volvía a ser 
tenue. A su vez del lado que estaba yo el sol brillaba de una forma que sentía el calor que 
tocaba mi rostro y le daba al lugar una sensación de calidez y armonía. 
Los negocios que se encontraban en la vereda parecían uno solo y a la vez todos eran 
distintos. Cuando me acerco a uno de ellos, veo que en su vidriera tenía objetos usados, 
animales, comida, juegos de cartas y otras cosas cuyas formas no llegaba a distinguir. 
Una señora de unos 70 años llevaba un pañuelo blanco en su cabeza, de pelo canoso y 
vestido marrón me saludaba del otro lado del vidrio, haciéndome una especie de seña con 
sus manos para que entre. Aunque no veía una entrada, en un instante se hizo visible una 
puerta de vidrio y hierro, al empujarla para cruzar, el negocio había desaparecido y del 
otro lado había un bar con una banda de jazz que tocaba en un improvisado escenario. 
Cuando me senté en una de las mesas, ya tenía un café servido, vi desde una de las 
ventanas hacia afuera, allí un par de niños jugaban con una pelota en la vereda. Dentro 
del bar, una sensación de nostalgia inundó mi mente, sentía que necesitaba volver a la 
calle para no pensar en las cosas que me habían sucedido el día anterior, una especie de 
coraza a mí alrededor me protegía de los malos pensamientos. Nuevamente la campana 
sonó, decidí salir del bar. 
Al dejar el bar una mujer llamó mi atención, ella parecía desorientada entre el tumulto de 
gente que caminaba por la peatonal. Su vestido rosa y su gorro combinaban 
perfectamente, se veía muy elegante pero su vestimenta se diferenciaba completamente 
del resto de la gente. Las personas pasaban por su lado, la observaban pero continuaban 
apuradas hacia su destino. Su vestido tenía un hermoso encaje blanco en el cuello, era 
largo hasta las rodillas y un chal cubría sus hombros. Llevaba medias blancas en sus largas 
piernas y un pequeño paraguas para cubrirse del sol. Parecía de principios del siglo XX. 
Me acerque a ella, le consulté si necesitaba ayuda y me respondió que el bar del cual que 
yo acababa de salir había sido su casa. Quedé anonadado ante esa respuesta, y para mayor 
sorpresa me pregunto “¿En qué año estamos?” Con un poco de confusión le respondí, 
“en 2019” (¿Acaso me estaba volviendo loco?, pensé). Ella comenzó a reír, yo deje de 
comprender realmente lo que estaba pasando. Me dijo “yo estaba en el tranvía, leyendo 
el diario, era 1920 y aparecí aquí”. En un principio me costó creerlo, pero eso explicaba 
su apariencia, a su vez muchas de las cosas que me habían pasado hasta ahora no tenían 
mucho sentido. 
Nos apartamos del ruido de la peatonal, ingresamos en una galería para poder conversar. 
Me pidió que la acompañara cuatro cuadras hasta el Cabildo, había caído la noche y no 
se sentía segura en la ciudad. Asentí con la cabeza, me generaba una confianza que pocos 
conseguían. Como todos los sábados los comercios ya habían cerrado y comenzaron a 
llegar los primeros manteros con sus productos. Su cara de sorpresa y horror llamó mi 
atención. Le consulté qué ocurría que se había detenido, me dijo que no comprendía qué 
estaba pasando, y me preguntó “¿qué hacen estas personas?”, en ese momento me sentí 
en la obligación de explicarle cómo las cosas habían cambiado en estos años, además de 
la pérdida de su hogar. Comencé la explicación de lo que estábamos observando: “La 
peatonal San Martín durante el día tiene muchos comercios de ropa, artículos para el 
hogar, zapatos, jugueterías que cierran en la noche y es en los fines de semana cuando 
un conjunto de vendedores callejeros ubican sus mantas en el piso para trabajar. Estas 
personas suelen vender las cosas más económicas que muchos de los comercios del 
centro. Aquí ya no vive gente, al menos no mucha, se ha vuelto muy costoso por ser una 
zona céntrica y laboral sumado a los altos costos de vida próximos a este barrio, es que 
gran parte de la población vive en los alrededores.” Notaba su interés por mi relato por 
eso continué con el mismo. “Las personas que están llegando trabajan aquí pero el 
gobierno no permite que lo hagan, por eso vienen en las noches”. La mujer, que jamás 
me dijo su nombre, preguntó “¿Cómo es que no les permiten trabajar aquí? ¿Este espacio 
no es de uso público?” No supe responder esa pregunta. Nuevamente la campana volvió 
a dar la hora, esta vez sonaba con mayor intensidad. 
Comenzamos a caminar, ella se detenía a ver los productos que vendían que jamás había 
visto, como los cargadores portátiles de celulares, sin comprender su uso, o al menos eso 
creía yo. Se volvió rápidamente hacia mí, “la ciudad ha cambiado mucho”, dijo, 
“recuerdo que en mi época el centro de la ciudad era residencial, las casas más lindas y 
la gente con más dinero vivía aquí, no les gustaría ver cómo la calle de su casa se ha 
vuelto un centro comercial tan grande, lleno de personas que van y vienen sin un sentido 
aparente”. Esto me llevó a la reflexión sobre las diferentes formas en que el espacio es 
habitado, jamás había pensado en eso al caminar por la ciudad. Le pregunté: -¿cuál es tu 
nombre? 
-Julia - respondió la mujer. 
-¿Querés tomar algo?, te veo preocupada- le dije. 
- Sí, por favor, estoy un poco mareada, quizá bajó mi presión - dijo colocando su mano 
en la cabeza, la notaba con una mirada desconcertada ante tanta información que estaba 
recibiendo. 
Busque una cafetería rápidamente con mis ojos, pero no vi ninguna, me pregunte dónde 
tomaba café la gente. Nos sentamos en uno de los canteros de la peatonal, la noche estaba 
fría y los locales cerrados. Compre un “café para llevar” y un alfajor en el kiosco que vi 
abierto, también había una la heladería pero no era noche para helado. Con cara de 
asombro ella observaba la gente pasar. 
-Julia- le dije al ver su cara de desconcierto- ¿quieres hacerme alguna pregunta? 
-Sí - respondió ella rápidamente 
–Dime – dije sonriendo. 
-¿Estas personas trabajan en la calle vendiendo cosas con este frío muchas horas? 
-Sí, más o menos 4 horas. 
-¿Y vienen con sus hijos a trabajar? - pregunto al ver vendedores con sus hijos. 
-Sí, algunas personas vienen solas a vender y otras acompañadas. 
-¿No tienen miedo de estar en la calle vendiendo y que vengan a quitarles los productos? 
– me preguntó con preocupación. 
-No lo sé -dije levantando mis hombros- en realidad las personas que podrían quitarles 
sus productos son los inspectores municipales, pero no controlan por aquí de noche, ya 
han terminado su día laboral para las 20hs que comienza la feria. 
-Qué difícil será para ellos estar en esa situación, ¿verdad? - me preguntó. 
Al escuchar su comentario reflexioné sobre la cantidad de veces que pasé por aquí en sin 
notar la realidad de su observación, sin pensar en la situación que trajo a estas personas, 
en la noche, escondidas y con el frío, a trabajar en la peatonal, pensé internamente. 
Ella continuó comentándome cosas, la noté realmente confundida. 
-Veo dos o tres personas comprando, las demás parecen estar caminando por aquí de 
paseo, disfrutando de estas calles. En mi época por aquí pasaban vehículos, no se podía 
caminar – dijo Julia. 
-Es verdad, algunos están paseando, otros comprando y muchos trabajando, cohabitan 
muchas formas de usar la peatonal, cada uno desde su lugar – le comenté. Se escucharon 
risas a lo lejos. El frío se sentía cada vez más fuerte. Un grupo de manteros estaba 
tomando mate, se veían alegres pese a que las ventas no eran muchas, me dio la sensación 
de que eran amigos formando una gran reunión donde sus vínculos hacían posible llevar 
adelante la cotidianeidad de la vida. 
-¿Vos hacia donde ibas cuando nos encontramos? - dijo ella repentinamente. 
-Estaba yendo a ver mi serie, hoy pasan un episodio especial de mi serie favorita. 
-¿“Shopping”? ¿Qué es eso? - preguntó Julia cada vez más confundida. 
-Es un edificio donde hay muchos locales comerciales, como estos que se ven en la calle 
pero dentro de un edificio, suelen tener varios pisos de locales. En tu época uno de ellos 
era un colegio, hoy se le conoce como Patio Olmos. 
-Ah, si mi hermano mayor fue a ese colegio - respondió con cara de admiración - y en ese 
lugar ¿hay gente en el piso vendiendo cosas también? - preguntó nuevamente. 
-No, solo en algunas partes de la ciudad se ve gente en la calle vendiendo en el piso o 
algunos tienen mesitas. Es muy costoso alquilar un local comercial en el centro de la 
ciudad, y más aún dentro del shopping, no todas las personas acceden a ese beneficio. 
-Claro, por eso mucha gente encontró esta forma de trabajar en la ciudad. El dinero es 
necesario en todas las épocas. 
Continuamos transitando la peatonal, llegamos a la esquina de San Martín e 
Independencia, el Cabildo estaba completamente iluminado con luces de colores rosa, 
celeste, amarilla, azul, realmente era un show de luces. Me di vuelta y Julia estaba 
hablando con uno de los manteros, un vendedor de Senegal. Fui corriendo hacia ellos y 
al llegar escuche que ella le preguntaba de dónde era. Él le sonrió y le ofreció unas gafas 
de sol para que viera, ella rápidamente se alejó, como si tuviera miedo de tocarlo, y 
comenzó a caminar rápido. Seguí sus pasos, no sé qué le pasó, le pregunté ¿estás bien? 
ella se veía avergonzada, y me dijo “qué hombre encantador”, con un gesto de entre 
preocupación y felicidad, le sonreí. La campana volvió a sonar, me di vuelta para poder 
dilucidar de dónde provenía el sonido, pero no pude ver nada, cuando volví a mirar hacia 
Julia, ella ya no estaba. 
Me encontraba nuevamente caminando por la vereda, ya era de día, la ciudad estaba 
completamente desolada, ¿o era simplemente lo que yo sentía? La sensación de mi 
experiencia metropolitana había cambiado en unas pocas horas como si hubieran pasado 
varios siglos. Incluso los edificios parecían abandonados, derruidos, como destruidos por 
alguna guerra ajena a mi conocimiento. Por la ventana de un edificio vi una figura 
grisácea que parecía mirarme con recelo, sentía que era parecida a mí, pero a la vez 
distinta, algo había en su aspecto que lo hacía relacionarla con una etnia distinta a la mía, 
no podía saber que era. Su edificio tenía las puertas tachonadas con tablones de madera, 
más figuras comenzaron a aparecer por todas las ventanas, parecía casi como si quisieran 
salir, pero no pudieran, como una especie de gueto que les impedía librarse de ese lugar. 
Me pregunté: ¿Cuál era el motivo por el cual estaban encerrados? ¿Era por su apariencia 
o había algo más? ¿O quizás por su estatus social? Nunca lo iba a saber. Aunque quisiera 
ayudarlos me di cuenta que no había forma, las puertas de los edificios habían 
desaparecido. Solo quedaban sus miradas clavadas en mí desde lo alto de las ventanas, 
incluso escalar el edificio me era imposible, cada vez parecía ser más alto e inalcanzable. 
Busqué policías, creí que ellos podrían ayudar, pero no encontré ninguno, “¿dónde están 
cuando uno los necesita?”, me pregunté enojado. Nuevamente la campana sonaba, esta 
vez más fuerte, parece que me estaba acercando a ella. 
Continué caminando por el barrio, pero esta vez comenzaron a aparecer personas que 
pasaban cerca de mí cuerpo pero sin tocarme, como una manifestación, no se percataron 
de que yo iba en sentido contrario. No veía pancartas ni ningún cartel que me indicara el 
motivo de esa marcha, caminaban para el mismo lado como si fuera simplemente por 
ósmosis, como si un imán invisible los condujera a algún destino que estaba fuera de mi 
conocimiento. 
Una sensación de miedo e inseguridad comenzó a recorrer mi cuerpo, era posible que me 
tomen como un “otro” al ir en contra de su marcha. Pude distinguir algunas miradas de 
desaprobación hacia mi persona. Poco a poco las personas iban cambiando y se 
comenzaban a mezclar con otras de distintas culturas y países, como si la globalización 
se acelerase en cuestión de minutos, todo un mundo de interacciones ante mis ojos, y yo 
ahí perplejo, todo el mundo ingresaba por mis ojos en cada parpadeo ¿Acaso habían 
pasado minutos o fueron horas? Las calles eran de agua, pero la gente caminaba sobre 
ellas, una especie de Venecia mucho más mística, el agua no estaba congelada, 
simplemente no parecía verse afectada por las leyes de la física. Figuras con cabezas de 
pájaros pasaban a mí alrededor, junto con cortesanas que llevaban joyas y vestidos sin 
ninguna preocupación a que puedan ser asaltadas. ¿Era una especie de carnaval de 
máscaras? No escuchaba música que lo indicara, sus cuerpos extraños me alejaron de 
inmediato, era evidente que su cultura y la mía no eran la misma. 
El sonido de la campana era cada vez más fuerte y más cercano, al final de la calle pude 
vislumbrar un campanario, solitario, casi como un monolito en medio del desierto, el eco 
provenía de allí, incluso su melodía me resultaba familiar. Todo comenzó a tornarse 
borroso, las personas se desdibujaron, el piso parecía volverse de arena y todo se volvió 
confuso como mezclas de pinturas. Sentía que caía en un pozo sin fondo donde todo 
parecía perderse. 
La música resonaba por todos lados era como si me atravesara y saliera de mí, de pronto 
reconocí la melodía, ¡era la alarma de mi celular! Desperté confundido, todo lo que había 
pasado había sido un sueño, me quedé dormido estudiando Antropología en Contextos 
Urbanos, ¡era el día del parcial! Debía levantarme y correr para llegar al examen. 
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nemesis1745 · 5 years
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Esbozo de una noche sin locura
Sus ojos ya no tenían brillo. Por más que había intentado hacerle respiración boca a boca, el cuerpo del hombre, de unos 40 años (ya con ciertas canas), estaba perdiendo su calor. Sus labios estaban rojos de sangre, al igual que su camisa. Los seis orificios que había hecho la daga fueron más fuertes que el año que sentía por él. Sus manos aún aferradas al arma estaban embadurnadas de sangre y un líquido viscoso negro. Las mismas le temblaban mientras con ellas secaba las lágrimas que caían en su rostro. Jamás había sentido por nada ni por nadie lo que había sentido por ese hombre que ahora yacía tumbado en el piso inerte. Si bien siempre había sido un hombre con un porte bastante atractivo, nuca pudo serle infiel, a pesar de su tortuosa y larga relación. No de odio, sino de batallar bien contra mal.
La habitación del hotel de poca categoría era un desastre; el piso inundado en sangre de ambos, junto con las cortinas, paredes y la cama, cuantos recuerdos le traía la cama. Colillas de cigarrillo llenaban los huecos donde no había sangre, y la única pared más limpia se encontraba empapelada con recortes de diarios y viejos grimorios con imágenes de demonios. Un sigilo dibujado en la pared con sangre anunciaba “Barbatos”.
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Música de jazz provenía del salón de abajo, junto con algunas risas y vítores nocturnos. Como pudo se sentó en la cama, y se propuso a limpiar la daga con las sábanas. De su bolsillo sacó un encendedor y prendió un cigarrillo, su mente estaba turbada en recuerdos. No le quedaba mucho por hacer, mientras fumaba e n la penumbra de la habitación pensaba que hacer con el cadáver de su amante, su belleza seguía intacta pero ya se había ido. Hacía tiempo que ya estaba muerto y no era él, lo que quedara de su alma torturada por un demonio en algún lado se encontraría.
Unos pasos y risas fuera de la habitación lo alertaron, escuchó la voz de una mujer y un hombre que reían a carcajadas bajo el efecto del alcohol y alguna otra sustancia. Solo pasaron por el pasillo hacia alguna de las puertas del pasillo, donde todo volvió a estar en silencio, casi le parecía escuchar la respiración de su amante, pero eso no era posible, quizá ya estaba enloqueciendo.
Decidió que ya era el momento de partir, tiró la colilla al suelo y la pisó viendo cómo se consumía su brasa, como la vida de su amante. Fue hacia el baño, viendo en el espejo un rostro totalmente desfigurado, sus marcas de años se encontraban cubiertas de sangre. Su pelo negro estaba duro y pegajoso por la sangre que le había salpicado, no sabía de cuál de los dos era. Se desvistió y entro en la ducha. Hundido en los pensamientos de lo que había pasado no sentía como el agua fría recorría y golpeaba su cuerpo, estaba fuera de sí, ido. Secó su cuerpo con la percudida toalla del hotel en sus heridas echó un poco de alcohol, el ardor no era sentimiento válido para esa situación.
Ya vestido con su ropa desgastada y decolorada, recogió los papeles que había en la pared, los guardó en un maletín de cuero negro, junto con la daga, que no había perdido su brillo. Sentía que el cadáver seguía con la mirada fija en el techo. A veces sentía como si se moviera y fijara la mirada en el pero no era más que su imaginación. Tomó el alcohol del baño y roció todo lo que pudo con él, al cuerpo de su amante también le echó sal arriba.
Abrió la ventana de la salida de emergencias y le dio una última mirada a la habitación y al cuerpo de su pretendiente. Del bolillo sacó el  encendedor plateado y leyó por última vez lo que tenía grabado: “R+F” y debajo “Memento mori”. “Recuerda que vas a morir” – pensó. Lo  encendió y arrojó sobre la cama, la cual rápidamente comenzó a arder. Con sus ojos llenos de lágrimas bajó por las escaleras que daban a un callejón en el costado del hotel y salió caminando con mucha calma mirando hacia la nada.
Una vez más giró su cabeza y vio como el fuego y el humo inundaba la ventana de la habitación. Ya estaba hecho, después de tantos años, el demonio que había atormentado a su amante y a él, fue enviado a algún lugar del averno o quizá había desaparecido para siempre, nunca lo sabría. Después de casi diez años había podido terminar con él, pero ¿a qué costo? Sentía que una parte de él mismo había sido destruida, pero aun así estaba aliviado. Un conjunto de emociones ahogaban su garganta y mente.
Quiso prender otro cigarrillo pero ya no tenía con que hacerlo, era en vano, sentía como el fuego iba consumiéndolo por dentro. Caminó y se perdió entre la multitud donde nadie parecía dar cuenta de lo que hacía poco tiempo nomas había hecho. Luego de deambular un rato, escuchó las sirenas de los bomberos y policía, se dirigían en dirección al hotel. Le incomodó la duda sobre si hubiera alguna otra muerte por el siniestro en el hotel.
Había llegado a la estación de trenes, el bullicio de gente y los silbatos sonando ayudaban a no pensar en la escena que había dejado. Dirigiéndose a la boletería, compró el primer pasaje que pudo con el dinero que le quedaba, iba a tener unas horas de viaje. Antes de dirigirse al tren, fijando su loca mirada en quien atendía en la boletería le dijo: “¡Yo maté a Barbatos, que quede claro!”. Y se propuso a buscar el coche que lo llevaría lejos de esa ciudad.
Ya sentado junto a la ventanilla comenzó a jugar con el anillo de oro que los había unido alguna vez, ya no tenía más valor que el sentimental, el hechizo se había roto, dejando su marca en él. Revisó el maletín para ver si la daga aún estaba, lo cual confirmó y miró por la ventanilla. Se propuso a descansar, pero las imágenes de la pelea que había sucedido horas atrás resonaban en su cabeza como una campana. Un buen trago de whiskey lo ayudaría a dormir mejor. Una vez más revisó que la daga estuviera en su lugar.
Fin.
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nemesis1745 · 10 years
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A ver como es esto.
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